Alerta roja en las regiones
Publicado: hace 9 horas
A propósito de las elecciones regionales y
municipales de octubre próximo, la situación de ingobernabilidad en
varias regiones del país se torna preocupante por las graves acusaciones
en los que se ven envueltos los Presidentes Regionales. Hablamos de
denuncias de alto calibre, que van desde amenazas, extorsiones, actos de
corrupción, hasta la vinculación con el asesinato de opositores
políticos. A continuación, un mapa de los casos más graves.
¿Cómo se llegó a este descomunal grado de corrupción en las regiones? Una explicación sería la existencia de cierta complicidad del infractor con las más altas esferas del poder político y la debilidad de las instituciones de control. Ya sea como inacción del Ministerio Público o el archivamiento de investigaciones en el Congreso, la corrupción se mantiene y acrecienta en la impunidad. Sumado a ello, se tiene una prensa local amenazada y perseguida. El miedo a perder la vida obstruye cualquier posibilidad de investigación y denuncia.
Así, los peruanos de dichas regiones se ven inmersos entre dos inseguridades. Por un lado, la inseguridad ciudadana que campea sobre todo en los barrios más humildes y, por otro, la debilidad institucional y una creciente complicidad entre el dinero sucio y las autoridades elegidas por el voto popular. Parece ser que el dinamismo económico de estas zonas del país se ha convertido en una maldición más que una bendición para su desarrollo. ¿Este es el fututo que nos espera? ¿Una convivencia entre dos formas de ilegalidad?
¿Cómo se llegó a este descomunal grado de corrupción en las regiones? Una explicación sería la existencia de cierta complicidad del infractor con las más altas esferas del poder político y la debilidad de las instituciones de control. Ya sea como inacción del Ministerio Público o el archivamiento de investigaciones en el Congreso, la corrupción se mantiene y acrecienta en la impunidad. Sumado a ello, se tiene una prensa local amenazada y perseguida. El miedo a perder la vida obstruye cualquier posibilidad de investigación y denuncia.
Así, los peruanos de dichas regiones se ven inmersos entre dos inseguridades. Por un lado, la inseguridad ciudadana que campea sobre todo en los barrios más humildes y, por otro, la debilidad institucional y una creciente complicidad entre el dinero sucio y las autoridades elegidas por el voto popular. Parece ser que el dinamismo económico de estas zonas del país se ha convertido en una maldición más que una bendición para su desarrollo. ¿Este es el fututo que nos espera? ¿Una convivencia entre dos formas de ilegalidad?
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