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jueves, 27 de junio de 2013

Personajes Retórica militar y lecturas castrenses. Ollanta Humala cumple 51 años este jueves 27 y lo celebra renegando de su pasado de izquierda.

Humala Modelo Para Armar


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Graduación del oficial de artillería, puesto 59 de su promoción. 1 de enero de 1984.
La historia política peruana puede dividirse entre militarismo y antimilitarismo. En el centro ideológico se ubica, por el momento, Ollanta Humala, quien con sus silencios dice casi tanto como con sus boutades sobre el largo de las cabelleras masculinas. El galicismo no es gratuito. El teniente coronel que fuera agregado militar en París y Seúl suele hacer anotaciones en francés y hablar en japonés. Para el general EP (r) Roberto Chiabra, el presidente es blanco de un fuego cruzado. Se le critica tanto cuando calla como cuando habla. “Referirse a un lenguaje de cuartel o ‘cachacada’ es un insulto para los militares”, dice el ex ministro de Defensa. “Pero el presidente debe comprender que las agresiones dividen y que la inclusión social empieza por el lenguaje”. En su opinión, la reciente locuacidad presidencial es una forma de acercarse al habla popular de los civiles y mantener los pies en la tierra. “Para un militar es importante transmitir que se puede servir en costa, sierra y selva”, explica Chiabra. “Subir a la punta de un cerro y ganar una carrera son formas de demostrar que uno trabaja siempre y ante cualquier circunstancia”. Es una mención recurrente en el discurso presidencial: su buen estado físico y su darwiniano instinto de adaptación. En su libro De Locumba a candidato a la presidencia en Perú (Ocean Sur, 2009) Humala relata su pasión por el trekking y la zootecnia. “La experiencia de viajar por el país despertó en mí el interés por seguir alguna carrera profesional que se dedicara al estudio de la naturaleza”, contó el entonces candidato. “Yo quería emular a Charles Darwin”.
El viaje del Beagle (1839) -en especial el paso de Darwin por el Perú- no fue su única lectura de cabecera. En su entrevista del domingo 23 de junio del 2013 con el diario español El País, el presidente mencionó a autores como José Carlos Mariátegui y Haya de la Torre (“será aprista, pero es peruano”). Durante su juventud, leyó las Memorias del Mariscal Andrés A. Cáceres (Editorial Milla Batres, 1986) y El Perú y su política exterior (1971), una compilación de los discursos del exministro de RR.EE. de Velasco, el General EP Edgardo Mercado Jarrín. Un libro que marcó la pauta de los No Alineados y que es considerado, hasta el día de hoy, un pequeño clásico en los estudios militares. Años después leería Montesinos: el rostro oscuro del poder en el Perú (San Borja Ediciones S.A., 1998), del exasesor de Mercado y posteriormente asesor de Fujimori, Francisco Loayza Galván. Finalmente, el 19 de junio del 2012, el propio Humala acudiría a las exequias de Mercado a rendirle honores.

Con los años, Humala decidió cambiar la geografía por la historia. Especialmente la historia militar. Un amigo de la familia recuerda que en su casa no faltaban los clásicos libros del mayor Víctor Villanueva, en especial El CAEM y la revolución de la Fuerza Armada (IEP, 1972). Para Chiabra, el hoy presidente sigue los lineamientos que institucionalizó el CAEM (Centro de Altos Estudios Militares) en 1954. Vale decir, la síntesis de desarrollo y defensa con miras a conseguir la ansiada seguridad nacional, lo que en últimas instancias expresaría la voluntad general. “El bien común”, resume Chiabra en términos rousseaunianos.
Siguiendo esa línea, Humala estaría inspirándose en el voluntarismo político de la casta militar sesentera. Ello explicaría su interés por opinar sobre todos los aspectos de la vida nacional, incluyendo la conciencia de sus ciudadanos. Desde el largo del cabello hasta la expresión de la sexualidad civil, pasando por los aretes en las orejas y el discurso moralista que busca la sanción social del morbo en los medios de comunicación. Dentro de esa lógica, Humala describe la inseguridad pública como “un problema de valores” en su reciente entrevista con El País (lo que sintoniza con la “campaña de valores” que le ha pedido a los “gallinazos” de los medios de comunicación y aquello de no ir “tirando tragos en la discoteca”). Se entiende la histeria de parte de cierta prensa. Pocas cosas asustan más en ciertos sectores sociales que un militar con ideas.

En esa misma conversación, el corresponsal español Javier Moreno lo describe como “un militar por cómo describe sus objetivos, analiza sus posibilidades, ahora un paso, luego otro, mantiene la vigilancia de todos los flancos, conserva la mente fría y recurre una y otra vez en su discurso a las virtudes castrenses, disciplina, jerarquía, respeto, estrategia”. Más adelante, Humala hace reiteradas alusiones a la importancia de la fortaleza y la disciplina. Para Chiabra, la mención al poco ‘aguante’ de la izquierda (“no aguantaron ni seis meses en el Gobierno”) es otra alusión al estado físico como señal de eficiencia.

Casi al final de la entrevista, Humala explica cómo elige sus batallas. “En términos militares, siempre un comandante debe guardar sus reservas, que son las que permiten cambiar el rumbo de la batalla en un momento determinado”, se explaya. Finalmente, termina con un misil teledirigido al ombligo mismo de la clase política ‘panzona’. “En el Ejército decimos que el grado conlleva honores, pero conlleva obligaciones también. Uno no puede arrastrar el bastón de general, uno no puede arrastrar la banda presidencial”. Para decirlo en términos castrenses, esto es guerra. (Carlos Cabanillas)

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