Las nuevas profesiones cojudas
El suplicio de soportar medio noticiero con deporte
Publicado: 2013-06-25
Sofocleto es el autor de uno de los estudios
sociológicos y culturales más interesantes de la sociedad peruana. Entre
broma y broma, dibujó un cuadro satírico tan completo que nadie se
quedó sin lugar en su catálogo. Dice así:
"Para hacer un estudio serio de la Cojudez Peruana, debemos comenzar por establecer la diferencia entre "lo" cojudo y "el" cojudo. Lo cojudo es la institución, el cojudo es la persona (si se puede llamar persona a un cojudo). Lo cojudo responde a realidades socioeconómicas concretas, mientras que el cojudo hace cojudeces por su cuenta... Mientras lo cojudo es el arquetipo, el cojudo es la variable. Lo cojudo está, el cojudo es. "Y entre todo su estudio señala profesiones cojudas como el trasquilador de ovejas, profesor de trombón, ascensorista, bombero, etc. Desde que su libro "Los Cojudos" fue publicado, a la fecha se han producido grandes cambios en nuestro país. No puedo decir que son "avances", ya que en muchos casos han sido retrocesos, como ha ocurrido en el deporte. Si hoy tuviéramos que señalar una ocupación cojuda, tendríamos que señalar en primer lugar la del periodista deportivo. Así que pediré una licencia para añadir al catálogo de Sofocleto esta pequeña adenda, empleando el mismo eje semántico utilizado por él.
Ser periodista deportivo en el Perú es tan alucinante como ser marinero en Bolivia o tener una ONG de Derechos Humanos en Cuba. Es una cosa inexplicable. ¿Cómo se puede ser periodista deportivo en un país en donde ocurre una hazaña deportiva cada 30 años? Es como ser comentarista del cometa Halley, pero ¡hablando todos los días! ¿De qué habla un periodista deportivo en un país que prácticamente carece de deporte, de canteras deportivas y de héroes deportivos? No queda más que hablar cojudeces, fabricar mitos, ídolos de barro, fantoches vendibles a un público incauto. El periodismo deportivo se ve urgido de crear fantasmas y vender aparentes y pequeños éxitos magnificados al extremo. O dedicarse, como ocurre hoy con mayor frecuencia, a comentar lo que ocurre en otras latitudes del planeta, con equipos cuya existencia a veces nadie conoce y referirse a jugadores que nunca nadie ha visto. De hecho, una de las ocupaciones favoritas del periodismo deportivo en el Perú ha sido el cojudeo general. Pero todo eso tiene un límite, creo. Aunque en el Perú el cojudeo es ilimitado. No sé qué espera el Congreso para hacer una ley que proteja al ciudadano del cojudeo, y en especial del cojudeo deportivo.
Resulta patético ver por TV partidos con estadios vacíos. ¿Por qué los transmiten si a la gente no le interesa? Es evidente que a nadie le interesa el "deporte rey". ¿Qué ha pasado con el fútbol peruano? Nuestros jugadores están siendo transferidos a la segunda división del fútbol argentino o a países que apenas se conocen. El club más grande e importante del Perú, me refiero por supuesto a la "U", no tiene ni para pagar el agua de su Estadio. El único club ganador de un torneo continental, el Cienciano, hace polladas para pagar a sus jugadores. Sin mencionar el último lugar del Perú en la última eliminatoria mundialista. Y como si todo esto fuera poco, encima hay que escuchar las cojudeces que dicen los comentaristas deportivos ¡a diario! Esto es ya una situación patética. Por eso vuelvo a preguntarme ¿cómo se puede ser periodista deportivo en el Perú? ¿Es o no es la profesión más cojuda del momento?
Si yo fuera periodista deportivo, mi sueño más caro y cercano sería estar en Argentina, trabajar en El Gráfico o en Fox Sport, pero mi peor pesadilla, definitivamente, sería estar en el Perú y tener que hablar de fútbol todos los días. ¿Cómo se sostiene la dignidad personal frente a esta situación? ¿Qué clase de ejercicio motivacional matinal hay que realizar? ¿Cómo justificamos ese despliegue de recursos intelectuales tan abundante que se aprecia en el panel que preside Daniel Peredo? De hecho, estoy convencido de que el Sr. Peredo ha llegado ya a la "ciencia del fútbol". Me apena tanto ver ese derroche de sabiduría y de memoria fabulosa, para ocuparse de un partido que no llevó ni mil asistentes al estadio y cuyos 22 jugadores sumados no cotizan ni lo que vale un jugador del Barza. Y como si esta situación inicua no fuera ya el colmo, encima nuestros queridos periodistas deportivos gozan de ¡la mitad del noticiero! para hablar de sus cojudeces deportivas, y -peor aun- ¡esto es igual en todos los canales! ¿De qué carajo hablan tanto? Nos informan si fulanito fue a entrenar o si se resfrió o si se peleó o se amistó con el otro, si cobraron o no, si tienen para el pasaje, etc. Si esto no es una situación cojuda ¿qué lo es?
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