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domingo, 8 de junio de 2014

Notas sobre la corrupción

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La amenaza de la corrupción es universal. Podría decirse que ella es frenada allí donde, del lado estatal, hay instituciones más fuertes, reglas más claras, transparencia, funcionarios profesionales, y controles y sanciones efectivas; del lado político, un cuidado en el gobierno por mantener buena reputación y desarrollar una carrera, y una oposición activa; y del lado social, cierta cultura de rechazo a la corrupción. Se trata de una confluencia de factores relativamente excepcional, de allí que la corrupción sea un problema serio en todo el mundo.

Cuando estallan escándalos de corrupción, y vemos actuar a las instituciones de control, por ejemplo, encarcelando a presidentes regionales, ¿qué podemos deducir? Primero, que se fracasó en evitar la comisión de delitos. En nuestro caso, todas las variables parecen estar mal: instituciones débiles, opacidad, marañas burocráticas, funcionarios precarios, liderazgos caudillistas y arbitrarios, cooptación de la oposición, tolerancia social frente a la corrupción.
A esto hay que sumar que la dinámica de la economía parece ir en contra de una ética pública escrupulosa; desde la economía se presiona para que las regiones gasten, por los riesgos de una recesión, o para frenar el descontento social frente a la inversión privada en regiones mineras, cuyos beneficios “deberían” hacerse evidentes. Recordemos que César Álvarez fue reelecto presidente regional y se presentaba apenas el año pasado como un gestor eficiente, que ponía a Áncash como la región con mejores indicadores de ejecución del gasto público y ejemplo de grandes inversiones, resultado de una política amigable con la inversión minera. El resultado era prosperidad y paz social, a diferencia de Cajamarca, supuestamente. Más presupuesto, más actividad económica, más presiones por gastar, generan más oportunidades y tentaciones para la corrupción. No solo vía la apropiación de dineros públicos, también de extracción de dinero privado mediante sobornos a cambio de decisiones a favor de algunos o en contra de otros.
Una segunda cosa que se podría deducir es que aparentemente se tuvo éxito en detectar y sancionar la corrupción. Sin embargo, uno se pregunta si la ausencia de denuncias o escándalos es indicador de menores niveles de corrupción, y si su proliferación es consecuencia de lo contrario. Esta última puede ser consecuencia de una voracidad excesiva, o de exclusiones o mezquindades en el reparto. La corrupción parece requerir cierta discreción, sentido de la mesura y generosidad en el reparto, como describió recientemente el ex presidente de la región Moquegua Jaime Rodríguez: una cosa es robar en carretilla y compartir, mientras que otros roban en volquetes o tráileres, y no reparten nada. Por esto, muchas veces las acciones de control son más resultado de files armados por intereses opositores, que del celo y eficiencia de los organismos fiscalizadores.
A todo esto hay que sumar la amenaza del crimen organizado. Para otra semana.


Martín Tanaka es Doctor en Ciencia Política por la Facultad Latinoamericana de Ciencias Sociales (FLACSO) sede México. Actualmente es investigador principal y miembro del Consejo Directivo del Instituto de Estudios Peruanos , y profesor asociado y Coordinador de la especialidad de Ciencia Política y Gobierno en la Facultad de Ciencias Sociales de la Pontificia Universidad Católica del Perú . Ha sido Visiting Fellow postdoctoral en el Helen Kellogg Institute for International Studies de la Universidad de Notre Dame , Indiana (2003 y 2009).

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