¿MARKETING POLÍTICO O IMPROVISACIÓN MEDIÁTICA?
MIGUEL A. KOO VARGAS | Columnista en Marketing Hoy (Chile)
El
marketing político es definido como una mezcla táctica de estudios
cualitativos, planificación, gestión y comunicación en el desarrollo de
una campaña política, pudiendo ser esta electoral o de difusión
institucional.
Muchos
países de nuestra región se encuentran ad portas de los comicios, sean
estos locales, regionales o nacionales. Este es un tema presente entre
nosotros desde hace muchos años, hablamos de mediados del S.XX, con
origen en Estados Unidos, no obstante, lo percibo cada vez con mayor
frecuencia en la comunidad ciberespacial que interactúa conmigo por
twitter y como es evidente, algunos interesados en el tema, confunden y
hasta distorsionan el concepto. Lo que es peor aún, los mismos políticos
no saben ni lo que es, pero igual no dejan de ‘emplearlo’. (¿?)
El
marketing político es el mismo marketing que aprendemos en las
universidades pero trasladado a un terreno hostil, diría yo, como lo es
la política. Es un concepto que va de la mano con en el personal
branding que tanto hemos mencionado en otros artículos. El marketing
político ha dado muchos resultados en el mundo, ejemplos claros como el
mejor empleado de todos los tiempos: Barack Obama. Es impresionante como
la estrategia lo llevó hasta convertirse en una de las más
queridas del año en Estados Unidos. Existen otros casos regionales como
el de Lula, en Brasil; Piñera, en Chile, etc. Inclusive, Mindcode, la
agencia innovadora de Jürgen Klaric, ha desarrollado el neuromarketing
político para asegurar el éxito de un candidato. Lo que yo sí creo es
que no podemos hacerlo con cualquier persona y me refiero a que, el
candidato, necesita un perfil determinado para asegurar su éxito. Ese
perfil definitivamente está condicionado a la sociedad en donde
pertenece. Lo que sí no cambia en cualquier parte del mundo, es que este
personaje debe poseer una columna sólida de valores de primer nivel. No
es ético, ni moral, ni saludable trabajar con sinvergüenzas. Es muy
complicado estandarizar a los políticos, hoy en día cualquier tipo lanza
su candidatura y asume el poder. Ahora, es muy interesante analizar
cómo es que el pueblo elige a las autoridades en un periodo de ‘shock
emocional’ y luego se arrepienten. Es un debate aparte.
Ubiquemos
bien el concepto. Marketing político no es hacer campaña política. La
campaña política es un proceso que utiliza al marketing político dentro
de su periodo de realización. El marketing político se divide en 3
etapas importantes: Estrategia política, estrategia comunicacional y
estrategia publicitaria. Los principales fracasos de los políticos se
dan precisamente en la primera etapa. Muchas veces el ego y el
narcicismo son trastornos característicos en los candidatos y por
empezar a hacer propaganda de su imagen, se saltean la primera fase que,
para mí, es la piedra angular de la campaña. Muchos autores cuestionan
la jerarquización de estos periodos y afirman que la ejecución de éstos
tienen que ser de forma simultánea. Yo discrepo abiertamente. Primero
diseñamos la propuesta, luego elaboramos el discurso y al final
construimos la imagen política. No podemos hacer las cosas en desorden.
Sería como desordenar las variables del marketing mix en el lanzamiento
de un nuevo producto.
El
marketing político moderno se vale de variantes y recursos como la
mediatización (utilización de los medios masivos de comunicación), la
videopolítica (imagen y comunicación audiovisual) y la ciberpolítica (el
uso de las TIC como nexo con los simpatizantes). Estas vertientes
deberían ser manejadas por especialistas, pero como en todas partes
abunda la informalidad y la improvisación, los políticos creen que con
colocar más propaganda los hará ganar las elecciones. La propuesta
política no es un tema de menor importancia, por el contrario, debe ser
elaborada con técnicos altamente capacitados, previo análisis de la
audiencia (“mercado electoral”). Obama utilizó en su campaña a
economistas, antropólogos, sociólogos, psicólogos, comunicadores,
periodistas, asesores políticos, analistas, militares, abogados y hasta
jóvenes estudiantes.
Voy
a ser bastante crítico con la forma de ejecutar las estrategias
comunicacionales de los políticos de ahora, precisamente, en los
contextos locales. Steve Jobs decía: “La gente no sabe lo que quiere
hasta que se lo muestras”. La política es así. Podemos construir una
imagen de un candidato determinado, valiéndonos del posicionamiento, del
FODA, del branding personal, de lo que quieran utilizar y hacerlo
exitoso, pero, ¿qué sucede cuando fallamos con nuestra estrategia de
comunicación? El éxito en la campaña electoral es un trabajo netamente
integrado, articulado en todas sus funciones, es sinergia, es
responsabilidad de todos. Para lograr esto es imprescindible la
existencia de un liderazgo cohesionado. Ministros y regidores; asesores y
vicepresidentes, escogerlos según el nivel de aporte económico en la
campaña no es de fiar. Ojo, todas las personas comunican, esto no es
ningún secreto. ¿Por qué la estrategia comunicacional falla? Aquí vamos
de nuevo, si aún no se ha dado cuenta, eche de nuevo una mirada a la
gente que trae consigo. Es muy pobre y lamentable el material que he
encontrado en redes sociales. Para los que no lo notan, es evidente que
las campañas de hoy están caracterizadas por intervenciones mediáticas y
populares. No es suficiente quedarse en las propuestas, el político
tiene que calar en los corazones de la gente, nexo emocional o como le
quieran decir.
Para los publicistas, realmente es un dolor de cabeza
armar los puzles del plan de gobierno. Este documento muchas veces es
incoherente, difuso y muy complicado de comunicar.
Para
concluir, no puedo dejar de mencionar que la campaña política, como
proceso en sí, no termina con la elección del candidato, por el
contrario, es un proceso que debe de aprovecharse al máximo para
afianzar la construcción de la imagen. Es un proceso que debe ser
consistente en el tiempo. Es un proyecto a largo plazo.
La integración
de las estrategias de la comunicación no le asegura el éxito político,
pero le aseguro que sí lo convierten en un político diferente, que
ejecuta acciones profesionalmente, no de forma improvisada ni intuitiva.
Entre tanto candidato “más de lo mismo”, el pueblo percibe al
diferente.
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