Las embajadas
El llamado de vuelta a Lima de 11 embajadores del servicio diplomático es un hecho rutinario. Han cumplido cinco años fuera del país y les corresponde regresar a Torre Tagle, para ser reemplazados por un nuevo contingente. En medio de esto hay llamados más significativos que otros, pero en general aquí el suelo está parejo.
El caso más significativo es que Carlos Pareja deje Santiago, el destino más importante de la diplomacia peruana. Pareja capeó con eficacia todo el proceso de La Haya, y si bien esas aguas se han aquietado, reemplazarlo es un desafío. Es de esperar que su sucesor sea un diplomático de carrera, capaz de sintonizar con el nuevo gobierno chileno.
Algo parecido cabe decir sobre la representación peruana en La Paz, donde se va a requerir un profesional que pueda llevar las cosas serenamente y con mutuo provecho frente al borrascoso, y en consecuencia impredecible gobierno de Evo Morales. El alegato boliviano ante La Haya todavía puede deparar algunas sorpresas.
Lo que no ha sido propiamente rutinario es el reemplazo de tres embajadores políticos del humalismo. Todos han cumplido periodos relativamente cortos, pero a la vez suficiente para un recambio, y los tres tienen buenas relaciones políticas con el gobierno. De modo que probablemente los veamos pasar a nuevas tareas en Lima.
Sobre los reemplazos de quienes vuelven no se ha filtrado realmente nada. Es verdad sostenida que Palacio suele tener una influencia importante en este tipo de decisiones, como la ha tenido en los ascensos de estos años. Pero no hay un conocimiento público sobre qué embajadores de carrera están más cerca de este gobierno.
Un factor a tomar en cuenta es que dentro del clásico rumor de cambios ministeriales en julio también está la cartera de Relaciones Exteriores. De ser así, los nombramientos, o al menos una parte de ellos, se podrían postergar hasta después, para que un nuevo ministro, sobre cuya hipotética identidad nada se sabe, encuentre la mesa despejada.
¿Por qué salieron los embajadores políticos? Lo más probable es que Ollanta Humala necesita esos puestos para su ajedrez político. Por ejemplo, precisamente, para ministros cesados en las próximas fiestas patrias, o aliados políticos reclamones. Si bien, como dicen en México, una embajada no se le niega a nadie, estas tampoco pueden ser eternas.
Algunos consideran sintomático que Gonzalo Gutiérrez (China) o Harold Forsyth (Washington), distinguidos embajadores de carrera, no hayan sido llamados de vuelta. Una versión sostiene que estos son dos candidatos de fuerza para reemplazar a la canciller Eda Rivas en su momento. Consultados por la columna, se negaron a hacer declaraciones.
Columna de MIRKO LAUER DIARIO LA REPUBLICA
El llamado de vuelta a Lima de 11 embajadores del servicio diplomático es un hecho rutinario. Han cumplido cinco años fuera del país y les corresponde regresar a Torre Tagle, para ser reemplazados por un nuevo contingente. En medio de esto hay llamados más significativos que otros, pero en general aquí el suelo está parejo.
El caso más significativo es que Carlos Pareja deje Santiago, el destino más importante de la diplomacia peruana. Pareja capeó con eficacia todo el proceso de La Haya, y si bien esas aguas se han aquietado, reemplazarlo es un desafío. Es de esperar que su sucesor sea un diplomático de carrera, capaz de sintonizar con el nuevo gobierno chileno.
Algo parecido cabe decir sobre la representación peruana en La Paz, donde se va a requerir un profesional que pueda llevar las cosas serenamente y con mutuo provecho frente al borrascoso, y en consecuencia impredecible gobierno de Evo Morales. El alegato boliviano ante La Haya todavía puede deparar algunas sorpresas.
Lo que no ha sido propiamente rutinario es el reemplazo de tres embajadores políticos del humalismo. Todos han cumplido periodos relativamente cortos, pero a la vez suficiente para un recambio, y los tres tienen buenas relaciones políticas con el gobierno. De modo que probablemente los veamos pasar a nuevas tareas en Lima.
Sobre los reemplazos de quienes vuelven no se ha filtrado realmente nada. Es verdad sostenida que Palacio suele tener una influencia importante en este tipo de decisiones, como la ha tenido en los ascensos de estos años. Pero no hay un conocimiento público sobre qué embajadores de carrera están más cerca de este gobierno.
Un factor a tomar en cuenta es que dentro del clásico rumor de cambios ministeriales en julio también está la cartera de Relaciones Exteriores. De ser así, los nombramientos, o al menos una parte de ellos, se podrían postergar hasta después, para que un nuevo ministro, sobre cuya hipotética identidad nada se sabe, encuentre la mesa despejada.
¿Por qué salieron los embajadores políticos? Lo más probable es que Ollanta Humala necesita esos puestos para su ajedrez político. Por ejemplo, precisamente, para ministros cesados en las próximas fiestas patrias, o aliados políticos reclamones. Si bien, como dicen en México, una embajada no se le niega a nadie, estas tampoco pueden ser eternas.
Algunos consideran sintomático que Gonzalo Gutiérrez (China) o Harold Forsyth (Washington), distinguidos embajadores de carrera, no hayan sido llamados de vuelta. Una versión sostiene que estos son dos candidatos de fuerza para reemplazar a la canciller Eda Rivas en su momento. Consultados por la columna, se negaron a hacer declaraciones.
Columna de MIRKO LAUER DIARIO LA REPUBLICA
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