La descentralización de la corrupción
Sabado, 31 de mayo de 2014 | 4:30 am
Efraín Gonzales de Olarte (*)
Quince años atrás, estando en Puno, un dirigente regional me señaló que la descentralización serviría y se justificaría para que en Lima no se quedaran con todas las coimas. Casi premonitorio, sin embargo, la descentralización de la corrupción es un problema complejo y de difícil solución.
La descentralización reiniciada el 2002 ha tenido tres fallas de origen y no tuvo una “política de descentralización” clara. Esta mezcla ha llevado a los resultados que hoy observamos: una “crisis de la descentralización por perversión”, que siendo un problema constituye una oportunidad para hacer importantes ajustes y devolverle su objetivo fundamental: hacer del Estado un instrumento cercano a las necesidades de desarrollo humano de los peruanos donde quiera que vivan.
Las fallas de origen de la descentralización fueron: 1. La creación de regiones-departamento en lugar de macro-regiones. 2. La falta de una secuencia en las fases de la descentralización, que son: 1°. Descentralización política (transferencia de funciones y sus respetivos presupuestos). 2°. Descentralización administrativa (transferencia de personal técnico y capacidades de gestión). 3°. Descentralización tributaria. La primera está casi concluida, la segunda nunca se hizo y la tercera se alcanzó sin proponerse; hoy gracias a los precios internacionales y al canon, varias regiones y municipalidades tienen altos ingresos tributarios sin estar preparadas ni para administrarlos ni para sostenerlos en el tiempo. 3. No se creó una instancia de fiscalización de los gobiernos regionales o municipales, ni en ellos mismos (asamblea regional, comité de fiscalización u otro), ni en el gobierno central (contraloría para la descentralización), con lo que se transfirió un poder discrecional cuyos resultados están a la vista. 4°. No se creó una instancia de coordinación intergubernamental que permitiera establecer proyectos y programas entre niveles de gobierno. El CND que se perfilaba en este sentido fue desactivado.
Sin estrategia y política de largo plazo, con la secuencia incompleta y equivocada y sin fiscalización horizontal ni vertical, era esperable que el proceso llegue a una situación como la actual, máxime si los partidos políticos han casi desaparecido de la escena y se ha instaurado una carrera de movimientos electorales con fines de lucro, para llegar a los gobiernos municipales y regionales. Es decir, la descentralización se ha pervertido es un proceso burocrático, desprovisto de estructuras políticas, llámese partidos, con resultados menores a los esperables dada la abundancia de recursos fiscales.
No dudo de que la descentralización es un proceso difícil, pero es casi la única reforma capaz de cambiar la sociedad, la economía, la política y la cultura manteniendo un sistema democrático. Por ello, no cabe proponer su abandono, lo que hay que hacer es una serie de ajustes legales, institucionales y políticos para relanzarla. Para ello propongo: 1. Retomar la creación de macrorregiones, para dar mejor base económica y tributaria y reducir los cacicazgos y las mafias departamentales. 2. Cambiar las reglas de distribución del canon, creando, por un lado, un “fondo concursable” para que todas las regiones puedan presentar proyectos de inversión productiva y de mejoras en la educación (incluyendo a las universidades regionales) y, por otro, establecer un programa y cronograma de inversiones en infraestructura educativa, salud y básica a cargo de los gobiernos municipales, asignando los recursos en función del índice de desarrollo humano. 3. Aprobar el Plan Nacional de Descentralización (2012-2016) aún pendiente. 4. Crear la Coordinadora Estatal para la Descentralización (CED), con participación de la ANGR, la AMPE y la PCM, reabrir el CND como secretaria técnica y repotenciar la contraloría descentralizada. 5. Reformar las normas de elección de gobiernos municipales y regionales poniendo metas electorales más altas: 40% en primera vuelta, si no segunda vuelta y la constitución de consejos regionales y municipales proporcionales a la votación de primera vuelta.
Todo esto no se puede hacer sin el liderazgo y la convicción del gobierno. Relanzar la descentralización es hacer de la necesidad virtud.
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* Doctor en Economía del Desarrollo (Universidad de Paris I, Panteón-Sorbona). Profesor principal del Departamento de Economía y Vicerrector Académico de la Pontificia Universidad Católica, ex-Director General del Instituto de Estudios Peruanos. Especialista en Economía del Desarrollo, Economía Política, Desarrollo Humano y Economía Regional. Autor y compilador de 24 libros y más de 150 artículos sobre Ajuste Estructural, Economías Regionales, Descentralización, Políticas Económicas, Economía Institucional, Desarrollo y Crecimiento Económico, Economías Campesinas y Desarrollo Humano.
Quince años atrás, estando en Puno, un dirigente regional me señaló que la descentralización serviría y se justificaría para que en Lima no se quedaran con todas las coimas. Casi premonitorio, sin embargo, la descentralización de la corrupción es un problema complejo y de difícil solución.
La descentralización reiniciada el 2002 ha tenido tres fallas de origen y no tuvo una “política de descentralización” clara. Esta mezcla ha llevado a los resultados que hoy observamos: una “crisis de la descentralización por perversión”, que siendo un problema constituye una oportunidad para hacer importantes ajustes y devolverle su objetivo fundamental: hacer del Estado un instrumento cercano a las necesidades de desarrollo humano de los peruanos donde quiera que vivan.
Las fallas de origen de la descentralización fueron: 1. La creación de regiones-departamento en lugar de macro-regiones. 2. La falta de una secuencia en las fases de la descentralización, que son: 1°. Descentralización política (transferencia de funciones y sus respetivos presupuestos). 2°. Descentralización administrativa (transferencia de personal técnico y capacidades de gestión). 3°. Descentralización tributaria. La primera está casi concluida, la segunda nunca se hizo y la tercera se alcanzó sin proponerse; hoy gracias a los precios internacionales y al canon, varias regiones y municipalidades tienen altos ingresos tributarios sin estar preparadas ni para administrarlos ni para sostenerlos en el tiempo. 3. No se creó una instancia de fiscalización de los gobiernos regionales o municipales, ni en ellos mismos (asamblea regional, comité de fiscalización u otro), ni en el gobierno central (contraloría para la descentralización), con lo que se transfirió un poder discrecional cuyos resultados están a la vista. 4°. No se creó una instancia de coordinación intergubernamental que permitiera establecer proyectos y programas entre niveles de gobierno. El CND que se perfilaba en este sentido fue desactivado.
Sin estrategia y política de largo plazo, con la secuencia incompleta y equivocada y sin fiscalización horizontal ni vertical, era esperable que el proceso llegue a una situación como la actual, máxime si los partidos políticos han casi desaparecido de la escena y se ha instaurado una carrera de movimientos electorales con fines de lucro, para llegar a los gobiernos municipales y regionales. Es decir, la descentralización se ha pervertido es un proceso burocrático, desprovisto de estructuras políticas, llámese partidos, con resultados menores a los esperables dada la abundancia de recursos fiscales.
No dudo de que la descentralización es un proceso difícil, pero es casi la única reforma capaz de cambiar la sociedad, la economía, la política y la cultura manteniendo un sistema democrático. Por ello, no cabe proponer su abandono, lo que hay que hacer es una serie de ajustes legales, institucionales y políticos para relanzarla. Para ello propongo: 1. Retomar la creación de macrorregiones, para dar mejor base económica y tributaria y reducir los cacicazgos y las mafias departamentales. 2. Cambiar las reglas de distribución del canon, creando, por un lado, un “fondo concursable” para que todas las regiones puedan presentar proyectos de inversión productiva y de mejoras en la educación (incluyendo a las universidades regionales) y, por otro, establecer un programa y cronograma de inversiones en infraestructura educativa, salud y básica a cargo de los gobiernos municipales, asignando los recursos en función del índice de desarrollo humano. 3. Aprobar el Plan Nacional de Descentralización (2012-2016) aún pendiente. 4. Crear la Coordinadora Estatal para la Descentralización (CED), con participación de la ANGR, la AMPE y la PCM, reabrir el CND como secretaria técnica y repotenciar la contraloría descentralizada. 5. Reformar las normas de elección de gobiernos municipales y regionales poniendo metas electorales más altas: 40% en primera vuelta, si no segunda vuelta y la constitución de consejos regionales y municipales proporcionales a la votación de primera vuelta.
Todo esto no se puede hacer sin el liderazgo y la convicción del gobierno. Relanzar la descentralización es hacer de la necesidad virtud.
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* Doctor en Economía del Desarrollo (Universidad de Paris I, Panteón-Sorbona). Profesor principal del Departamento de Economía y Vicerrector Académico de la Pontificia Universidad Católica, ex-Director General del Instituto de Estudios Peruanos. Especialista en Economía del Desarrollo, Economía Política, Desarrollo Humano y Economía Regional. Autor y compilador de 24 libros y más de 150 artículos sobre Ajuste Estructural, Economías Regionales, Descentralización, Políticas Económicas, Economía Institucional, Desarrollo y Crecimiento Económico, Economías Campesinas y Desarrollo Humano.
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