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domingo, 18 de mayo de 2014

Áncash epicentro

MIRKO LAUER

Áncash epicentro

¿La razzia de Áncash impactará en las elecciones de octubre próximo? Probablemente sí, por todas partes y de diversas maneras. Lo más evidente es que se pisará el acelerador de las denuncias en las campañas electorales. No es que falten denuncias en muchos municipios y regiones, pero ahora la cosa parece ir bastante más en serio.
En un típico caso de justos pagando por pecadores, la reelección podría volverse mucho más difícil, no imposible. Pues por definición los titulares de cargos son quienes están expuestos a la acusación. Aunque los atentados han venido corriendo parejos contra autoridades y opositores, los abusos atribuidos a quienes gobiernan siempre parecen peores.
Sin embargo el efecto Áncash y los demás que vienen van más allá de un cambio de autoridades. Así como al inicio de la regionalización las dificultades para ejecutar presupuestos cubrieron todo el panorama, ahora este panorama se ve teñido por el peligro de que el crimen organizado use a los gobiernos locales para instalarse en el poder del Estado.
¿Cómo votar en estas condiciones? La cosa se facilita en el caso de las buenas gestiones conocidas, a las cuales convendrá aferrarse. Pero en otros casos la duda es si el bueno por conocer será mejor que el malo conocido. Es un dilema electoral común, pero en este caso lo que está en juego es un asunto de saqueo y de, literalmente, vida o muerte.
Entre la ineficiencia y el robo abierto a los ancashinos el gobierno regional les ha birlado varios miles de millones de soles. Aun así César Álvarez mantenía posibilidades de otra reelección, y de no haber reventado el escándalo de los asesinatos, probablemente la hubiera logrado. Quizás ahora los ancashinos empiecen a pensar un poco más en su monedero.
Toda esta situación parece haber paralizado a los presidentes regionales como corporación. Sin duda una mayoría está dispuesta a repudiar una criminalidad como la de Áncash. Pero a la vez recela las consecuencias, o más bien los alcances, del golpe dado por las fuerzas de la ley. En Áncash y, en otro tipo de caso, en Cajamarca.
Pero no pronunciarse sobre Áncash con todas sus letras puede tener obvias consecuencias electorales. Incluso el electorado podría estar esperando ahora de sus candidatos algunas propuestas de autocontrol de los gobiernos locales, antes de que este les sea aplicado desde Lima. Ganas no deben faltar en el Ejecutivo y en el Congreso.
Por último está la posibilidad de que nuevos escándalos revienten en localidades inesperadas, en plena campaña electoral. Esta espada de Damocles debería desanimar a más de un candidato, sobre todo si es titular muy cuestionado de un cargo público. Es más o menos lo que le ha sucedido a Gregorio Santos, hoy empecinado en seguir candidateando.

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