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lunes, 8 de julio de 2013

 

Romero: fe, fama y fortuna

En entrevista con Revista Quehacer, el sociólogo Francisco Durand adelanta detalles de su último libro, dedicado al grupo económico familiar más influyente y duradero de la política peruana contemporánea.  

Romero: fe, fama y fortuna

En entrevista con Revista Quehacer, el sociólogo Francisco Durand adelanta detalles de su último libro, dedicado al grupo económico familiar más influyente y duradero de la política peruana contemporánea.  

Publicado: Hace 20 horas
Fruto de al menos dos décadas de paciente y riguroso seguimiento a una de las familias más influyentes del Perú, "Los Romero: fe, fama y fortuna" (desco + ediciones el virrey) es el más reciente libro del sociólogo Francisco Durand, quien ha dedicado su larga carrera a comprender -y ayudarnos a comprender- la naturaleza y funcionamiento del poder político empresarial en el país.
Durand conversó con la Revista Quehacer sobre el proceso de investigación,  la reconstrucción de la historia de los Romero desde sus modestos orígenes en Soria, España y también sobre la compleja relación entre el gran empresariado y el gobierno del nacionalista Ollanta Humala.

¿Qué opinas de la última ofensiva empresarial contra Humala  para evitar que el Estado compre Repsol?
Hace tiempo que no se veía tal manifestación de poder de las fuerzas vivas. Me recuerda el intento de estatización de la banca de 1987, por cómo movilizaron a la Confiep y orquestaron a políticos,periodistas, congresistas y a un sinfín de comentaristas, dándole duro al Presidente, aprovechando que manejan los principales medios de comunicación de masas. La impresión que esto deja es que las grandes corporaciones, cuando quieren, movilizan sus milicias y manejan la agenda política. Esta ofensiva tiene algo de lo que hizo la vieja oligarquía en los años sesenta, cuando demostró intransigencia con una reforma agraria limitada que hizo que el país se hartara de su arrogancia. Cuando llegó Velasco, se quedaron solos. Es una forma intolerante, poco equilibrada, de defensa de intereses sobre un recurso que es nacional. No veo por qué el Estado no pueda intervenir, siempre y cuando actúe con eficiencia y honestidad, y que la decisión tenga base técnica. Es un error no acceder a esta fabulosa renta, y de paso contrabalancear el enorme peso que tiene el sector privado. Al abandonar sus planes Humala ha mantenido la asimetría con los privados, hecho que no conviene al país.
¿La que estaba detrás era la nueva  oligarquía, como sugieres, o algún grupo o empresa en particular?
Creo que ambos. La sensación que queda es que toda esta orquesta de indignados defensores de los derechos del sector privado a tener la exclusiva sobre los recursos naturales nacionales ha sido dirigida por los interesados en adquirir esos activos (la refinería y sobre todo los grifos), que es Primax, empresa del grupo Romero, socio menor de ENAP [Empresa Nacional del Petróleo] de Chile. Hace unos meses le pregunté a un exconsultor de Repsol quién sería el lógico comprador, y me dijo que el principal, por los activos que tiene y sus intereses en el país, era ENAP. Tuvo razón, pero ahora se esconde detrás del coro de sicofantes y áulicos que han salido a frenar la compra estatal manejando las noticias a su antojo, sin abrir un debate, y luego del cargamontón, haciendo encuestas.
¿Victoria que trae cola?
Puede traer mucha cola, pero en cámara lenta, hasta que se instale la idea de que el país vuelve a ser presa de intereses privados y extranjeros que dejan de lado el interés nacional e impiden adoptar consideraciones estratégicas de acceso a las rentas petroleras y gasíferas y cuestiones de seguridad nacional. Se pudo discutir los pros y los contras técnicos y financieros con los temas estratégicos; ese debate era bueno, pero predominó el ruido de la derecha. Han actuado como dueños del país e impedido un debate a fondo que hubiera continuado si Ollanta y Nadine no retrocedían. Este volverá a surgir cuando se sepa quién compra finalmente, y si es ENAP de Chile, la indignación y protesta nacional podrían rebrotar. Y si no pagan los impuestos como debieren, más todavía. En realidad este asunto recién está comenzando y tiene para rato. Habrá que ver, sin embargo, si quienes defienden el rol del Estado pueden romper el cerco mediático y encontrar la forma de hacerse oír. En todo caso, tras la lamentable muerte de Javier Diez Canseco, su reemplazante, Manuel Dammert, versado en el tema, puede colocarlo en la agenda.
¿Y qué papel juegan los Romero en  todo esto?
Como siempre, actúan a través de terceros, no salen al frente. Es un ejercicio del poder indirecto al cual se han acostumbrado hace mucho tiempo. Esta modalidad se desarrolló a partir del momento en que la familia se vino a Lima en los setenta y aprendió a manejar los hilos del poder financiero y político, a “palanquear”. Ahora son socios menores de grandes grupos chilenos y suelen, gracias al palanqueo, allanarles el camino para que entren a los puertos, a las distribuidoras de gasolina, al sistema financiero, y ahora, si ganan, a Repsol. Hasta han apoyado a Enotria, otro de sus socios, para que fabrique DNI, hecho que ha pasado desapercibido pero que es un buen ejemplo de cómo trabajan con sus socios chilenos.
¿El grupo está separado del gobierno  de Humala? ¿Grupos como los Romero ejercen solo una presión desde afuera?
No lo puedo decir con precisión. Se trata de una relación compleja y poco conocida que se establece a puerta cerrada, y los operadores la manejan en paralelo con ministros y asesores que están dentro o logran conectarse con el gobierno. Ese es el juego del grupo establecido por Dionisio Romero Seminario hace décadas y que hoy continúa su hijo sin mayores variaciones. Es su modus operandi.
Pero ¿ha habido contacto personal primero entre Humala y los Romero?
Sí, y me lo dijo el propio Humala en una ocasión.
¿Cómo así? ¿Durante la campaña del 2011?
Antes, en el 2009, cuando el BCP informó a García y a la prensa que una de las cuentas del Nadine Heredia mostraba ingresos provenientes de Venezuela. Ello motivo una amenaza de juicio, hasta que Dionisio hijo hizo una gestión para “explicárselo personalmente”. Humala accedió y hablaron en privado. Me lo contó él mismo poco después. Me llamó la atención que Ollanta pareciera impresionado de haber trabado relación. Indicó que por ser de la misma edad tenían cosas en común, que eran “de la misma generación”. No sé si después habrá habido contribuciones a su campaña. Ese, como sabes, es el secreto político mejor guardado y lo manejó un hermano de Nadine. Tampoco me extrañaría. Lo cierto es que, durante el reinado de los Dionisios, el grupo Romero ha conocido personalmente a todos los presidentes, desde Belaunde a Humala. La única excepción ha sido Valentín Paniagua, a quien le desagradaban esos manejos. Incluso una vez me dijo orgulloso: “Nunca he viajado en una avioneta del grupo Romero”, pues era común que candidatos como Toledo, Flores, García y otros volaran en sus campañas o fueran invitados al famoso tour aéreo a Palmas del Espino. Si esos aviones de ATSA pudieran hablar... 
Y ahora que has terminado tu libro, "Los Romero: fe, fama y fortuna", ¿ves continuidad o cambio en la evolución histórica del grupo Romero?
Mi estudio se centra en las jefaturas y explica cómo funciona el capitalismo familiar en un caso famoso. Los dos primeros jefes, Calixto Romero y Feliciano del Campo Romero, eran españoles de origen campesino que vinieron al Perú a labrar fortuna y se concentraron en negocios en Piura (sombreros y pieles primero, algodón después). Operaban como casa comercial importadora-exportadora, bien conectada al mercado mundial, ahorrando para invertir sus excedentes en empresas grandes en Lima o el resto del país. Pero era una fortuna provinciana, poco metida en política (salvó la conexión que tuvieron con la Falange Española), lo que más bien refuerza la hipótesis de actuar como empresarios extranjeros.
Después, con Dionisio Romero Seminario a partir de 1967 y su hijo desde el 2009, es decir con las jefaturas peruanas, los Romero hacen la transición de grupo algodonero comercial a grupo financiero-industrial y se van a vivir a Lima. Esta mudanza es muy simbólica de sus cambios. Y a partir de ahí, Dionisio el viejo entra en las esferas del poder político. Primero, en los setenta y ochenta, lo hace personalmente en directorios y consejos consultivos, y luego, desde los noventa, aunque sigue tratando con presidentes y ministros cara a cara, comienza a apoyarse en gestores, lobistas, abogados, amigos, consultores; en fin, ese ejército que se ha visto hace poco movilizado para frenar la compra estatal de activos de Repsol y que solía salir en su defensa en la época de los vladivideos. Es un cambio de la apolítica a la política que se construye a partir de un proceso de error y prueba, pero que les permite penetrar en las entrañas del poder y aprovecharlas para ampliar sus negocios, comprar tierras, lograr concesiones tributarias, favores judiciales, al punto que se dice “los Romero nunca pierden un juicio”.
Pero muchos peruanos no comparten esta percepción, más crítica, de la  evolución o involución de los Romero. No faltará quien diga que “les tienes bronca”, que ves lo negativo.
Al poder económico hay que estudiarlo desde todos sus ángulos. El que he expuesto es uno más crítico, cierto, pero construido no por rabia o con ganas de ajuste de cuentas. Lo hago sociológicamente, como interpretación que emana de una larga investigación que no oculta sus logros, pero que, a diferencia de la gran mayoría de lo que se escribe sobre los Romero, no tiene impedimentos ni temores para ver lo negativo. Me ha tomado cuatro años terminar este libro, y mientras investigaba me ha asombrado siempre constatar que mucha gente tiene ideas fijas sobre los Romero. Algunos les tienen enorme admiración y respeto, mientras otros los cuestionan y rechazan, pero pocos se preocupan por conocer su historia, por averiguar cómo operan. Eso es lo que hago en el libro: un proceso penoso y paciente que es indispensable para juzgar la trayectoria de los grupos de poder desde todos los ángulos posibles. Y justamente, hablando de sociología, por eso me ocupo no solo de la fortuna sino también de la fama, que, cierta o falsa, borrosa o precisa, se puede decir que es parte de la realidad y hasta de la fe y las tradiciones que guían a la familia e inspiran a las jefaturas. Se busca separar y relacionar lo objetivo y lo subjetivo.
¿Y a qué viene lo de la fe?
Esa es otra dimensión objetiva-subjetiva. Me explico. Los Romero son católicos de Castilla la Vieja y expresan ese catolicismo rural ancestral que mezcla religión y tradición. Es lo que trajeron al Perú y lo que han traspasado de una generación a otra. Se puede decir que hay cosas en las cuales los Romero de todos los tiempos creen, para señalar una continuidad: empresas y religión, propiedades y fe. La primera la construyeron en el Perú y es cada vez más grande y la segunda la heredaron y, como la fortuna, la mantienen y les ha ayudado a vincularse con la Iglesia. La fe y la tradición, en su versión conservadora, ordenan la vida familiar, definen el rol de los varones y las mujeres, justifican una división sexual del trabajo ancestral. De allí que en el caso de los Romero los varones sean gerentes y las mujeres amas de casa, para que ayuden a “educar a los hijos y les trasmitan valores”, de modo que ellos “puedan desplegar todas sus energías en las empresas”. Eso sigue invariable y es muy típico de esta expresión curiosa de capitalismo familiar de los Romero.
¿Pero esta familia nunca ha tenido líos, broncas? ¿Son acaso católicos ejemplares?
La familia se ha mantenido unida, me refiero a casi todas las ramas, y las principales, aquellas con acciones; lo que a su vez ha preservado intacta gran parte de la fortuna familiar durante ciento cincuenta años, manejada colectivamente por los jefes varones, para seguir agrandándola. Esto es parte de la unión. Se ha creado de ese modo una sinergia: mantén a la familia unida para que la propiedad la maneje como un todo el jefe empresarial-familiar, para que la aumente y diversifique en beneficio del colectivo.
Pero hay líos, como ocurre hasta en las mejores familias. Destacan dos. Uno, la bronca entre Calixto Romero y Ramón, su primogénito, nacido en Catacaos de una campesina Navarro, con quien tuvo una relación antes de casarse con Rufina Iturrospe. Ramón se llevó mal con su padre y también con Feliciano, el segundo jefe. El incendio de Almacenes Romero de Piura en 1933, incidente que causó que ambos bandos se acusaran de maldades, rompió la relación entre Ramón y el grupo Romero. Luego, en tiempos más recientes, una de las descendientes de los Del Campo Romero, heredera de Feliciano, acusa a Dionisio Romero Seminario, su primo segundo, de haberle quitado acciones de este legado. El lío ha dado origen a denuncias y litigios de Margarita Del Campo Vegas y su esposo, que Dionisio, para variar, siempre ha ganado. Pero en ninguno de los dos casos se afectó lo central de la fortuna.
¿Has podido hablar con los Romero y su gente de confianza sobre estos temas?
Hasta donde he podido. He hablado con parientes y gerentes, amigos y enemigos o gente que conocía personalmente ciertos detalles de la historia del grupo, como las gestiones que hiciera Dionisio en el Banco Industrial del Perú para lograr capitalizar los bonos de la reforma agraria, su primer gran éxito en Lima. Con los Dionisios no he hablado ni creo que lo vaya a hacer. Son muy cerrados y solo conceden contadas entrevistas, calculando cuidosamente de qué hablan y con quién hablan. Envié una carta al cuarto jefe, a Dioni, y no me llegó respuesta. A falta de ella, he tratado de verificar los datos con cuanta fuente hablada y escrita de calidad he podido descubrir, y lo que encuentro es fascinante. Es una historia increíble, pero no solo de dinero y empresas, que es lo que atrae a gran parte de los analistas, sino de vida familiar, influencias, manejo del poder que se entremezcla con compra de propiedades y reorganización de empresas.
Y en materia de fuentes, Montesinos sí que dio una ayudita.
Muy cierto y hay que “agradecerle” haber hecho esas grabaciones, cuyas revelaciones luego dan origen a las comisiones investigadores del Congreso, frente a las cuales Dionisio tuvo que declarar. Lo que lamento es que no se haya hecho público el video de la conversación entre Arturo Woodman, Dionisio Romero Seminario y Montesinos de 1996 sobre los problemas con Sendero en Palmas del Espino, que resultó en el envío del grupo Colina a “limpiar” la zona. Creo que jamás será difundido, aunque guardo las esperanzas de que un día aparezca una de las copias. No hay que olvidar que Montesinos no hacía favores gratis y que le gustaba guardar archivos. Me pregunto, ¿son esos archivos los que explican su exigencia de viajar en el avión de los Romero a Panamá el año 2000?
Y viendo a los cuatro jefes Romero en el largo plazo, ¿cuál es el mejor y cuál el peor?
Depende de qué tiempos y factores estemos hablando. Si nos centramos en la calidad de la jefatura y los resultados, el mejor es Feliciano del Campo Romero: con él se inicia la expansión al algodón, el paso a la industria, la entrada a directorios de bancos; en realidad, es el creador del grupo Romero. Sin embargo, es el menos mencionado, quizá porque su brillo opaca a los Romero Iturrospe, hijos legítimos de Calixto, el fundador, o porque no tuvo descendencia y tuvo que pasarle el mando a Dionisio.
¿El peor?
Es difícil decirlo porque la información no es uniforme, pero está entre Dionisio padre e hijo. El padre expandió y globalizó este imperio en momentos difíciles y salió triunfante, sobre todo cuando se convirtió en presidente ejecutivo del BCP y lo defendió de la estatización de 1987, logrando revertirla 100% hacia 1990, y con ello, recuperar las acciones y su puesto. Fue su mejor momento. Pero él mismo provocó su peor momento con sus frecuentes relaciones con Montesinos, y fruto de ellas, el envío del grupo Colina a limpiar la zona de Tocache de senderistas, y cuando autoriza personalmente que Montesinos se vaya del país en una avioneta de ATSA.
De Dioni, Dionisio junior, es muy temprano para hablar. Todavía tiene que hacerse jefe. No parece muy seguro de sí mismo y está expandiendo demasiado al grupo. En todo caso, su peor momento es cuando el frente de anconeros lo derrota el 2011 al impedir la construcción del puerto de Alicorp en Ancón, autorizado gracias a la untuosa relación con el presidente García en su segundo gobierno 
¿Y qué le depara el futuro? Las noticias y los rankings lo ponen por lo alto.
Los rankings se hacen para impresionar. Son para ilusos y admiradores del dinero. A los Romero y sus dos conglomerados, Credicorp y Alicorp, ahora les va bien. Creo que la fortuna de los Romero, colectivamente, se estima en cerca de dos mil millones de dólares y están entre los primeros cincuenta grupos del continente. Suena impresionante, ¿no? Lideran el sistema financiero, son el mayor conglomerado alimentario del Perú y están penetrando en Sudamérica, tienen alianzas estratégicas con capitales chilenos y hasta con los chinos, son los principales latifundistas de la selva; y están entrando en gasolineras, pesquería, minería. Pero si te fijas bien, te das cuenta de que las propiedades y las empresas están muy dispersas y que la familia, al reorganizarse para globalizarse, tiene cada vez menos control accionario. Por otra parte, la historia te enseña que existen tres fuentes de vulnerabilidad: ciclos económicos y políticos negativos y problemas internos que todavía no se han presentado...
Bueno, justamente y para terminar, ¿cuál crees que será su futuro si se presentan esas vulnerabilidades?
Desde que Dioni asumió el mando, los planetas han estado bien alineados. El ciclo político, gracias a Toledo, García y Humala, les ha sido favorable pues el gobierno ha continuado en piloto automático promoviendo las inversiones, es decir, a las grandes corporaciones. El ciclo económico, con la bonanza exportadora de los años 2002-2012, no ha podido ser mejor. Ambos factores han hecho que la fortuna crezca y pase de millones a miles de millones, y por lo mismo la jefatura de Dioni no se ha probado. La mayor vulnerabilidad ahora viene de afuera y es económica. Ya lo probó la crisis de 1998, que casi quiebra a Alicorp pues la agarró endeudada al fusionarse con Nicolini y puso en aprietos a Credicorp, por lo que un desesperado Dionisio tuvo que recurrir a Montesinos. Una clave es la jefatura. Dioni tiene que hacerse jefe en tiempos difíciles. Si falla, podría perder la dirección de Credicorp, donde los Romero solo tienen el 16% y donde han atado muchas de sus otras empresas, las de seguros por ejemplo. Igual si tiene éxito, un pez más grande puede comprarlos. Veremos, pero eso será materia de otro libro.

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