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sábado, 27 de julio de 2013

¿Son silbidos, crujidos o gemidos?

Publicado: Hace 4 horas
En su columna de hoy, Mirko Lauer hace un estudio de cómo va la política en la actualidad, un panorama de los resultados de varias encuestas que cercioran la caída de la popularidad del mandatario Ollanta Humala, que la izquierda ha terminado de divorciarse con él, la toma de mando a la presidencia del Congreso de Fredy Otárola, entre otros asuntos que si se llegan a profundizar, traería una división en el país. 
Aquí, la columna de Mirko Lauer publicada hoy en La República:

Hay cierto consenso respecto de que estamos presenciando un cierto cambio de giro importante en la política. Pero todavía es más fácil percibir los desacomodos que los reacomodos, que deberían venir avanzado el semestre. Por lo tanto todavía es difícil hacer un ranking de los nuevos ganadores, o una evaluación de qué es lo que han ganado.
A grandes rasgos han perdido terreno el Congreso, la Presidencia de la República, y los partidos más grandes.

Han ganado terreno la gestión económica, la calle y, como en los años 80, los movimientos independientes y los pequeños membretes partidarios. Nada de esto es un catastrófico pachacuti, pero es un hecho que el naipe ha sido rebarajado.

Algunos hechos nuevos:
• El bloque tácito de las agrupaciones menores ya está cerca del tercio en el Congreso, con posibilidades de seguir creciendo. Esto es un fortalecimiento objetivo de la oposición.
• La caída más o menos generalizada de la aprobación en las encuestas anuncia un clima de inestabilidad en que pueden florecer medidas efectistas en el Ejecutivo, y un pulseo entre discurso político y discurso económico.
• La calle se ha dejado sentir en la capital. Menos de lo que ella piensa, pero más de lo que reconoce la derecha. Así la izquierda anuncia que ha terminado de romper con Ollanta Humala, y acaso sale a pelearle bases nacionalistas, usando todas las masas de maniobra disponibles.
• El tabique entre los medios convencionales y las opiniones que circulan en las redes sociales se ha adelgazado algo más. Todavía no se trata de un mercado informativo político unificado, pero los puentes están tendidos.
• El movimiento sindical se ha puesto en marcha, unos por derechos y otros por salarios. Que desde el MEF esto sea llamado un ruido político que no afecta las inversiones habla de una soberbia temeraria.
• Con el retroceso psicológico de la institucionalidad democrática, la mesa empieza a estar servida para la aparición de un liderazgo radicalmente crítico de los partidos, promotor de soluciones drásticas y expeditivas.
• El asunto de la repartija ha servido como ilustración de los efectos de un pésimo sistema de elección de congresistas, haciendo notar que la crisis de representación está en la legislación electoral misma.
Si estos desacomodos se llegaran a profundizar, podríamos ver el surgimiento de una suerte de país dual, donde lo económico iría por un lado y lo político-social iría por otro. Una situación difícil de sostener por mucho tiempo, y cuyo desenlace tradicional ha sido el recurso a una salida autoritaria desde el poder establecido. Un libreto que ya conocemos.

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