Religión Con su fondo y
forma propios, el Papa Francisco visita Brasil, el país más católico de
la región, y mueve espiritualmente a un gigante.
Peregrino Sin Protocolo
Mar humano brasileño se abre ante papamóvil.
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Torbellino Brasileño
Los gobernantes brasileños esperaban que el Mundial de Fútbol, a jugarse en 2014, constituyera un espaldarazo a su gestión. Nada como el fútbol para unificar y entusiasmar a un pueblo con la vitalidad del brasileño. Dilma Rousseff, su presidente, tenía dos meses atrás un 60% de popularidad y era la sucesora de un fenómeno político como Luis Inácio “Lula” da Silva, cuyo gobierno extrajo a millones de la pobreza. Las inscripciones universitarias se había duplicado y el empleo y los salarios crecieron marcadamente. La potencia sudamericana proyectaba su economía a nivel mundial. Todo pintaba “óptimo” como dicen los brasileños.El antiguo verso del Siglo de Oro español, sin embargo, mostraba su sabiduría; el color del cristal con que miraban grandes sectores de brasileños mostraba una realidad muy diferente. De repente, poco más de un mes atrás, la chispa de un incremento de 10 centavos en el pasaje de ómnibus en San Pablo generó protestas cuya furia se extendió por diversas ciudades brasileñas.El material combustible radicaba en los reclamos de amplios sectores de la población: una corrupción de dimensiones casi mexicanas (a pesar de los encomiables esfuerzos de Dilma por combatirla entre sus propios ministros); educación y salud de muy pobre calidad; inadecuada infraestructura; ingentes inversiones en estadios sin tener en cuenta otras inversiones sociales y, en general, una falta de respuesta del sistema político a las demandas populares, incluyendo a los partidos de oposición. Hoy, la popularidad de la Presidente es del 30%.
Francisco y Bergoglio
Es difícil imaginar qué hubiese hecho Benedicto XVI en una coyuntura como la que hoy confronta Francisco. Baste señalar que el cardenal Ratzinger (Benedicto), cuando dirigía la Congregación para la Doctrina de la Fe, prohibió al franciscano brasileño Leonardo Boff en 1985 hablar ni escribir nada sobre la Teología de la Liberación durante un año. Este influyente teólogo acaba de escribir una elogiosa biografía del Papa Francisco.Es reconocida la identificación con la pobreza de Francisco desde que era el cardenal Bergoglio. Se conoce, por ejemplo, que no ocupó los aposentos del arzobispo de Buenos Aires sino que utilizaba el cuarto de servicio. Hoy, sigue alojado en Santa Marta con los cardenales y no utiliza los aposentos reservados al Papa. Se desplaza en un pequeño Ford Focus y toma sus comidas en el comedor de la residencia.Junto con estos gestos, que revelan una actitud especial, Francisco se ha propuesto hacer más eficiente y transparente el funcionamiento de la Santa Sede y del gobierno de la Iglesia, que es la Curia. Con tal objeto ha nombrado una comisión especial constituida por 7 laicos y un sacerdote. Conocido es su impulso para resolver los problemas de corrupción que han plagado al Banco del Vaticano.
Su inteligencia y sensibilidad lo llevan a relativizar el pesado boato del formalismo vaticano. Omar Bello, que colaboró con el cardenal Bergoglio durante muchos años en Buenos Aires, en su libro “El verdadero Francisco” relata la siguiente anécdota, cuando dirigiéndose a un obispo español Francisco le dijo: “Tomá Gallego (el recién elegido Papa se refería al anillo cardenalicio). Lo están esperando en Buenos Aires, pero no me hagas lo mismo que Moria Casán… El que observaba la escena sin entender era Bartolomé I, arzobispo de Constantinopla y jefe de la Iglesia Ortodoxa. Francisco se dio cuenta de que Bartolomé no sabía a qué se refería y lo puso en autos. —‘Moria Casán es una vedette argentina que se puso pechos muy pero muy grandes; hace poco la acusaron de robar unas joyas cuando fue a desfilar al Paraguay…’ El Papa argentino estaba en funciones”.
Coincidencias y Desencuentros
La personalidad del Papa Francisco y sus preocupaciones tienen muchos puntos en común con los reclamos de quienes protestan en Brasil. Estas protestas pueden ser consideradas como la ocasión para que Francisco subraye la importancia que la justicia social tiene en la evangelización, no solo para Brasil sino para toda América Latina y su proyección global. La prédica de la fe como sustento de la solidaridad propia de una “iglesia de los pobres” tiene resonancia en los jóvenes que rechazan la rigidez burocrática y la riqueza de una Iglesia Católica que ha perdido el contacto con ellos. Debe recordarse que la formación de los miembros de la Compañía de Jesús, a la que pertenece el Papa, ha tenido desde sus inicios un fuerte contenido evangelizador y de promoción de la dignidad humana de sus fieles. También ha puesto énfasis en la educación, creando y dirigiendo numerosas universidades. Las coincidencias de Francisco con los reclamos populares también coinciden con aspectos sociales importantes de los gobiernos de Rousseff y Lula.El problema de la seguridad del Papa es un tema crucial. Junto con un marcado entusiasmo de los fieles existen grupos que han realizado actos de vandalismo hasta en días pasados. El gobierno ha movilizado a militares y policías en una escala nunca vista ante amenazas de nuevas protestas. Se ha informado, sin embargo, que el Vaticano no ha querido modificar los planes de la visita y que el propio Francisco ha insistido en mantener el contacto personal con los fieles, rechazando el “papamóvil”, por ejemplo, lo cual provoca serios riesgos de seguridad.
El “Neopopulismo”
Como colofón, Dilma Rousseff, con intenciones que aceptan diversas interpretaciones, invitó a la misa de cierre de la JMJ a los presidentes de la región. La primera en anotarse, como de costumbre, ha sido la súbitamente conversa Cristina Kirchner; los presidentes “bolivarianos” le plantearían a Bergoglio la necesidad de referirse al “neopopulismo” como enemigo de la democracia representativa y de la vigencia de los derechos humanos. Esto plantearon los obispos latinoamericanos en 2007 en el documento final de la Quinta Conferencia Episcopal (CELAM) en Aparecida, Brasil, cuya comisión de redacción fue presidida por el entonces arzobispo de Buenos Aires cardenal Jorge Bergoglio. En el documento, los obispos afirman que “vemos con preocupación el acelerado avance de diversas formas de regresión autoritaria por vía democrática que, en ciertas ocasiones, derivan en regímenes de corte neopopulista”.Francisco requerirá del apoyo de todos los ejercicios espirituales que ha hecho en su vida para superar esta prueba que le ofrece, también, una oportunidad única.
En su vuelo de Roma a Río, Francisco departió con los periodistas y uno de ellos le dijo: “Santidad, gracias por empezar a hacer realidad el milagro que tantos esperábamos, el de una Iglesia limpia”, a lo cual Francisco contestó: “Esto recién empieza, recen por mí”. (Por: Luis F. Jiménez)
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