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sábado, 20 de julio de 2013

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Contra la chambonada

Publicado: Hace 1 hora
En su columna de hoy, Augusto Álvarez Rodrich opina que gracias a la participación de la ciudadanía, el pueblo, las redes sociales, y los medios, se venció a la llamada 'repartija' de poderes que iba a estar esparcidas en la Defensoría del Pueblo, Tribunal Constitucional y el Banco Central de Reserva. En tanto, hace un llamado a los políticos el desafío que tiene el país para la elección de nuevos representantes de la política en el futuro.
Aquí, su columna  publicada en La República:
La calle, redes y medios derrotaron a la repartija.
Sería una exageración concluir que un conjunto improvisado de ciudadanos derrotó a ‘la repartija’, pero alguna influencia tuvo la protesta de la calle, las redes sociales y algunos medios, en el retroceso de los políticos que quisieron tomar, como botín, un cuota del poder de instituciones que deben estar al servicio de la sociedad, en lugar de los intereses partidarios.
Esa –y no otra– fue la oposición principal al intento inescrupuloso de transformar el mandato ciudadano de las designaciones en el TC, DP y BCR en una repartija lamentable.
Lo bueno para la sociedad es que el plan de la repartija fue una tremenda chambonada, algo que, en el fondo, no debiera alegrar a nadie pues constituye una expresión más del drama de nuestra política.
La política implica el arte de negociar y pactar para que las cosas se hagan realidad, lo cual obliga a un toma y daca como reconocimiento de que no siempre se puede conseguir todo lo que se quiere.
Pero eso no es a lo que apuntaron los que se enfrascaron en esta repartija que no buscó a personas con prestigio e independencia sino a defensores de su interés partidario.
Es lamentable que en la nómina para los diez puestos se mezclara a personas honorables y capaces –como Francisco Eguiguren y José Luis Sardón, por citar a solo dos ejemplos de orillas ideológicas opuestas– con gente con cuestionamientos relevantes y sin independencia del poder político.
Ese fue el problema que explosionó cuando la repartija creyó que, a pesar de todas las advertencias, había concretado su plan. Entonces, se le opuso una protesta ciudadana que hizo trastabillar su pretensión.
El primero en recular fue el presidente Ollanta Humala, quien apenas una semana antes había defendido –en la entrevista de RPP– la propuesta por la que, además, votó la bancada que él comanda.
Y pronto le siguieron los líderes de las agrupaciones que acordaron la repartija, incluyendo a Alejandro Toledo y Keiko Fujimori, quienes ayer –junto con el PPC– también deshicieron lo que defendieron un día antes.
Nuestros políticos no dan la cara al país para defender sus decisiones; se asustan al primer tuit; no tienen capacidad de lograr acuerdos que beneficien, simultáneamente, a ellos y al país; carecen de una agenda clara y transparente y la que tienen es para negociarla bajo la mesa; y no saben liderar sino solo mandar.
Ese es el drama de nuestra política, que vuelve a demostrar que no satisface la expectativa de los ciudadanos. Lo bueno de estos días, sin embargo, es que estos empiezan a tener ganas de recordarles a los políticos el desafío pendiente en el país y la necesidad de que ellos estén a la altura del mismo. Están notificados.

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