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sábado, 25 de mayo de 2013

César Córdova recuerda hoy la caótica herencia dejada a la pesca por la ex titular del Produce Elena Conterno, convertida en representante de los industriales del sector.
Asistimos a un desfile vergonzoso de títeres y piezas cambiables de un poderoso sector empresarial pesquero, al que jamás gobierno alguno se atrevió a cuestionar su descarada atribución de manejar a su antojo el destino de uno de los más ricos patrimonios naturales que pertenecen a todos los peruanos: la anchoveta.
La reciente designación de la ex ministra de la Producción Elena Conterno Martinelli como presidenta de la Sociedad Nacional de Pesquería (SNP) me permite recordar su gestión y una norma en especial, la Resolución Ministerial 100-2009-PRODUCE, concebida por voluntades mafiosas y la que trajo como consecuencia el sobredimensionamiento de una flota que se convirtió en el constante dolor de cabeza para los titulares del sector que la sucedieron.

La norma que aludo, acogiendo la sugerencia del “nada santo” Gobierno Regional de Áncash e incluyéndola en uno de sus considerandos, dejó establecido que solamente las embarcaciones “artesanales” que están debidamente registradas en las Direcciones Regionales de la Producción (Direpro) podrían extraer anchoveta para destinarla al consumo humano directo (CHD).
A partir de la publicación de esta norma, todos hemos sido testigos del caos que se generó en la Direpro Áncash y la manera tan escandalosa en la que la flota “artesanal” con permiso para pescar anchoveta para CHD pasó de menos de 100 a 237 embarcaciones, lo que originó una serie de denuncias públicas sobre la existencia de naves clonadas y de muchas registradas de manera irregular, así como pagos indebidos que se habrían hecho para ser consideradas en dicho registro y que iban de 10 hasta 20 mil dólares por embarcación, según constan en diversas publicaciones en diarios locales de esa fecha.

Lamentablemente, y de manera irresponsable, la Direpro Áncash, entretenida en su “gran negocio”, no observó el cumplimiento del artículo 8 de dicha norma, que establecía su responsabilidad de verificar con certeza la existencia de un equilibrio entre lo descargado y lo demandado por los establecimientos pesqueros para el consumo humano directo, ni mucho menos el Produce mostró preocupación por el caos que se iba generando en el sector y en medio de ese desorden la elaboración de harina negra alcanzó proporciones escandalosas.

A estas alturas, es necesario añadir un detalle. Debido a la gran ventana legal abierta, las embarcaciones “artesanales” vendían su pesca (que deberían destinarla al CHD) a las grandes empresas pertenecientes a la Sociedad Nacional de Pesquería (SNP), las cuales aparte de pagarles el precio que ellos ponían de manera abusiva (lógicamente un poco mayor al que pagaban las conserveras), les robaban descaradamente en el peso, acciones que les producía enormes ganancias, pero les generaba conflictos con los “artesanales”.
Ese panorama varía cuando se “cocinan” otras normas y entran en acción nuevas plantas reaprovechadoras del residuo y descarte de anchoveta de CHD, las que empiezan a captar esa codiciada pesca de las ahora denominadas “embarcaciones de menor escala” y a elaborar harina súper prime (una harina de mejor calidad que la tradicional), lo que originó los celos y preocupación de las grandes empresas, que ya no las veían como sus abastecedoras sino como aliadas de sus potenciales competidoras. Es así como empiezan a verlas de otra manera y a exigir que se las retire de la actividad extractiva, porque “fomentan” la producción de harina negra.

Esta caótica herencia dejada por la ex ministra Elena Conterno Martinelli que ha quemado las manos de los diferentes titulares del sector, está siendo corregida por la actual titular Gladys Triveño a través del D.S. 005-2012-PRODUCE.
Dos ministras con dos actitudes diferentes hacia la SNP. Una se ha convertido en su nueva presidenta, la otra en su actual pesadilla.

César Córdova Ponce
Director de la revista La Voz del Pescador

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