11:21 - 20 Mayo 2013
César Córdova recuerda hoy la
caótica herencia dejada a la pesca por la ex titular del Produce Elena
Conterno, convertida en representante de los industriales del sector.
Asistimos a un desfile vergonzoso de
títeres y piezas cambiables de un poderoso sector empresarial pesquero,
al que jamás gobierno alguno se atrevió a cuestionar su descarada
atribución de manejar a su antojo el destino de uno de los más ricos
patrimonios naturales que pertenecen a todos los peruanos: la anchoveta.
La reciente designación de la ex
ministra de la Producción Elena Conterno Martinelli como presidenta de
la Sociedad Nacional de Pesquería (SNP) me permite recordar su gestión y
una norma en especial, la Resolución Ministerial 100-2009-PRODUCE,
concebida por voluntades mafiosas y la que trajo como consecuencia el
sobredimensionamiento de una flota que se convirtió en el constante
dolor de cabeza para los titulares del sector que la sucedieron.
La norma que aludo, acogiendo la
sugerencia del “nada santo” Gobierno Regional de Áncash e incluyéndola
en uno de sus considerandos, dejó establecido que solamente las
embarcaciones “artesanales” que están debidamente registradas en las
Direcciones Regionales de la Producción (Direpro) podrían extraer
anchoveta para destinarla al consumo humano directo (CHD).
A partir de la publicación de esta
norma, todos hemos sido testigos del caos que se generó en la Direpro
Áncash y la manera tan escandalosa en la que la flota “artesanal” con
permiso para pescar anchoveta para CHD pasó de menos de 100 a 237
embarcaciones, lo que originó una serie de denuncias públicas sobre la
existencia de naves clonadas y de muchas registradas de manera
irregular, así como pagos indebidos que se habrían hecho para ser
consideradas en dicho registro y que iban de 10 hasta 20 mil dólares por
embarcación, según constan en diversas publicaciones en diarios locales
de esa fecha.
Lamentablemente, y de manera
irresponsable, la Direpro Áncash, entretenida en su “gran negocio”, no
observó el cumplimiento del artículo 8 de dicha norma, que establecía su
responsabilidad de verificar con certeza la existencia de un equilibrio
entre lo descargado y lo demandado por los establecimientos pesqueros
para el consumo humano directo, ni mucho menos el Produce mostró
preocupación por el caos que se iba generando en el sector y en medio de
ese desorden la elaboración de harina negra alcanzó proporciones
escandalosas.
A estas alturas, es necesario añadir un
detalle. Debido a la gran ventana legal abierta, las embarcaciones
“artesanales” vendían su pesca (que deberían destinarla al CHD) a las
grandes empresas pertenecientes a la Sociedad Nacional de Pesquería
(SNP), las cuales aparte de pagarles el precio que ellos ponían de
manera abusiva (lógicamente un poco mayor al que pagaban las
conserveras), les robaban descaradamente en el peso, acciones que les
producía enormes ganancias, pero les generaba conflictos con los
“artesanales”.
Ese panorama varía cuando se “cocinan”
otras normas y entran en acción nuevas plantas reaprovechadoras del
residuo y descarte de anchoveta de CHD, las que empiezan a captar esa
codiciada pesca de las ahora denominadas “embarcaciones de menor escala”
y a elaborar harina súper prime (una harina de mejor calidad que la
tradicional), lo que originó los celos y preocupación de las grandes
empresas, que ya no las veían como sus abastecedoras sino como aliadas
de sus potenciales competidoras. Es así como empiezan a verlas de otra
manera y a exigir que se las retire de la actividad extractiva, porque
“fomentan” la producción de harina negra.
Esta caótica herencia dejada por la ex
ministra Elena Conterno Martinelli que ha quemado las manos de los
diferentes titulares del sector, está siendo corregida por la actual
titular Gladys Triveño a través del D.S. 005-2012-PRODUCE.
Dos ministras con dos actitudes
diferentes hacia la SNP. Una se ha convertido en su nueva presidenta, la
otra en su actual pesadilla.
César Córdova Ponce
Director de la revista La Voz del Pescador
No hay comentarios:
Publicar un comentario