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lunes, 25 de noviembre de 2013

Plata con plática

Mi deuda es culpa del banco

Probablemente no aceptarías comer algo cuyos ingredientes son desconocidos. ¿Por qué entonces aceptamos una tarjeta de crédito cuando no sabemos cómo usarla?
Elaine Miranda | 25/11/2013
Images Money/Flickr.com/Creative CommonsFoto: Images Money/Flickr.com/Creative Commons
Un agente de ventas del banco te llama a tu celular. Vos empezás por preguntarte cómo habrán conseguido tu teléfono, pero rápidamente tu mente divaga de ese pensamiento y comienza a escuchar a la persona que está al otro lado de la línea: te están ofreciendo una tarjeta de crédito. De hecho, probablemente no sea la primera vez. Vos aceptás.
El alegre agente te felicita por tu excelente decisión, al tiempo que te pide más detalles para cerrar el trato y acuerdan el tiempo y el lugar donde te entregará tu flamante y brillante tarjeta de crédito: la posibilidad de gastar más, pensás vos.
Con tarjeta en mano, considerás oportuno celebrar tu nuevo dinero disponible y quizás invités a tus compinches a unas cervezas… o tal vez decidás llevar a tu pareja a cenar. Y así comienza tu vida acompañado o acompañada por una tarjeta de crédito.
Vos no sabés cuándo y cuánto te toca pagar. Es incluso posible, que no sepás cuál es el límite de crédito que te dieron y te sorprendás cuando un día querés pagar con tu tarjeta y el del mostrador te dice “no pasa”.
Transcurren los días, las semanas y meses, y los estados de cuenta empiezan a llegar. En ese momento se te ocurre que todo lo que has comprado con tu plastiquito, se lo tenés que pagar al banco y no tenés el dinero para hacerlo. Decidís pagar el mínimo y seguir gastando.
Lo que acabás de leer es un corto relato de cómo empezamos a endeudarnos. He visto la historia repetirse en innumerables ocasiones y el estrés que causa vivir una vida de deudas podría evitarse si fuésemos consumidores responsables.
¿Acaso aceptarías comerte una comida que no tenés idea de que contiene? Probablemente no. ¿Por qué entonces aceptamos una tarjeta de crédito cuando no sabemos cómo usarla? La posibilidad de tener más dinero y comprar más cosas es una irresistible tentación, pero se nos olvida que la oferta no es dinero extra, ni dinero gratis, sino un simple financiamiento a corto plazo que nos da el banco.
Tener una tarjeta de crédito puede ser muy útil si se sabe usar, pues pagando en tiempo y forma lo consumido, podés beneficiarte con millas, premios y puntos. El problema es que no queremos hacer la tarea de aprender a usarlas y después lo más fácil es culpar al banco. “Los bancos son unos ladrones”, “Yo no sé por qué sigo pagando, me están robando”, “No debieron ofrecerme esta tarjeta de crédito” son algunos de los lamentos y quejas que he escuchado de personas que están hasta el cuello con sus deudas.
Pero seamos claros: las reglas del juego están puestas en el contrato, y si no, siempre existe la posibilidad de que llamés y averigüés lo que necesitás saber. El banco tiene un negocio por el que velar, por lo que a la persona que le debe interesar aprender a manejar su crédito y  no pagar intereses es a vos, no al banco.
Culpar a otras personas, empresas o instituciones es más fácil que enfrentarnos a la realidad y aceptar que cometimos un error: preferimos culpar lo externo que lo interno. Sin embargo, cuando comenzamos a reconocer nuestra responsabilidad, es más fácil buscar soluciones y hacer cambios, porque te das cuenta que está en tus manos hacerlo y no en las de nadie más.
En conclusión, culpar al banco por tu nivel de deuda, sería como culpar a McDonald’s –o a cualquier otro restaurante de comida rápida- por tu obesidad. Seamos consumidores responsables y de la misma manera en que buscamos las calorías de lo que nos comemos, leamos las letras pequeñas de los contratos que firmamos.
¿Y vos? ¿Cuál ha sido tu experiencia con las tarjetas de crédito? ¿Cómo llegaste a tener la primera? ¿Estás seguro que sabés usar la tuya?
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