Mundo de ¿caramelos?
Que tire el primer chocolate quién no ha probado alguna vez una golosina. La obesidad es una enfermedad que ha dejado de ser exclusiva de los adultos, ahora más que nunca nos preocupamos por lo que comen los pequeños de la casa. Pero, ¿será tan fácil solucionar este problema? Dicen que no hay nada más sencillo que quitarle un dulce a un niño. Llegó la hora de intentarlo
Publicado: Hace 2 horas
¡Rómpela, rompe la piñata, rómpela! Se escucha como
fondo en una fiesta infantil. De pronto, una lluvia de colores cae al
suelo. Un mar de pequeños se arrojan y luchan unos contra otros por
ganarse el dulce más grande. Caramelos y chocolates se convierten en el
botín para niños que apresurados guardan en las carteras de sus madres
la presea dorada. Es un festival en donde todo está permitido. Ese día,
los infantes pueden tomar gaseosas las veces que quieran y consumir el
manjar bendito que para esa edad son las golosinas.Una vez al año no hace daño, pero ¿qué ocurre si este escenario colorido se transforma en pan —o golosina— de cada día para los pequeños? El gordito sanito que puede ser un hijo ante los ojos de los padres, está en camino a convertirse en un adulto con diversas enfermedades que podrán en riesgo su vida más adelante. En épocas que los siete pecados, las chapadas y las escondidas están empolvadas en el baúl de los recuerdos, y en donde los juegos de video son la sensación del momento. El niño con una bolsa de chizitos en la mano, sentado en un sillón de cuero jugando playstation 3, ha dejado de ser una imagen tierna, para transformarse en una postal de un mundo abierto al consumo de comida poco saludable que viene sin instrucciones de uso.
De “casa” le viene al galgo
¡Nunca
más vas a comer golosinas!, ¡si te portas bien, te compro un dulce! Son
las típicas frases de los padres que premian o castigan a sus hijos.
Estas dos caras de la moneda, a pesar de ser tan opuestas tienen algo en
común: están condicionando al niño. Y no hay nada peor que eso, porque
si para los adultos lo prohibido es lo más atractivo, imagínese para un
niño. Comer un simple chocolate puede transformarse en una incontrolable
obsesión.
Para la nutricionista Milagros
Agurto, debe existir un equilibrio al respecto. “Los niños pueden
consumir de vez en cuando este tipo de alimentos, pero deben saber que
no siempre van a poder hacerlo”. La especialista comentó que son los
padres los responsables de la alimentación de los hijos. “Quiero que la
gente intente tener una actitud proactiva. Los padres deben preocuparse
de que sus hijos hagan ejercicios, es necesario regular el uso de los
videojuegos, sé que los padres llegan cansados a las casas, pero nos
estamos olvidando de preocuparnos por la salud de nuestros hijos”,
señaló.
Gordo no es el que come más. Desde
siempre se ha tenido la errónea creencia que el alto consumo de
alimentos está directamente relacionada al sobrepeso en los niños.
Milagros Agurto consideró en este caso que “no estamos tomando en cuenta
todas las causas que originan el problema las cuales son más sociales y
económicas y hasta genéticas”.
De igual
forma, la nutricionista recomendó a los padres que preparen loncheras
con alimentos balanceados. “Un poquito de maní, una fruta, un yogurt
natural, un queque. En general alimentos que lleguen a la escuela de
forma apropiada son los ideales”, puntualizó.
Analfabetos nutricionales
Comer
un dulce nunca fue tan peligroso. Así es, las cifras son alarmantes,
aproximadamente un 15 a 20 por ciento de niños y adolescentes en edad
escolar presentan problemas de sobrepeso y obesidad en el país, según
cifras del Sistema Metropolitano de Solidaridad (Sisol).
“Es
importante que consideremos a la obesidad como una enfermedad en sí
misma y como puerta de entrada hacia otro males crónicos”, nos cuenta la
nutricionista Fabiola Jiménez (Red Peruana de Nutrición).
Aunque
suene descabellado, se están encontrando casos de niños con
triglicéridos altos y hasta con diabetes. Esta terrible alucinación se
ha convertido en realidad y sin lugar a dudas, se presenta por el alto
consumo de alimentos poco saludables que contienen grasas trans,
colorantes, y gran cantidad de azúcar.
“Lo
más importante para solucionar el problema de la obesidad infantil es la
transformación de escenarios. No son solo los padres quienes deben ser
los encargados de educar a los menores, sino también les corresponde a
los colegios”, dijo la especialista. “Vivimos en un país de padres y
maestros que son analfabetos nutricionales. Pero no hay que cargarle
todo el peso a ellos, para eso hay profesionales que estudian 5 años
estos temas”, añadió.
Según la
nutricionista, otra posible solución sería la promoción de alimentos
saludables a través de los medios de comunicación. “Es necesario dar a
conocer cómo se debe alimentar a un niño”, recalcó.
“Delgada” autoestima
¡Ñoño!
¡Botija! ¡Panzón! Son algunos de los crueles apodos que sufren los
niños con sobrepeso en las escuelas. El gordito que era premiado con
dulces y que se deleitaba repitiendo el almuerzo ante la mirada de
satisfacción de los padres, es ahora punto de burla de sus compañeros de
clase. A su corta edad, debe sufrir los maltratos verbales —y hasta
físicos— de sus “amigos”. Solo le quedan dos opciones, agachar la cabeza
y llevar la procesión por dentro o utilizar la fuerza que tiene a
diferencia de sus pares para agredirlos e imponer respeto. Cada
alternativa es peor que la otra.
En una
conversación con la psicóloga Dra. Mirian Grimaldo señaló que “los
comentarios negativos de los compañeros afectan la construcción del auto
concepto que tienen los niños sobre ellos mismos y los marca en el
desarrollo de su autoestima”. Ante este problema, según la experta, los
padres deben incentivar comentarios positivos respecto a sus capacidades
y posibilidades. “Es importante intervenir a tiempo llevando a los
pequeños a un profesional especializado”, recomendó.
¿Cuál es el peso ideal?
Voluminosas
pancitas y rollitos que sobresalen son sinónimos sin duda de que algo
no anda bien en el cuerpo de tu pequeño. Si te das cuenta que tu hijo
sufre o podría estar sufriendo de sobrepeso u obesidad utiliza el método
del Índice de Masa Corporal (IMC) para salirte de dudas. ¿Cómo
funciona? Es simple, se calcula dividiendo el peso del sujeto expresado
en kilogramos, entre el cuadrado de su altura en metros.
Por
ejemplo, si el pequeño pesa 36 kg. Y mide 1.30 metros. La fórmula
sería:
36 / (1.38)² = 18.90. El resultado nos muestra un IMC dentro del
rango ideal.
Según la OMS (Organización Mundial de la Salud):
• Un IMC de menos de 18,5 se considera por debajo del peso normal.
• Un IMC situado entre 18,5 y 24,9 corresponde a un peso normal y con un peso dentro de lo que se considera saludable.
• Un IMC entre 25,0 y 29,9 indica un claro sobrepeso. • Un IMC entre 30,0 y 39,9 corresponde a lo que se considera obesidad.
• Un IMC de 40,0 o mayor es lo propio de una obesidad severa o mórbida.
• Un IMC de 35,0 o más, con la presencia de al menos otro factor de morbilidad significativa es también clasificado por algunos especialistas como índice de obesidad mórbida.
• Un IMC situado entre 18,5 y 24,9 corresponde a un peso normal y con un peso dentro de lo que se considera saludable.
• Un IMC entre 25,0 y 29,9 indica un claro sobrepeso. • Un IMC entre 30,0 y 39,9 corresponde a lo que se considera obesidad.
• Un IMC de 40,0 o mayor es lo propio de una obesidad severa o mórbida.
• Un IMC de 35,0 o más, con la presencia de al menos otro factor de morbilidad significativa es también clasificado por algunos especialistas como índice de obesidad mórbida.
Una luz de esperanza
Imagínese
esta dieta infantil. Desayuno: Quinua o avena; Lonchera: Frutas y jugos
naturales; Almuerzo: Hígado o Pescado. Suena un sueño imposible ¿no?
Pero, no se caiga de donde se encuentra leyendo esta nota, existe un
nido llamado Descubriendo ubicado en La Molina que cada día tiene un
menú especial —y saludable— para los pequeños. Esta iniciativa parte de
la municipalidad de este distrito que cubre los gastos de la
alimentación de los pequeños.
“Si los papás
les mandan chocolates a los niños, se les pone en la agenda que no deben
hacerlo, de ninguna manera se les da la golosina”, nos cuenta la
profesora Sofía Flores.
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