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martes, 29 de octubre de 2013


Riesgosa timba política

Por Mirko Lauer
La revista Caretas juega esta semana con la hipótesis de una apuesta del fujimorismo a la inhabilitación de Alan García. El instrumento elegido sería dar más apoyo a una megacomisión que se está deshilachando. Un favor al gobierno que sacaría de en medio a un peligroso rival del 2016. No es un camino fácil, y está sembrado de peligros.
Para inhabilitar a García sería preciso demostrar las acusaciones que ahora circulan. La más seria de ellas, los narcoindultos, ya está tambaleando en un panorama de testigos no confiables y operadores inexplicables. Asociarse a semejante operación, de resultados impredecibles, parece más bien políticamente costoso.
De otra parte, ayudar al oficialismo a inhabilitar a García no podría ser algo confinado a una comisión o dos. Para concretarse, en el entendido de que las acusaciones pudieran probarse, exigiría votar junto a Gana Perú en el Pleno del Congreso, para ayudar a reunir los dos tercios necesarios a la hora de los loros.
Pero si las acusaciones se llegaran a demostrar, quizás al oficialismo no le sería muy difícil reunir los 88 votos necesarios. Pues todos los sectores, grandes y chicos, sentirían que su ficha avanzaría con esa inhabilitación. Además no es seguro que todos los congresistas del fujimorismo votarían contra García.
En las actuales circunstancias del fujimorismo, cuyas diferencias internas en la cúpula Caretas reseña en el mismo artículo, acercarse al gobierno para una alianza antiaprista sería una iniciativa erizada de complicaciones. Para Keiko Fujimori el surgimiento de un liderazgo alternativo en sus filas es un peligro permanente.
Pero está claro que los fujimoristas algo tienen que hacer frente a García, que suelto en campaña les podría comer buena parte de los votos derechistas. Sin duda es el político al que no desean tener al frente en una segunda vuelta, si llegara el caso. Pero a la vez es el rival que les sería más cómodo de presidente.
Aunque a pesar de las coincidencias en política económica, no hay amor perdido entre García y los Fujimori. Ellos lo persiguieron. Él no movió un dedo para evitar la extradición y prisión de Alberto Fujimori, y ciertamente no lo indultó. La alianza Apra-fujimoristas en el Congreso se mantuvo dentro de un cerco sanitario, por así llamarlo.
En el fondo, el verdadero enemigo electoral de Keiko Fujimori para el 2016 es su padre, cuyas peripecias mantienen muy viva la imagen del fujimorismo manipulador y básicamente inescrupuloso. Si el Alberto Fujimori del 2011 tenía para muchos una imagen de víctima, hoy aparece como el rey de los psicosociales carcelarios y judiciales.

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