Una entrevista chévere con el Policía Chévere
La cita era a las 8 de la noche en San Borja, y yo estaba un poco lejos, en San Isidro. Ya me sentía bastante mal llegando tarde para luego darme cuenta que le estaba mandando disculpas por whatsapp mientras manejaba… ¡a un policía!. En fin, no estaba pensando en la papeleta, sino en llegar rápido. Este joven había tenido la deferencia de revelarme su identidad y aceptarme una entrevista, y yo no podía sentirme más agradecida por eso.No daré ningún detalle de su aspecto físico para no exponerlo, pero sí puedo decir que a primera vista me pareció estar frente a un joven común, para nada el estereotipo del policía, esquematizado, tosco y medio regordete. No. Este era un chico normal. Si en Twitter no parece policía, pues en persona menos.
“Hola, soy… ¿Qué café quieres, expreso, capuchino, mocha?” me preguntó casi de entrada. Yo me pedí mi clásico expreso simple y él un mocha capuchino. Como buen caballero, pagó la cuenta, y lo hizo con su tarjeta de débito del Banco de la Nación en la que le depositan su sueldo de policía.
Nos sentamos en una mesita a charlar. Podía empezar preguntando qué lleva a un policía a volverse tuitero, pero en realidad la pregunta era qué lleva a un joven a volverse policía en estos tiempos. Me contó que desde muy pequeño sintió la necesidad de servir a los demás, así había crecido, así le habían enseñado que debía ser. Cuando le llegó el momento de elegir una profesión, no lo dudó. Policía siempre fue su primera y única opción. “¿No sientes temor por tu seguridad, por lo que pueda pasar más adelante?”, le pregunto, y él la tenía muy clara. “Cuando uno entra a la Escuela no creo que lo haga pensando en que estará en una oficina toda su vida tranquilo, o de civil para que nadie lo reconozca. Uno sabe a lo que se expone, es una vocación, sabes a lo que te atienes, los pros y los contras”.
Así como en persona es un joven como los que podrías encontrarte en cualquier lugar, Policía Chévere es también un policía con el que podrías encontrarte en cualquier lugar. Hace patrullaje a pie, y le encanta. “Un policía debe ser una persona proba, basada en valores éticos y morales inquebrantables, incorruptible, y que tenga empatía para que pueda relacionarse con las personas y ayudarlas”, me dice.
Claro, es chévere, pero también es humano, y no siempre tiene que estar con buena disposición. Sin embargo me dice que ha aprendido a meterse los problemas en una mochila imaginaria, “a reír y cantar de sus dificultades”, y solo cuando llega a su casa, puede darse la libertad de abrir esa mochila, y llorar y renegar si quiere.
Su presencia en Twitter también derivó de esa vocación de servicio, quería ayudar y creó una cuenta, pero no quería ser tomado con la voz oficial de su institución, así que le cambió de nombre y nació @PoliciaChevere. Desde entonces su seguidores han crecido como la espuma. Al cierre de este post tenía cerca de 700, quienes le piden información sobre trámites y procedimientos. De vez en cuando quieren que opine sobre hechos policiales, pero él conoce sus límites, y se excusa.
Me dice que no es su intención volverse protagonista, pese a que ya otros periodistas le están pidiendo entrevistas, y que no le preocupa si su Institución llegara a enterarse de quién es en realidad porque no cree estar haciendo algo malo. “A la gente no le importa el apellido, la gente necesita una imagen, un símbolo que represente a la Institución y que les dé a entender que hay policías que estamos haciendo una buena labor”, dice.
Terminamos nuestros cafés, le agradecí la entrevista y lo acerqué a su casa. Cuando regresaba no pude evitar pensar maquiavelicamente: ¿Y sí la Institución sabe. Si @PoliciaChevere es parte de un muy bien estructurado plan para mejorar su imagen y acercarse más a la gente a través de las redes sociales? Bueno, pues si es así, lo está haciendo muy bien.
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