La muerte de Don Eligio o el precio de acudir a la justicia en Ciudad Juárez
La historia de un hombre que denunció la extorsión por parte de policías federales y ha sido hallado asesinado conmociona la frontera
Diez agentes están detenidos, pero no hay pruebas concluyentes contra ellos
Su nombre era desconocido pero su hazaña no. Septiembre de 2011. Un
individuo se presenta en una oficina de la Procuraduría (fiscalía)
General de la República en Ciudad Juárez y denuncia que unos individuos
asaltaron su domicilio y lo secuestraron. Los criminales, asegura, le
robaron sus tarjetas bancarias y le amenazaron: o entregaba 5.000
dólares o lo incriminarían como narcotraficante. El denunciante acusa
del asalto a policías federales. La representante de la fiscalía da por
buena su palabra y 10 agentes de policía se encuentran detenidos desde
entonces en relación con estos hechos. El fin de semana pasado fue
hallado un cuerpo sin vida que presentaba heridas de cuchillo y le
habían prendido fuego. El lunes, todo México supo que se trataba de Don
Eligio Ibarra Amador, de 62 años de edad, el denunciante de los policías
federales.
En septiembre pasado, la voz de quien hoy sabemos era don Eligio, narró que una noche llegaron los policías federales a su domicilio. De alguna manera la visita no le sorprendió del todo. Ya antes lo habían asaltado. Se quiso escabullir por la puerta trasera de su casa pero al llegar a esa salida ya lo esperaban dos agentes. Se escondió. Alertó vía telefónica a sus familiares. Fue descubierto y los policías-asaltantes le ordenaron que telefoneara de nuevo a su familia y les mintiera, que dijera que ya se habían ido. Llamó de nuevo pero insistió: aquí están. Se ganó golpes e insultos.
Le dieron unos días para que consiguiera el dinero que tendría que pagar para que le dejaran en paz. Se armó de valor y contó a la fiscal Elizabeth Herrera que era víctima de una extorsión. Se montó un operativo y los policías federales fueron detenidos cuando pretendían cobrar a don Eligio.
El caso era ya notable en una Ciudad Juárez que se quiere convencer, sin mucho éxito, de que las cosas están “desagravándose”. La caída en el número de homicidios en esa población fronteriza es un hecho (el índice bajó de 2010 a 2011 en 33%, de 3.115 a solo 2.086 asesinatos anuales), pero esa baja en las cifras de muertes dolosas se relativiza cuando la violencia golpea con la severidad con la que ha cobrado la vida de alguien que se atrevió a denunciar a unos policías federales.
En el caso de la muerte de don Eligio Ibarra Amador, la fiscalía de Chihuahua ha informado que ha abierto una línea de investigación por robo de automóvil (el fallecido se dedicaba a la compra-venta de componentes de automóviles). Y aunque el martes don Eligio tenía una cita en el juicio en contra de los diez exagentes que le secuestraron, no hay aún indicios que liguen a la muerte del empresario, que ya tenía a su familia viviendo en Texas, con el caso de los policías federales apresados.
La noticia de la muerte de Ibarra Amador se dio a conocer el mismo lunes en que cuatro mujeres fueron asesinadas en Ciudad Juárez. Y el mismo lunes en que trascendió que los 12 cuerpos encontrados en enero pasado en Valle de Juárez, región de la que forma parte el municipio de Ciudad Juárez, corresponden todos a mujeres. Se han identificado seis de esos restos: eran jóvenes desaparecidas en 2009 y 2010 y cuyas edades, cuando fueron secuestradas, fluctuaban entre los 15 a 19 años. En otras palabras, la Ciudad Juárez de siempre.
En septiembre pasado, la voz de quien hoy sabemos era don Eligio, narró que una noche llegaron los policías federales a su domicilio. De alguna manera la visita no le sorprendió del todo. Ya antes lo habían asaltado. Se quiso escabullir por la puerta trasera de su casa pero al llegar a esa salida ya lo esperaban dos agentes. Se escondió. Alertó vía telefónica a sus familiares. Fue descubierto y los policías-asaltantes le ordenaron que telefoneara de nuevo a su familia y les mintiera, que dijera que ya se habían ido. Llamó de nuevo pero insistió: aquí están. Se ganó golpes e insultos.
Le dieron unos días para que consiguiera el dinero que tendría que pagar para que le dejaran en paz. Se armó de valor y contó a la fiscal Elizabeth Herrera que era víctima de una extorsión. Se montó un operativo y los policías federales fueron detenidos cuando pretendían cobrar a don Eligio.
El caso era ya notable en una Ciudad Juárez que se quiere convencer, sin mucho éxito, de que las cosas están “desagravándose”. La caída en el número de homicidios en esa población fronteriza es un hecho (el índice bajó de 2010 a 2011 en 33%, de 3.115 a solo 2.086 asesinatos anuales), pero esa baja en las cifras de muertes dolosas se relativiza cuando la violencia golpea con la severidad con la que ha cobrado la vida de alguien que se atrevió a denunciar a unos policías federales.
En el caso de la muerte de don Eligio Ibarra Amador, la fiscalía de Chihuahua ha informado que ha abierto una línea de investigación por robo de automóvil (el fallecido se dedicaba a la compra-venta de componentes de automóviles). Y aunque el martes don Eligio tenía una cita en el juicio en contra de los diez exagentes que le secuestraron, no hay aún indicios que liguen a la muerte del empresario, que ya tenía a su familia viviendo en Texas, con el caso de los policías federales apresados.
La noticia de la muerte de Ibarra Amador se dio a conocer el mismo lunes en que cuatro mujeres fueron asesinadas en Ciudad Juárez. Y el mismo lunes en que trascendió que los 12 cuerpos encontrados en enero pasado en Valle de Juárez, región de la que forma parte el municipio de Ciudad Juárez, corresponden todos a mujeres. Se han identificado seis de esos restos: eran jóvenes desaparecidas en 2009 y 2010 y cuyas edades, cuando fueron secuestradas, fluctuaban entre los 15 a 19 años. En otras palabras, la Ciudad Juárez de siempre.
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