Por: Luis Enrique Ita Lombardi
Alguna vez conversaba con un amigo sacerdote y me decía : Qué complejos somos los seres humanos cuando mezclamos sentimientos y acciones. Los abuelitos del asilo, decía, han estado abandonados buen tiempo, y el Día del Padre me han traído tal cantidad de bizcochos y bocaditos que ahora los tengo, a unos empachados y a otros con una diarrea incontenible, que va a costar trabajo aliviarlos. Igual, para el Día de la Madre, demostramos tanto amor a la progenitora, que lo gastamos todo en un solo dia y ya no tenemos el mismo sentimiento para el resto del año.
Algo así sucede en cada proceso eleccionario, nos invade un gran amor por nuestra tierra, empezamos a visitar lugares que posiblemente, una vez pasada la euforia electoral, nunca mas vamos a regresar. Los candidatos en su mayoría adelantan navidad y empiezan a regalar para el día, aunque luego no les importe si esa gente va a comer el resto del año…Y, el sufrido pueblo a quien dirigen sus afanes, ya agarró la tónica, y el domingo se alista desde muy temprano, para estar alerta de los visitantes que empiezan a llegar con su cargamento de polos, pescado, panetones e ilusiones.
Ese es el ambiente que hemos empezado a vivir; pero ya que los candidatos no se animan a cambiar de actitud, les recomendaríamos que por lo menos se pongan de acuerdo para no converger todos en un mismo sitio y así poder tener un mayor número de lugares visitados y como tal, mayor número también de personas agraciadas con el producto de su bondad.
A mal que no tiene remedio pongámosle buena cara; pero, hay que pensar con mas amplitud, no se trata de dar de comer un día sino, de crear las condiciones para saciar el hambre en forma permanente
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