El Mg. Job Felix Aguirre Espinoza y trabajadores en su conjunto de la Dirección Regional de Educación de Ancash, SALUDAN de manera respetuosa y comprometida al nuevo vicepresidente de la región Ancash y Presidente encargado Lic. Roy Ipanaque Otta, comprometiéndose a desarrollar acciones que lleven por el sendero del éxito su gestión al frente del Gobierno Regional.
El Gobierno Regional de Ancash tiene un compromiso con la educación, por lo que la DREA tiene la firme convicción de trabajar en base a los principios del nuevo presidente regional y de acuerdo a los proyectos que están por desarrollarse. Creemos firmemente que, el sistema educativo de nuestra región será bien atendido y apoyado por el gobierno del Lic. Roy Ipanaque Otta; por lo que nos ponemos a disposición y ofrecemos nuestro compromiso en sumar esfuerzos por el desarrollo de nuestra educación regional.
Atentamente,
Mg. Job Felix Aguirre Espinoza
Director Regional de Educación
Ancash
ya se puso a dispocisión del corrupto de Roy el todavia "director" de la DREA
ResponderEliminarAl toque se alinean los arrastrados..ya no tardan aqui tambien a hacer lo mismo..es que los comandos no saben hacer otra cosas que franelear para vivir.
ResponderEliminares cierto, pero mejor que eso deberian poner a disposicion a todos los profesores corruptos que cobran por examenes de admision en universidades como su hermano ivan ipanaque y que junto a roy se dedican a eso en la villarreal,
ResponderEliminarhasta roy ha llevado al sinverguenza de montesinos de abogado de la region , falta que lleven al profesor de kunfu y formen la region asiatica y otros mas,pues es asi la region y lo que estos tiene ,solo la suuerte les da l oque siemrpe buscaban y sellama poder.
o ya se olvidaron que ivan ipanaque salio ne diario ojo por ser uno e los que vendia las claves para los examenes de las universidades.e ncasma todo puede pasar y nunca pasa nada.por eso n soe quejen despues
LA CULTURA DEL SOBON
ResponderEliminarNo es tan difícil descubrir a un sobón. Generalmente están alrededor de la gente poderosa en lo político, económico o social. Pero hay indicios que ayudan a ubicarlos: Su regla de vida fundamental es que el Jefe nunca se equivoca y por tanto debe apoyársele todo lo que hace porque siempre es “bueno”.
En consecuencia, los actos y las opiniones del jefe tienen que ser aplaudidas y repicados al viento como señales de sabiduría. Por consiguiente, sus iniciativas están llenas de originalidad, demuestran sentido de la oportunidad y obligan al sobón a respaldarlas con sentido entusiasmo.
No importa si el jefe después cambia de opinión. Su concepto de “lealtad” hace que el sobón se acomode velozmente a la nueva situación como si nada. Su espina dorsal está hecha para la flexibilidad en la agachada. Aunque a veces el error del jefe es tan clamoroso que el sobón puede, si guarda algún resquicio de dignidad, mantener un sacrificado silencio lleno de vergüenza.
El sobón auténtico es siempre un cómplice de los errores del jefe porque para mantener su apoyo tendrá que embarrarse junto a él. Así, no le quedará otra alternativa que contribuir a ocultar errores y traspiés.
No en vano el sobón ha pasado buen tiempo estudiando sus intereses. Sabe que tiene que ganarse la confianza del jefe a como dé lugar. Ya conoce qué le gusta al jefe, qué cosas desea escuchar, a cuáles sonríe con placer.
Precisamente por ello el sobón está siempre al alcance. Su disponibilidad es permanente. Si se aleja, el jefe puede recurrir a otro y eso sería el fin de su existencia. El jefe nunca debe ser molestado con críticas. Hasta sus defectos se convierten en virtudes. Si es borracho, qué macho; si es adúltero, qué lechero; si es homosexual, qué liberado, si es coimero, que bueno; si es tránsfuga, que inteligente; si es aceitado, que comprensivo; si es rata, que comando.
El sobón inteligente sabe que el jefe debe ser suministrado con información que aliente su ego y no cejará de suministrársela diariamente como una medicina.
Pero la bajeza del sobón lo obliga a soportar no pocas veces el maltrato del jefe. Eso es parte del pacto. Los jefes requieren tener la certeza de que, aceptando tal abuso, la incondicionalidad del sobón está garantizada. El sobón se ofrecerá de voluntario para todo lo que el jefe necesita: desde manejarle su auto hasta prepararle un discurso o alcanzarle un plato de comida. Su agudeza consiste en adivinar qué querrá el jefe en las próximas horas o días.
Los pensamientos y hasta los chistes del jefe son siempre geniales. El sobón aprende a simular la risa con una espontaneidad que engaña a cualquiera. La fabrican y la sueltan en un abrir y cerrar de ojos.
El cumpleaños del jefe es casi una fiesta religiosa. Su celebración debe ser debidamente programada y merecer muchas “sinceras” felicitaciones. El sobón tendrá que ser el primero, sí, el primero en el abrazo.
Hay sobones que hasta se acostumbran a comer lo que come el jefe, a ir al baño a las mismas horas que va el jefe y hasta duermen sólo cuando el jefe duerme. Los sobones son de distintos niveles. De ministros a gerentes, y no faltan los de medio pelo. Pero en el fondo todos son iguales.
Los sobones sobreviven tantos años, tantos pueblos, tantas dirigencias, porque la naturaleza humana es muy débil ante la adulación. Y cuanto más mediocre es una persona, más necesita gente a su alrededor que lo refuerce ante su sentimiento de inseguridad.
La desgracia es que la acción de estos sobones hace que los jefes (económicos, políticos, sociales) no vean la realidad y piensen que los “sobones” son interlocutores válidos con el mundo externo.
No conozco la solución a tan grave problema. Lo ideal sería juntar de vez en cuando estos relatos de sobones y zamparlos al pantano para que se hundan en la mugre de la cual salieron.