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jueves, 5 de diciembre de 2013

Nelson Mandela 1918-2013

Adiós, Madiba

Muere a los 95 años el hombre que cambió la historia de Sudáfrica. "Persigo el ideal de una sociedad libre y democrática en la que todas las personas puedan vivir en armonía con iguales oportunidades", dijo Mandela

Ilustración: PxMolinaFoto: Ilustración: PxMolina “La muerte es inevitable. Cuando un hombre hizo todo lo que considera su obligación para con su pueblo y su país puede descansar en paz. Creo que hice ese esfuerzo y, por lo tanto, podré dormir para la eternidad”.

Así resumió Rolihlahla Mandela, el líder político que falleció este cinco de diciembre a los 95 años, lo que implicaba para él la idea de su propia muerte. El fallecimiento de Madiba - como cariñosamente se le llamaba - fue anunciado por el actual presidente de Sudáfrica, Jacob Zuma, en un discurso televisado la noche de este jueves.

“Nuestra nación ha perdido a su hijo más grande”, dijo el mandatario, quien además agregó que Mandela murió a las 8:50 pm hora local. Zuma también indicó que la muerte del líder político sudafricano es el momento de mayor dolor para su pueblo y alegó que los pensamientos de los ciudadanos están con la familia de Mandela. “Ellos han sacrificado y sufrido mucho para que nuestra gente pueda ser libre”, expresó.

Aquellas palabras sobre su muerte, que datan de 1994, pertenecen a una entrevista del documental Mandela, pieza audiovisual que retrató su vida. Ganador del Premio Nobel de la Paz, Mandela nació un 18 de Julio de 1918 en Mvezo, una localidad ubicada en la provincia Oriental del Cabo, en Sudáfrica. Él fue uno de los 13 hijos de Nkosi Mphakanyiswa Gadla Mandela, el principal consejero de la casa real Thembu y quien también pertenecía al clan de los Madiba.

A pesar de que contaba con una buena posición, su padre perdió su jefatura, bienes y rango social a causa de una disputa relacionada al ganado con un magistrado local colonial. Esto obligó a su familia a trasladarse de Mvezo a Qunu, una provincia rural afincada en un valle en el que no había más que caminos de tierra.
En esa pequeña villa, en donde su padre se convirtió en granjero y Mandela en un joven pastor, su profesora de primaria lo rebautizó con el nombre que todos conocemos: Nelson, que significa Hijo de un campeón. Sin duda, sus logros rindieron homenaje a este nuevo nombre.  

Dramático cambio
La vida del futuro líder cambió drásticamente cuando tenía nueve años, pues su padre murió por una enfermedad pulmonar. Fue por eso que Jongintaba Dalindyebo, jefe del reino Thembu, lo adoptó y trasladó a su vivienda, en donde Mandela tomó clases de inglés, lengua Xhosa, Historia y Geografía.
Durante esa etapa,  el niño se interesó por la historia de su propio país. Las visitas que los jefes ancianos de su clan hacían a la residencia de su padre adoptivo, servían para compartir historias de cómo los africanos solían vivir en relativa paz. Eso, hasta que llegaron los blancos (colonizadores ingleses y holandeses) e instauraron un sistema de división racial.

Años después, Mandela ingresó a la Universidad de Fort Hare, considerada el equivalente a Harvard u Oxford en Sudáfrica y cuya población estudiantil era negra. Luego de ser expulsado por renunciar a su cargo como representante del consejo estudiantil, su padre adoptivo le informó que organizaría su casamiento. Para evitarlo, el joven huyó a Johannesburgo, ciudad en donde se desempeñó en una variedad de trabajos comunes.

De su activismo político
La trayectoria política de Nelson Mandela ya era evidente a sus 24 años, época en la que se involucró en el movimiento anti-apartheid. Sin embargo, fue hasta dos años después que se unió al Congreso Nacional Africano, en donde colaboró con la formación de la liga juvenil y de la que luego fungió como presidente en 1951.

A esta etapa de inserción política le siguió un nutrido historial de arrestos que inició, en 1952, con una campaña de desobediencia civil que desembocó en su detención y la de otras diecisiete personas, quienes fueron acusados de violar la Ley de Supresión del Comunismo. En esa ocasión, las autoridades condenaron al joven a nueve meses de cárcel, la más corta de sus estadías en prisiones sudafricanas.

Cuatro años después, él y otras 155 personas fueron capturados durante una redada policial efectuada a nivel nacional en contra de activistas políticos, a quienes posteriormente acusaron de traición. El maratónico juicio al que los sometieron finalizó con la liberación de Mandela y otras 28 personas en 1961, año en que los declararon ‘no culpables’.

No obstante, el proceso judicial más emblemático del mandatario fue el Juicio Rivonia, realizado en 1963, pues las autoridades lo acusaron a él y a otras nueve personas por lo que el sistema consideraba eran ofensas políticas y sabotaje. Aunque en esa ocasión Mandela enfrentaba la pena de muerte, dejó claro cuáles eran los principios que definían su activismo político.
 “He luchado contra la dominación blanca y negra. Persigo el ideal de una sociedad libre y democrática en la que todas las personas puedan vivir en armonía con iguales oportunidades. Es un ideal por el que espero vivir y conseguir. Y si es necesario, por el que también estoy preparado para morir”, afirmó.

Esa vez, el sistema judicial no terminó con su vida, pero lo destinó a pasar todo lo que restaba de ella en prisión. 466/64, el número que le asignaron en la cárcel de la Isla Robben y en la que pasó 18 de 27 años privado de libertad, se convirtió en símbolo de la lucha por su excarcelación.

La ansiada libertad
Mandela abandonó la cárcel un 11 de Febrero de 1990, gracias a la presión ejercida por la comunidad local e internacional que lo apoyaba. Ese año, el nicaragüense Alejandro Bendaña, quien para la época fungía como director del Centro de Estudios Internacionales, emprendió su primer viaje al país y lo conoció cuando éste realizaba encuentros para lograr la transición del régimen del Apartheid.
“Un día por el aeropuerto de Capetown, mis acompañantes me dicen que me quede, que viene Mandiba (…) Claro que me quedé para conocerlo. Me acuerdo de la facilidad con la que los jóvenes que andaban conmigo se le acercaron con toda familiaridad para presentarme. Nos dimos la mano. Le impresionó el hecho de que yo fuera sandinista. Tenía carisma y transmitía cariño”, recuerda Bendaña.

Fue durante esos mismos años que el sudafricano presionó para lograr que los negros pudieran ejercer su derecho al voto. Luego de ser nombrado presidente del Congreso Nacional Africano en 1991, Mandela continuó las negociaciones con el presidente Frederik Willem De Klerck, conversaciones que allanarían el camino para las primeras elecciones multirraciales.
Tras recibir el Premio Nobel de la Paz en 1993 junto al presidente De Klerck, Mandela fue testigo de las primeras elecciones democráticas de Sudáfrica, en las que resultó elegido como el primer presidente negro de la nación, a los 77 años. Al terminar su período, Mandela no se postuló para una reelección. Más bien, dejó la presidencia y dedicó sus energías a proyectos sociales que organizada a través de la Fundación Mandela.

De rencillas familiares
Para nadie es un secreto que los descendientes de los primeros dos matrimonios de Nelson Mandela tienen fuertes discrepancias. De hecho, uno de los más recientes artículos escritos por el periodista estadounidense John Carlin para el diario El País recreó la frivolidad con la que dos de sus hijas discutían, frente a su padre, quién se quedaría con qué cuando éste muriera.

Carlin, quien también es  autor del libro El factor humano (en inglés, Playing the Enemy), obra que narra la estrategia de Mandela para unir a un pueblo a través del equipo nacional de Rugby, explicó en su artículo que una de las mayores preocupaciones de Graça Machel, tercera esposa y foco del resentimiento de los hijos de Mandela, era que éste se enterara de las disputas de la familia a través de los periódicos.

Según el reconocido periodista, las diferencias tienen que ver con un juicio establecido por Makaziwe y Zenani, dos de las tres hijas del líder sudafricano en contra de un grupo de abogados nombrados por Mandela para dirigir dos empresas que pretendían acumular dinero para sus herederos.

“De manera deliberada, Mandela – también abogado de profesión – optó por no permitir que su familia ejerciera el control de estas y otras empresas patrimoniales, todas creadas con el mismo fin”, relata Carlin. “Las hermanas, apoyadas por otros miembros de la familia, buscan que un tribunal les pase el control de las empresas a ellas”, afirmó.
¿Y por qué tanto interés? Porque la familia podría en marcha una máquina que realiza impresiones perfectas de unos cuadros que exhiben las huellas del líder sudafricano y su firma, piezas que antes de que éste mandara a parar su producción, se cotizaban en el mercado a 10 mil euros cada una.

Sus últimos días
Una de las últimas veces que se escuchó sobre el estado de salud de Nelson Mandela fue cuando el gobierno sudafricano informó que había sido internado, a principios de Junio, en el Mediclinic Heart de la ciudad de Petroria, por una infección pulmonar. No era la primera vez que el ex mandatario sufría por esta enfermedad. Aunque el panorama mejoraba a ratos, su muerte fue lenta e inminente.

Días antes, su hija Makaziwe pidió a los medios internacionales respetar la figura de su padre. “Tata merece su intimidad y dignidad. Y esta familia lo merece. Si la gente asegura que realmente se preocupa por Nelson Mandela, entonces deberían respetarle. Deben respetar que hay una parte de él que debe ser protegida. Esto no quiere decir que todo lo que sucede debe conocerlo el público. Yo no lo creo, no estoy de acuerdo con eso”, advirtió su hija.

Sin embargo, mientras el más respetado líder del país se debatía entre la vida y la muerte, las noticias sobre las disputas entre su hija mayor y su nieto, Mandla Mandela, llegaban también a los periódicos internacionales. Las discusiones giraban en torno al lugar en el que se instalaría el mausoleo familiar: en Mvezo, la villa natal del ex mandatario, o en Qunu, donde pasó sus años de infancia. Los conocidos de Mandela auguraban tiempos difíciles y, según John Carlin, recientemente aconsejaron a su esposa que abandonara el país.

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