Para asegurar la permanencia de la empresa familiar tras el alejamiento
del patriarca se puede optar por dos soluciones. La primera,
Profesionalizar la gerencia, quedando la familia vinculada con el
negocio pero ya no en el día a día. Segundo, vendiendo la compañía.
Luego de ver tantos casos de empresarios que sufren, se martirizan y
hasta se paralizan por encontrar la fórmula para que su negocio
trascienda a las siguientes generaciones, yo ya he formado mi
conclusión. Solo hay dos maneras de asegurar la permanencia de la
empresa familiar luego del alejamiento del patriarca (o matriarca). El
problema se presenta cuando en la generación siguiente, aquella a la que
le correspondería tomar las riendas del negocio, no hay personas con
las habilidades o motivación para gestionar la empresa. Los hijos tienen
sus propios intereses y estos no coinciden con los retos y obligaciones
que tiene que asumir un empresario. Además, muchas veces la valla se
encuentra muy alta porque el que inició la empresa familiar suele ser
una persona muy talentosa, creativa y con una desbordante intuición para
los negocios. El primer camino pasa por identifi car las habilidades
personales que se requieren para ocupar los puestos claves en la empresa
y salir a buscar a los mejores profesionales que se pueda pagar para
que ocupen esos puestos. Profesionalizar la gerencia la llaman. La
familia se mantiene vinculada al negocio, pero ya no en el día a día.
El directorio se convierte en el espacio natural para que aporten y
controlen. Esta opción viene con dos inconvenientes: no siempre el
presupuesto alcanza para contratar el talento que se requiere o, a
veces, el dueño del negocio no tiene las ganas o el tiempo para formar a
esa nueva gerencia. Esto toma tres años por lo menos. Queda entonces el
segundo camino. Si la familia no tiene interés o habilidades y si no
hay tiempo o dinero para contratar gerentes profesionales adecuadamente
capacitados, hay que vender la empresa. Hay que vender antes de que el
negocio empiece a sentir las consecuencias del desgano del líder, antes
de que se agoten por completo las energías y las ideas. Si se deja pasar
más tiempo, el negocio tendrá cada vez menos valor y el precio a
conseguir será cada vez menos atractivo. Por último, es mejor dejarle a
las siguientes generaciones dinero para que pongan el negocio que
realmente los motiva, antes que una empresa destinada a desaparecer.
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