“La postergación es el asesino natural de la actitud”.
William James.
Era un pueblo históricamente
postergado que la postergación se le metió en el alma y se acostumbró a serlo
al punto que sus habitantes pensaban que ello era un asunto normal. No tenían
espíritu para nada, por tanto, se olvidaron lo que significaba tener espíritu
de lucha. Claro que existían algunas excepciones pero como sabemos una
golondrina no hace verano.
Todos, sin darse cuenta, habían consensuado una suerte de
manual del perfecto postergado que aplicaban en sus actos diarios. Confundían
al caudillo o cacique con el líder, pensaban que caudillaje o cacicazgo era lo
mismo que liderazgo y ahí empezaba su drama. Apenas aparecían prospectos de jerarcas,
patrones o amos se disputaban el honor
de lamerles las botas. Se habían olvidado de exigir derechos o defenderlos. La
cultura del pedigüeño se había entronizado es por eso que preferían doblar la
cerviz por los favores o migajas del dueño, amo o alquilador. La ley del menor
esfuerzo se imponía y cuándo no la ley del embudo.
Acercándose el recambio de autoridades, alcaldes o
presidentes regionales, los amos sabían
que, al igual que el pescador lanza la carnada, únicamente tenían que lanzar
los mendrugos, prebendas, promesas, lisonjas o limosnas para que aparezcan los
voluntarios que les acompañen en la cruzada de confusión, manipulación y
captación de votos. Esa era la mejor campaña. Aderezada de perorata, el
demagogo, charlatán y mentiroso sienta sus reales porque saben que en tierra de
ciegos el tuerto es rey.
Para ello los aspirantes a mandamases del pueblo cuentan
con los mercenarios o sicarios locales de la comunicación, aquellos vagos
sempiternos sin valores ni principios, charlatanes de sebos de culebra o
engoladores de voz, que dicen o creen saberlo todo, que se venden al mejor
postor sin importarles ser una pieza más del engranaje del latrocinio del
erario público, del chantaje, de la manipulación, de la mentira, del
descaro, ejemplos vivientes de cómo se
degrada paulatinamente un ser humano por un plato de lentejas o un puñado de
pesetas, vendiendo y traicionando a su pueblo como Pilatos traicionó y entregó al Nazareno. Estos
putrefactos de espíritu, emanan, hediondos, la pus de la complicidad de la
corrupción. Pero como a ti nada de esto te importa, no hagas nada, sigue al pie
de la letra tu manual del perfecto postergado y prosigue eligiendo al que te
engaña, a los que compran tu voto, tu conciencia, al más incapaz, a los que te
robarán postergando como siempre tu felicidad, la de los tuyos y de los que
vendrán.
Sigue como siempre, indolente, que no te importe la
contaminación, total sus estragos no lo sufrirás tú sino quienes seguirán
después de ti, sigue así, no reclames responsabilidad social, ni derechos ni
veles por los intereses de tu pueblo, tus intereses. Que no te importe que los
lidercillos de barro que aparecen y que supuestamente te representan te engañen
y te utilicen en su provecho. Que no te importe además que, los que provisionalmente
te gobiernan, se burlen de tu buena fe, de tu pobreza y de tu ingenuidad. Más
bien, apóyalos haciéndote el tonto, no te des cuenta de nada. Aplica tu manual
del perfecto postergado.
Ignora a quienes pretenden que reacciones, que reflexiones,
razones y actúes como un ciudadano que conoce y hace respetar sus derechos. No
te des cuenta que es el momento de tomar conciencia, que es bueno organizarse y
que es necesario la unidad, organización y lucha por tus derechos que la
Constitución ampara. Distráete con la fanfarria, el circo y la campaña
electoral que se avecina, corre por los regalitos y mendrugos. Déjate engañar.
No seas ciudadano. Aplica tu manual del perfecto postergado, y se feliz como
aquél marido cornudo vago y sumiso que acepta con resignación su situación
porque transitoriamente le llenan la mesa.
Amador Tito Villena
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