16:42 - 23 Diciembre 2013
¿Es imposible cambiar el actual sistema de corrupción y de violencia en Áncash?, se pregunta hoy César Córdova.
Con la educación nuestra de cada día por
los suelos y evidenciada en titulares vergonzosos en diarios y
noticieros; con la atención pública centrada en frívolos programas
televisivos con testimonios de adulterio, drogadicción y degradación
moral de personajes mediáticos que influyen negativamente en el patrón
de conducta de nuestros jóvenes; con los principales líderes políticos
envueltos en escandalosos casos de corrupción y negociando impunidad a
través de sus comisiones investigadoras en el Congreso de la República, y
con altos oficiales denunciados y hasta presos por convivir
descaradamente en el delito con organizaciones criminales, no causa
mayor sorpresa la corrupción generalizada en todas las estructuras del
Estado, en sus tres poderes y en sus tres niveles de gobierno.
Con la imagen de esta podredumbre en la
mente del ciudadano de a pie, el camino se le hace cuesta arriba en su
intento por revertir esta crítica situación moral. La indignación,
entonces, cede lugar a su impotencia y se va resignando a convivir en
este sistema; aceptando la coima, la violencia, el abuso y el
aprovechamiento ilícito como algo natural, como parte obligatoria del
quehacer político de una autoridad o gobernante que solo busca
“recuperar” sus costosas inversiones hechas en campañas electorales, o
de cualquier ciudadano o improvisado empresario con suerte que “sabe
aprovechar las oportunidades que se le presentan”.
¿Es, en realidad, imposible cambiar el actual sistema de corrupción y de violencia en Áncash?
Si bien es cierto que este problema se
observa a nivel nacional, en nuestra región se hace mucho más notoria y
grave, por la incapacidad y el comportamiento irresponsable de quienes
la gobiernan y de sus ineficientes parlamentarios que la representan,
que solo han buscado el provecho propio y no les ha importado para nada
la creación de este escenario inseguro y de asquerosidad inmoral al cual
nos han conducido, obnubilados por los millones de soles que desbordan
nuestras arcas regionales.
¿Por dónde empezar a cambiar esto? ¿Por
una profunda reforma del Estado? ¿Por modificar la Ley de Partidos
Políticos? ¿Por una auténtica reforma educativa? ¿Por dotar de mayor
presupuesto a los sectores de salud, educación y justicia? ¿Por inculcar
de una manera más eficaz los valores y los principios morales en
hogares, escuelas, colegios y universidades? ¿Por una regulación del
Estado en los programas televisivos con alto contenido de sexo y drogas
que promueven el morbo y el escándalo, altamente nocivos para nuestros
jóvenes y niños?¿Por un mejor trabajo de los órganos de control del
Estado? ¿Por una urgente reforma en el Poder Judicial?
El norte que debamos seguir y la agenda
urgente en la que debamos poner nuestra atención para revertir esta
situación, sigue a la espera de verdaderos líderes en nuestra región.
Mientras tanto, para los oportunistas
que viven de la politiquería, cambiar este crítico escenario no
significa su mayor preocupación y ante la proximidad de las elecciones
regionales y locales, ya empezaron a comportarse como tales, ofreciendo
regalos y enronqueciéndose en discursos demagogos y populistas. Se
seguirán presentando como los salvadores, y el ciudadano de a pie, sin
capacidad de reacción y consciente de su nula voluntad de cambio,
buscará entre los muchos de estos engatusadores, al que pueda
trasladarsu tareacívica que él evade. La tarea de fiscalización, de
participación ciudadana y de concientización a la que todo miembro de la
sociedad civil está obligado a cumplir.
Y saldrá elegido, quizá, el menos malo, el que más invierta en su campaña electoral o el que más mienta.
Mientras no haya verdaderos líderes
regionales y la sociedad civil no despierte de su marasmo y participe
activamente en el desarrollo de su pueblo, seguiremos llorando sobre la
leche derramada y con el elector teniendo como consuelo la estúpida
frase que califica a sus elegidos: total, roba… pero hace obras.
César Córdova Ponce
Director de la revista “La Voz del Pescador”
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