Justicia ::::
Tranquilos Ellos Deciden
Hace menos de un mes, el viernes 2 de noviembre, Peter Tomka, presidente de la Corte Internacional de Justicia, se paró en el estrado del Sexto Comité de la Asamblea General de Naciones Unidas en Nueva York.
Dueño de una fisonomía peculiar –ojos caídos, acentuada calvicie y nariz prominente– este eslovaco de 56 años pronunció un discurso en perfecto francés que el equipo de abogados del Perú y Chile tendrían que aprenderse de memoria.
Tomka señaló que “el archivo de la Corte, abundante en delimitaciones, es elocuente: en su historia, unos catorce casos de delimitaciones marítimas han sido remitidos para adjudicación respecto a zonas marítimas localizadas en Europa de Occidente y Este, América del Norte y del Sur, incluido el Caribe, el Medio Oriente y África”.
Y recordó que “hay actualmente dos casos pendientes: la disputa territorial y marítima que opone a Nicaragua y Colombia, en la que la Corte inició sus deliberaciones en mayo último, y la disputa marítima entre Perú y Chile, donde la Corte celebrará las audiencias públicas el mes que viene”.
Dos semanas más tarde, el primer caso fue resuelto y removió una marea política.
Solo falta la demanda peruana.
Tomka explicó que “cuando maneja casos de delimitación marítima, la Corte no solo interpreta y aplica la norma habitual relevante para alcanzar resultados equitativos en disputas marítimas de contextos únicos, sino que también contribuye a una mayor unificación de las reglas relevantes aplicables a diferentes áreas marítimas y confirma al mismo tiempo su metodología para alcanzar esas soluciones equitativas”.
Traducción: los casos varían, los principios persisten.
Esta metodología es la que llama de “circunstancias equidistantes/relevantes” y privilegia la “noción que la delimitación marítima es formada e informada por el derecho internacional, en oposición a dejar a los Estados costeros libres a sus propios albedríos”.
La metodología combina la equidistancia con la reparación de inequidades que esta pudiera provocar, según las circunstancias. Tomka explica que la Convención del Mar es una referencia principal, pero con el correr de los años la Corte afinó su jurisprudencia e introdujo nuevos elementos.
Como se ha repetido, el caso Perú-Chile debería estar entre los más sencillos. No hay islas en disputa y el declive del zócalo continental es brusco, lo que facilitaría el trazado de la línea.
El debate jurídico consiste esencialmente en si los tratados de 1952 y 1954 son pesqueros o de límites, según lo que se establecería el paralelo defendido por Chile como la línea del límite. El Perú reclama una línea de equidistancia, respaldada por el derecho internacional consuetudinario, entre el paralelo y la proyección de las líneas de base peruanas (ver mapa).
De la lectura de ambos tratados y una revisión de las circunstancias en que se firmaron (ver notas siguientes) se desprende que los únicos objetivos eran los de regular la pesca y proteger los recursos de los tres países. Si bien el breve documento del 54 –ratificado 13 años más tarde por Eduardo Frei padre– se refiere al vuelo al “paralelo que constituye el límite marítimo entre los dos países”, lo hace para establecer una Zona Especial que evite el “resentimiento entre los pescadores”. Para Torre Tagle se trataba de un documento con fines administrativos.
Si bien la parte peruana reconoce que a lo largo de los años se han firmado una serie de instrumentos, una línea mencionada con propósitos jurisdiccionales no constituye un límite.
Postura que toma cuerpo en la sentencia fallada en el caso Nicaragua-Honduras (2007) y reproducida en la última semana:
“El establecimiento de un límite marítimo permanente es un asunto de mucha importancia y un acuerdo no se presupone fácilmente… Aún si hubiera habido una línea provisional que se hubiera encontrado conveniente por un período de tiempo, la misma debe diferenciarse de un límite internacional”.
Una fuente ironiza que “para los chilenos, el paralelo da la vuelta al mundo”.
Otro punto neurálgico es el llamado triángulo exterior que para el Perú es parte de sus 200 millas y por lo tanto es Zona Económica Exclusiva. Chile sostiene que se trata de alta mar.
En tercer lugar, y aunque no integra exactamente la demanda, pues se relaciona con límites terrestres, el Perú solicita que se confirme que el límite marítimo se inicia en la orilla, el llamado Punto Concordia, como lo establece claramente el Tratado de Límites terrestres de 1929, y no en el Hito 1, enclavado 264.5 metros costa adentro. La proyección implica una significativa porción de mar.
El equipo peruano repartirá en la Corte 60 copias completas de todos los documentos entregados. Tomka y sus colegas tendrán que abordar la demanda con las mismas armas jurídicas que vienen aplicando. En su discurso ante Naciones Unidas el jurista aseguró que “la jurisprudencia de la delimitación marítima ha evolucionado armónica y coherentemente en las dos últimas décadas”. Peligrosamente, la unidad del sistema jurídico global se enfrenta en la región a riesgos que parecían insospechados a estas alturas.
Reacción Colombiana
Los barcos de la Armada colombiana siguen apostados en el meridiano 82, el punto que según ese país establecía la frontera marítima con Nicaragua y que fue descartado como tal por el fallo que la Corte dio a conocer la semana pasada. Desde la paradisiaca isla de San Andrés, hoy convertida en epicentro político, la ministra colombiana de Relaciones Exteriores, María Ángela Holguín, explicó que “los derechos que da la Corte, cuando los da, son derechos económicos, para pesca o exploración petrolera, entonces son aguas internacionales y las fragatas pueden estar en donde quieran, salvo en las 12 millas de mar territorial de Nicaragua”.Por su parte, el mandatario nicaragüense Daniel Ortega anunció que su país ya había comenzado a ejercer soberanía en los 87 mil kilómetros de mar concedidos.
Holguín reiteró que “acabamos de conformar un equipo jurídico de internacionalistas que están mirando el fallo y los recursos que Colombia puede interponer ante la Corte”.
Paradójicamente, Santos confirmó que su gobierno analiza la posibilidad de retirarse del Pacto de Bogotá de 1948. Se trata del tratado americano de soluciones pacíficas firmado en esa ciudad y que invocó Nicaragua para dirimir su controversia en La Haya.
Pero cada vez se dejan escuchar más voces en Colombia en contra de una eventual medida con esas características. La respetada Universidad de los Andes acaba de publicar un estudio jurídico en el que el especialista Walter Arévalo concluye que la negativa a acatar el fallo “no solo implicaría la violación de una norma internacional, sino que enfrentaría a Colombia ante el sistema de las Naciones Unidas y la comunidad internacional”.
Bernardo Vela, de la Universidad Externado, adelantó que el proceso tomaría un año y que durante ese lapso, sin duda, Nicaragua denunciaría al país ante la ONU. La presidenta del Poder Judicial de ese país, Alba Luz Ramos Venegas, declaró que cabe la posibilidad “de acudir al Consejo de Seguridad de Naciones Unidas y pedir que se adopten las medidas necesarias para que se aplique el fallo”.
Consecuencias Internacionales
Un eventual desacato por parte de Colombia a la sentencia de La Haya podría acarrear duras consecuencias.El martes 27, la Comisión de Comercio Internacional del Parlamento Europeo aprobó el Tratado de Libre Comercio entre la Unión Europea, Perú y Colombia, paso previo para la votación en el pleno de la Eurocámara en la primera quincena de diciembre. Ha sido un largo parto de los montes –del que se desprendió el resto de la Comunidad Andina– que ahora corre el riesgo de ser cuestionado.
Y el Perú sería imprevista víctima de una posición de rebeldía insostenible ante la comunidad internacional.
Y las consecuencias podrían ir más allá.
El influyente periodista colombiano Enrique Santos, ex director del diario El Tiempo y protagonista de las negociaciones para el nuevo proceso de paz con las FARC, advierte que “hay que evitar que prospere en la sociedad colombiana el chauvinismo beligerante. Una actitud belicosa con Nicaragua podría frenar el compromiso de (Hugo) Chávez con el proceso e incluso a los cubanos”.
El presidente Santos, tan sagaz para marcar profundas diferencias con su predecesor y mentor Álvaro Uribe, se enfrenta ahora al serio desafío de calmar las aguas políticas de su país.
Mapa en Juego
En primer lugar, el Perú reclama una línea equidistante en la zona en disputa, entre el paralelo chileno y la proyección de las líneas de base peruanas.
La segunda demanda es la del llamado triángulo exterior que para el Perú es parte de sus 200 millas y por lo tanto es Zona Económica Exclusiva. Chile sostiene que se trata de alta mar.También solicita la confirmación del inicio del límite marítimo en el Punto Concordia, como se establece en el Tratado de 1929, y no en el Hito 1 como pretende Chile. Concordia se encuentra en la orilla y el Hito casi 265 metros playa adentro.
Concepto repetido en la última sentencia es central: “El establecimiento de un límite marítimo permanente es un asunto de mucha importancia y un acuerdo no se presupone fácilmente”.
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