Por: Hugo Robles C.
Lo dije muchas veces y hoy lo repito: las elecciones regionales y municipales han destapado una verdadera olla de grillos y tremenda “guerra sucia”. Hay alcaldes y presidentes regionales sinvergüenzas que tienen la raza de postular a la reelección.
Sobre todo en sus provincias,distritos y regiones , donde campean la delincuencia, inseguridad y drogadicción. veo con vergüenza ajena cómo determinados candidatos o presidentes regionales reeleccionistas no escatiman dinero -muchas veces, de la misma región o municipios- para hacer actividades donde ponen orquestas y regalos millonarios para hacerse campaña.
También reclutan a conocidos “plumíferos” y seudocomunicadores sociales mercenarios de la pluma y el microfono que no se cansan de “pampear” a estos individuos que solo quieren el cargo para seguir engordando el bolsillo. Las alcaldías en algunos casos son botines codiciados, donde se hacen “obras” sin licitación, otorgándoles la buena pro a sus amigotes o socios, comprando materiales a precios inflados.
Uno recuerda a políticos como Alfonso Barrantes Lingán, quien entró a la Alcaldía de Lima con su viejo Volkswagen y se fue de ella con el mismo “bolocho” y a la misma casita de “La capullana”. Igual el arquitecto Fernando Belaunde que, pese a ser dos veces presidente, murió en su departamentito de Camino Real, donde abajo había una tremenda bulla por los micros y combis.
Qué diferencia con otros alcaldes que exhiben propiedades, camionetas y autos modernos imposibles de adquirir con los 4 mil soles de su sueldo mensual. Hay uno que tiene tanto roche que es investigado por la Fiscalía.
Me cuentan algo increíble: en una zona donde el flagelo son las drogas y el abuso de alcohol, resulta inconcebible que un aspirante a la alcaldía regale botellas de trago a los vecinos por un voto. ¿Qué mensaje es ese? ¿Dónde están los programas y las propuestas? ¿Estamos volviendo a las épocas del pisco y la butifarra de inicios de 1900? Un padre de familia debería sentirse ofendido si le vienen a dar trago, como si fuera un borracho.
Además, tanta inversión lleva a desconfianza. Hay que estar atentos y exigir que los candidatos hagan docencia política y no apelen a los estímulos más primarios del elector.
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