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jueves, 17 de julio de 2014

El desencanto neoliberal

Un inesperado fantasma recorre el estado de ánimo de nuestros neoliberales criollos: el desencanto. El mito del modelo neoliberal que impulsa un crecimiento avasallador se les ha derrumbado o se les está derrumbando. El milagro económico por los suelos: es lo último que esperaban. Para inyectar un poco de optimismo a sus desmoralizadas huestes, los intelectuales orgánicos del neoliberalismo criollo, especialmente los economistas de esa orientación, despliegan un voluntarismo a todo dar desde las páginas del decano de la prensa nacional.

La euforia del crecimiento de la década pasada está terminando en un frenazo porque los “dos importantes motores de la economía –la inversión privada y las exportaciones–  estuvieron apagados” en este primer trimestre (Abusada, El Comercio, 15/07/2014). Las razones de la desaceleración no provienen principalmente de los factores externos sino del “ruido político” generado por el gobierno: “Lo cierto es que, en el freno del crecimiento de la inversión privada, las causas internas tienen tanto o más peso que aquellas atribuidas a causas externas” (Ibidem). Abusada sostiene que cuando el Presidente comenzó a hablar de vacas flacas, vientos en contra y desaceleración se instauró un pesimismo generalizado y se produjo un innecesario “ruido político” que redujo las expectativas empresariales y frenaron la inversión privada. Abusada pide una torre de cristal para el piloto automático.

El exministro Carranza piensa más bien, contrariamente a lo que todo el mundo cree y contra toda evidencia, que ha cambiado el modelo de desarrollo: “Cuando a inicio del gobierno se planteó la tesis de “incluir para crecer”, se estaba cuestionando el modelo anterior y se pensaba que hay que redistribuir y transferir recursos de unos a otros para acelerar el crecimiento” (Carranza, El Comercio, 8/7/14). Sostiene que ese cambio en las políticas ha producido la desaceleración y concluye contradictoriamente que “por razones de orden cognitivo no se entiende que las políticas asistencialistas no reemplazan ni sustituyen  a la inversión privada, y que se puede hacer lo uno sin descuidar ni afectar lo otro”. La mayoría de los economistas y de la opinión pública creen que esto último es justamente lo que ha hecho Humala. Parece que el “sesgo cognitivo” está en el cerebro del señor Carranza.

Los neoliberales de la oposición, sin embargo, están de acuerdo con los neoliberales del gobierno en la propuesta del paquete de reformas para impulsar la inversión privada, aunque critican su presentación tardía. El voluntarismo de los neoliberales de oposición los induce a relativizar la importancia de los factores externos (desaceleración de China y subida de las tasas de interés) y a sobrevalorar (e incluso distorsionar) los factores internos (supuestos costos laborales, políticas ambientales, la permisología, etc) en la caída de la inversión privada y de las tasas de crecimiento.

Unos y otros compiten en profundizar la oferta para impulsar la inversión privada, cuando lo que se ha caído es la demanda.  La oferta es el reino de la burguesía mientras la demanda y los consumidores representan el interés general.

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