google42f3ca3d0a624984.html SIETE DIAS CASMA: verdad y mentira de la muerte de Obama (5): RELACIONES PROHIBIDAS EN TEXAS

miércoles, 4 de mayo de 2011

verdad y mentira de la muerte de Obama (5): RELACIONES PROHIBIDAS EN TEXAS



Las relaciones de la familia Bush con jeques, emires e industriales de origen árabe no son nuevas. En realidad, uno de los nexos de más larga data de la familia Bush con familias árabes fue la cordial y lucrativa relación con la familia Bin Laden. Dicho vínculo se habría solidificado después de 1968, año en el cual el patriarca familiar Mohamed Bin Laden murió en los campos petroleros de la familia Bush, en Texas. ¿Cómo murió?… Se le cayó el avión.

Los negocios de la familia Bin Laden a partir de ese momento fueron manejados por el hermano mayor de Osama, Salem Bin Laden. Salem compartía el poder con doce de sus hermanos. Cuando el actual presidente George W. Bush funda la empresa Arbusto Energy en 1978, Salem Bin Laden se transforma en uno de sus principales inversores.

Quizá se pueda entender mejor, entonces, la seguidilla de caída de aviones que suele rodear la vida de George W. Bush.

En el caso específico de Salem Bin Laden, el accidente producido el 29 de mayo de 1988, justo el Memorial Day, despertó la atención de todos los lugareños, dado que Salem era un experto piloto, con más de 12.000 horas de vuelo. Por lo tanto, no se entendía cómo, en un día despejado y sin vientos, en vez de doblar hacia la izquierda dobló a la derecha y se fue a enredar en cables de alta tensión, lo que provocó su inmediata muerte.

Quien comenzó a manejar el grupo desde ese trágico momento, Bin Mahfouz, cuñado de Osama, tenía todas las características de un as de las finanzas. Tanto es así que fue un importante accionista del banco (tenía 20%) que provocó la mayor quiebra financiera de todas las épocas, en todo el mundo, estafando a pequeños ahorristas por la friolera de 10 mil millones de dólares. En efecto, en 1991, precisamente durante la presidencia de Bush padre, cae el Bank du Crédit et Commerce International (BCCI), fundado por un paquistaní y con conexiones finales en importantes bancos suizos y la CÍA, agencia que había sido dirigida hasta hacía poco por el propio Bush padre. El BCCI estaba señalado de ser, tras la fachada de un banco, un emporio de corrupción global que lavaba el dinero de la droga que se producía en Afganistán —donde estaba Osama—, financiaba las actividades terroristas de los mujaidines afganos, manejaba los fondos del cártel de Medellín y los ahorros del general Noriega en Panamá. Fue difícil para Bush padre defenderse en este tema. Para eso usó a uno de sus colaboradores en el Departamento de Justicia: Robert Mueller III, quien hoy es máxima cabeza del FBI y máximo responsable de la investigación de los atentados terroristas del 11 de septiembre de 2001. Si los negocios de la droga, de las armas y del terrorismo mueven gigantescas cifras, es obvio que necesitan de entidades financieras mediante las cuales puedan ingresar esos enormes recursos a la economía legal. El crimen organizado también necesita de bancos que puedan lavar fondos de grandes operaciones o acontecimientos relacionados con el crimen. Por lo tanto, siempre deben existir grandes bancos que puedan actuar a la vez en el marco legal y en el mundo criminal. Una investigación a fondo del BCCI hubiera implicado probablemente no sólo a George Bush padre.

Después de todo, todo ser humano puede ser fusible, como ya lo demostró el caso Nixon. El problema que presentaba el caso BCCI era que comenzaba a verse la real dimensión existente entre el crimen organizado y la CÍA, Y en tal sentido, la CÍA podía llegar a resultar el último bastión tras el cual se escudaba la propia élite banquero petrolera anglonorteamericana.

Por si fuera poco, el BCCI también estaba implicado en préstamos al terrorista palestino Abu Nidal y a Khun Sa (lord de la heroína en el denominado “triángulo dorado” que conforman Tailandia, Burma y Laos).

El escándalo del BCCI por lavado de fondos de la droga, contrabando de armas, financiación al terrorismo y coimas a políticos norteamericanos perjudicó muy rápidamente al gobierno de Bush padre y los ahorros de la familia Bin Laden. El tema amenazaba con mostrar el verdadero rostro de los que ostentaban y ostentan el poder. Quizá fue en parte por ello que la élite de negocios norteamericana que mencionamos en el capítulo sobre el petróleo vio con beneplácito el ingreso en la campaña presidencial del multimillonario texano Ross Perot. Perot le sacaba más votos a Bush que a Clinton, de manera tal que se podía dar a Bush padre una salida discreta, sin levantar del todo la perdiz, e instalar a Bill Clinton en el poder.

Una eventual reelección de Bush padre en medio de un escándalo financiero de esas circunstancias hubiera dificultado sobremanera el entierro definitivo del tema BCCI. Es posible que hasta el propio Bush padre haya deseado perder esa campaña presidencial. Algunos dichos y medidas encaradas por el propio Bush padre cuando era presidente lo hacían pasar como un mandatario confundido y perdedor más por sus propios supuestos errores que por aciertos del adversario Clinton. Por ejemplo, la más famosa frase de Bush que “enterró” sus supuestas aspiraciones reeleccionistas fue, en plena campaña: “Lean mis labios: ningún impuesto nuevo”. A los muy pocos meses, Bush subió los impuestos, y perdió el voto de gran cantidad de votantes de clase media. ¿Error tan infantil de un personaje tan astuto y sumamente sagaz? ¿O pura estrategia para comenzar a dar “un paso al costado”?

Además, no había grandes diferencias entre Bush padre y Clinton. Tenían grandes amigos en común, como por ejemplo Jackson Stephens, quien logró para el BCCI la compra del First American Bank en Washington DC. Stephens era amigo y vecino del entonces joven Bill Clinton, y había logrado fondos de la industria petrolera para la campaña presidencial de Jimmy Carter, y ya hacía lo mismo para Clinton. Por eso, muchos republicanos y demócratas estaban interesados en tapar lo más rápidamente posible el caso de la quiebra del banco de origen paquistaní, BCCI.

¿Implicó este enorme lío el fin de la fructífera relación financiera entre los clanes Bush y Bin Laden? Por supuesto que no.

En la década del 90, el llamado Carlyle Group, un fondo de inversión que administra en Estados Unidos 15 mil millones de dólares, con los que financia y compra en su totalidad o en parte empresas relacionadas sobre todo con la producción y el tráfico de armas y sistemas de defensa, manejó los fondos del Bin Laden Group.

Esa entidad fue dirigida hasta hace poco por el ex director de la CÍA, Frank Carlucci. A inicios de los años noventa una empresa por ese entonces propiedad de Carlyle, Vinnell Corporation, fue la encargada de proporcionar los soldados mercenarios para custodiar los pozos petroleros saudíes, que —al igual que hoy Afganistán— no son vigilados directamente por el ejército estadounidense, sino por una milicia privada. Entre los directivos y asesores del Carlyle Group figuran el ex primer ministro inglés en la era de la primera guerra del Golfo, John Major, James Baker III y nada menos que… George Bush padre, quien durante los años ’90 pasó largos y gratos momentos en países árabes, dando conferencias en nombre del Carlyle Group al costo de unos 100 mil dólares por charla. Sí, el padre de Bush veló hasta el 11 de septiembre del año 2001, y sigue velando aún, por los intereses del Carlyle Group.

Y éste lo ha hecho por los intereses financieros de la familia Bin Laden. Algunos creen que la supuesta “expulsión” de Osama del clan, hace varios años, fue en realidad un engaño para evitar exponer los lazos de las familias Bush, Bin Laden y la propia CIA, ya golpeadas por el tema BCCI, con la financiación del terrorismo y el cultivo de drogas.

En cuanto al terrorismo, a pesar de la propaganda de los medios masivos de comunicación, ha sido mucho más financiado por la CIA y los Estados Unidos de lo que puede parecer. El propio Noam Chomsky, en 9/31, señala:

Como digo en todas partes, Estados Unidos es, después de todo, el único país condenado por el Tribunal Internacional por terrorismo internacional —por el uso ilegal de la fuerza con fines políticos, como el Tribunal lo señala—.”A propósito del terrorismo internacional, muchos de los atentados quedan en la más absoluta oscuridad, a pesar de factores llamativos. Por ejemplo, los atentados cometidos simultáneamente en las embajadas norteamericanas de Nairobi (Kenia) y Dares Salaam (Tanzania) durante la era Clinton costaron la vida de centenas de personas, casi todas africanas.

Menos del 10% de las víctimas eran estadounidenses. En cuanto a los atentados cometidos en Riad (Arabia Saudita) el 12 de mayo y el 8 de noviembre de 2003 —que sirven de excusa a EE.UU. para mantener su ejército en Irak y sus bases en Arabia Saudita—, apenas murieron nueve estadounidenses sobre 35 muertos totales en mayo y… ningún norteamericano sobre 30 muertos en las explosiones de noviembre.

Asimismo, las células terroristas chechenas que suelen provocar desastres en Rusia fueron, según Chossudovsky, entrenadas en Afganistán por mujaidines afganos. Este último sería un curioso caso en el que los terroristas chechenos son funcionales a los intereses de las mega empresas petroleras, dado que una eventual independencia de Chechenia de la Federación Rusa convertiría los pozos petrolíferos de Bakú (Azerbaiján) en mucho más fáciles de dominar por parte de las petroleras anglonorteamericanas, dado que Chechenia —hoy rusa— separa Azerbaiján de Rusia.

En suma, sea quien fuere el verdadero organizador de una buena parte del terrorismo internacional, y más allá de quiénes son en realidad los que utilizan a fanáticos islámicos o nacionalistas varios en atentados, muchas cosas pueden quedar claras: el crimen organizado y varios clanes de multimillonarios están más emparentados de lo que a primera vista parecen. La CÍA y el terrorismo son mucho más amigos de lo que uno puede en principio suponer: Thierry Meyssan, en un apéndice de La terrible impostura, muestra los facsímiles de la denominada “Operación Northwoods” cuando, a inicios de los años ’60, militares norteamericanos querían organizar operaciones terroristas en su propio territorio, matando ciudadanos norteamericanos para presentar la invasión que se preparaba contra Cuba como sí fuera en legítima defensa.

Los viejos films de Francis Ford Coppola con Brando, De Niro y Pacino acerca de la mafia lucen como películas rosas en comparación con lo que la realidad parece ser. En medio de todo esto, sigue quedando la gran incógnita de los atentados del 11 de septiembre de 2001, y de la familia Bush, clan que parece mezclar intereses públicos y privados, y no tener código alguno al momento de perseguir sus intereses.

Es muy extraño que ningún juez en Estados Unidos se haya planteado, entre otras cosas, la legalidad de las asesorías de George Bush padre al Carlyle Group, luego de su paso por el gobierno, y habiendo dejado una enorme cantidad de contactos políticos, a todo nivel, en todos lados. Tampoco se ha cuestionado suficientemente la legalidad de que Dick Cheney en diez años haya sido sucesivamente secretario de Defensa, presidente de la petrolera Halliburton y vicepresidente de Estados Unidos. Aunque no suena tan raro, si se tiene en cuenta que la Corte Suprema de Justicia de Estados Unidos parece poseer un grado de adicción al sector industrial petrolero financiero militar al menos desde los años ’80, cuando Reagan y Bush nombraron la mayoría de los actuales jueces. Una gran cantidad de autores, sin embargo, llevan mucho más atrás en el tiempo este grave conflicto de intereses. Incluso hay quien señala que es algo inherente al propio tipo de capitalismo corporativo, donde la democracia es sólo una ilusión, que se adueñó de Estados Unidos.

Estudiar al clan Bush puede aportar mucha luz acerca de cómo realmente funciona el mundo, acerca de las reales noticias que no siempre, más bien unas pocas veces, coinciden con las que circulan en los medios masivos de comunicación. Como detalle, vale mencionar el propio caso de Osama Bin Laden; sus declaraciones después del 11 de septiembre de 2001 generalmente fueron obtenidas, traducidas y reproducidas por el canal televisivo Al Jazeera, instalado en Qatar.

Es posible que no se haya divulgado lo suficiente que Al Jazeera es una especie de CNN “aclimatada” al paladar árabe. Quizá tampoco se recuerde que Qatar fue el primer país del Golfo Pérsico que se ofreció a prestar apoyo a George W, Bush en su campaña contra Irak, lo que en su momento motivó una amenaza de Saddam Hussein de “volar”.

Qatar, hasta sus cimientos. Lo que se mencionaba en los medios de comunicación sobre las expresiones de Osama Bin Laden provenía de Qatar y de Al Jazeera… En cuanto a los atentados del 11 de septiembre de 2001, como hemos visto, Osama Bin Laden podía tener causales económicas y políticas como para ser el autor de los mismos. Además hemos analizado cómo también tenía razones personales para vengarse de la familia Bush. Sin embargo, que Bin Laden tuviera muchos motivos para realizar los atentados no implica necesariamente que los haya cometido. A medida que transcurre el tiempo y los interrogantes mencionados al inicio de este capítulo se van adicionando, también van creciendo las dudas con respecto a la autoría de los atentados. Podría darse el caso de que Osama haya sido elegido de antemano como “chivo expiatorio”, justamente debido a gran cantidad de motivaciones que podía tener para efectuar esos hechos, factor que podría constituir el pretexto ideal para comenzar una verdadera cruzada militar contra varios países árabes.

Quizá todo esto ayude a explicar por qué poco, muy poco, se lee en los diarios acerca de la historia de los Bush. (Continuará)


No hay comentarios:

Publicar un comentario