¿Por qué nos cuesta tanto el balón de gas?

El siguiente gráfico nos muestra la foto transversal del precio de un balón de gas para los países de la región y la estructura de costos del balón de gas para el caso peruano.

Fuente: Observatorio Boliviano de Industrias Extractivas (OBI) y OSINERGMIN.

Elaboración: Otra Mirada.

Como puede observarse, cerca de la mitad del precio que pagamos por el balón de gas se genera “ex - planta”. De este conjunto de pagos adicionales el más relevante es el margen comercial que representa el 40% del precio final e incorpora los costos de distribución y transporte.

Aquí un primer tema de análisis. En la actualidad, gran parte del Gas Licuado de Petróleo (GLP) que se consume en Lima se transporta vía marítima desde Pisco. Este hecho tiene 2 efectos concretos. Primero que el elevado costo del flete marítimo encarece el precio final del balón de gas que pagamos todos los consumidores y en segundo lugar que el abastecimiento de GLP para Lima -nada menos que la capital del país- está expuesto a problemas de orden meteorológico (fuerte oleaje). Basta recordar el desabastecimiento que experimentó la capital a mediados del año pasado.

Resulta paradójico que en medio de una crisis energética mundial y siendo un país que no solo produce, sino que también exporta GLP no se hayan concretado las medidas necesarias para garantizar una eficiente provisión de este recurso para la capital del país. Surge entonces la interrogante ¿Cómo solucionar esta situación? Lo esencial aquí es priorizar la construcción del poliducto Pisco – Lurín. Con este poliducto se garantiza el suministro eficiente y seguro del gas para Lima y se reduce significativamente el precio final del gas. Se estima que con el poliducto el precio se reduciría entre 10% y 15%. Como resultado el Perú dejaría de pagar el gas más caro de la región y estaríamos por debajo de Chile y Uruguay (ver el gráfico).

Asimismo, los comerciantes mayoristas del GLP contarían con un único lugar de despacho en Lima con lo cual se restringe la posibilidad de posición de dominio de unas firmas sobre otras. Resultado concreto: se promueve sana competencia entre las empresas que beneficia al bolsillo de todos los consumidores.

Pasemos ahora a revisar el precio en refinería. Lo primero que hay que tener claro es cómo se produce el GLP. El GLP puede producirse de la refinación del petróleo crudo o del proceso de fraccionamiento de los líquidos provenientes del proceso extractivo del Gas Natural (GN) de Camisea. Conceptualmente, es equívoco aseverar que el GN no tiene nada que ver con el GLP. Muchos medios de prensa y “especialistas” parten de este supuesto erróneo y terminan por desinformar a la población. En el país, la mayoría del GLP producido se obtiene de la separación de los líquidos del GN que es un proceso ciertamente costoso, pero menor al de producirlo a partir del petróleo crudo – más aún si tomamos en cuenta el alza en su precio internacional.

No obstante, el precio del GLP para el mercado interno se determina en función del precio de paridad de exportación¹ y no a partir de su propia estructura de costos. La idea detrás del precio de paridad de exportación es que el precio del GLP tenga como referente al mercado mundial y de esta forma se aproxime al de una estructura competitiva. El sustento de este punto es la Ley Orgánica de Hidrocarburos la cual establece que en el Perú los precios se rigen por la oferta y la demanda. Este es el tema de fondo. No obstante, hay que recordar que el Estado si tiene una intervención a través del Fondo de Estabilización de los Combustibles.

Lo interesante en torno al tema de tomar como referente al precio de paridad de exportación es cuantificar la diferencia entre ¿cuánto cuesta producir el GLP en la país? y ¿a cuánto se vende (antes de la distribución)? Si bien no hay un cálculo concreto al respecto, las elevadas utilidades de las empresas productoras de GLP nos hacen presumir que se trataría de un importante margen.

Para cerrar, la provisión de recursos energéticos constituye un factor determinante para el desarrollo sostenido de una economía. Nos referimos a un tema de innegable relevancia geopolítica interna y externa. No se trata del mercado de zapatos o lapiceros, sino de la fuente de energía para el país. Por lo tanto, es erróneo analizar esta problemática desde el plano de la economía convencional (oferta y demanda), hay que hacerlo a partir del campo de la economía política. Negar este punto es negarse a ver el problema en su real dimensión. En ese sentido, resulta legítima una mayor presencia del Estado que no se limite a paliativos en el precio, sino a preservar la soberanía energética nacional sin que ello implique caer en la irresponsabilidad fiscal y así garantizar mayor posibilidades de desarrollo para nuestro país.