Quienes considerábamos (consideramos aún) que el escenario de una segunda vuelta entre Ollanta Humala y Keiko Fujimori debía evitarse a toda costa, teníamos la esperanza de que hacia el final de la carrera los votantes de Pedro Pablo Kuczynski (o los mismos PPK y Toledo) reaccionarían para tratar de sumarse o formar una coalición y así evitar que una parte importante del país tenga que enfrentarse a tamaño dilema. Era de quienes mantenía esa esperanza hasta hace un par de semanas, pero, con el correr de los días y tras conversar con varios fanáticos del nuevo “tío regio”, la fui perdiendo.
Antes de continuar, vale la pena mencionar brevemente por qué desde mi perspectiva era más conveniente un trasvase de votos de PPK a Toledo. Ojo, todas las razones aquí planteadas lo están en términos de probabilidades, pues en política no se puede tener certeza de nada. Estas son: (i) primero, en caso de que ambos candidatos no pudiesen pactar, veía más probable que funcionase el trasvase en la dirección PPK a Toledo que en sentido contrario; (ii) en relación con lo anterior y como lo muestran las encuestas, es más probable que Toledo pueda ganarle a Humala en una eventual segunda vuelta a que lo haga Kuczynski; (iii) porque visualizaba un gabinete de Toledo más de “centro” que uno de PPK, y con mayor capacidad para canalizar el clima social, sobre todo tras la polarización que ha quedado al descubierto en esta campaña; (iv) porque al país le haría mucho bien que el siguiente régimen permita una investigación transparente del gobierno aprista, algo que sería más probable con Toledo (o Humala), y que explica por qué García y el APRA han enfilado sus baterías contra ambos, ¿o creen que lo hacen por qué les preocupa el país? (por cierto, sería bueno escuchar a PPK comprometerse con que se investigará esta administración); y (v), porque, como ya dije en una columna anterior, ambos representan en esencia lo mismo en términos de modelo económico, algo que desde nuestra perspectiva no es en estricto un atributo, y que explica el porqué de la disparada de Humala (http://www.poder360.com/article_detail.php?id_article=5376).
Pero, con el correr de los días, he caído en cuenta de lo siguiente. Como con todos los candidatos, parte del electorado de PPK es fiel más por simpatía que porque en verdad sepa qué hará. Es un electorado que no está siquiera al tanto de que su voto por Kuczynski puede causar una segunda vuelta entre el cáncer y el sida. El PPKuy y la consigna “es el mejor” han calado de una manera impresionante. En este segmento, cuando preguntas por quién vas a votar, te puedes encontrar con respuestas como “estoy entre PPK y Humala”, es decir, los dos candidatos con mejores campañas de marketing. Más arriba en la escala socioeconómica, “es el mejor” se ha traducido en algo que un buen amigo ha denominado con certeza el “voto Herbalife”. ¿Conocen el producto? Te promete no solo hacerte bajar de peso y mejorar tu salud para que te veas regio, sino también hacerte millonario. Sus promotores o vendedores son fanáticos, no entienden razones ni quieren reflexionar sobre ningún escenario posible que no sea el de Kuczynski presidente. Por ejemplo, no pretenden reflexionar sobre la alta probabilidad de un país polarizado en un eventual gobierno o en una eventual segunda vuelta entre Humala y PPK. Pero hay un tercer grupo del voto de Kuczysnki (que se cruza con el segundo tipo). Es el que se mantiene firme en su apuesta porque, en el fondo, no le importa si Keiko Fujimori es elegida. En la segunda vuelta podrán decir: pero ¿qué me quedaba?
Claro, Keiko es quien supuestamente asegura la continuidad del modelo económico, y al fin y al cabo, en una visión cortoplacista, amoral y de una estrechez alarmante, es lo único que importa para este sector del electorado. Esto es lo que podríamos llamar el “voto decadente” o el “voto por la plata baila el mono”. Aquel congresista que en un arranque de sinceridad juró “por Dios y por la plata”, en realidad representaba a un sector más amplio de la población del que imaginábamos.
Ojo, si usted es de los que en efecto cree que el voto por PPK asegura su pase a la segunda vuelta, que él la ganaría, pero un eventual voto por Keiko le genera un sincero conflicto, no se sienta mal, solo trate de abrir la mente y analizar si sus creencias tienen sustento en la realidad. Igual podríamos decir para quienes con cierta ingenuidad, desde nuestra perspectiva, creen que Keiko haría un gobierno que se diferenciaría del de su padre, y no consideran la influencia que tendría éste ya liberado ni las consecuencias que tendría un Montesinos con sed de venganza, entre otras variables.
Pero si su razonamiento es: “No importa: total, en segunda vuelta votamos por Keiko”, entonces evalúe bien en qué momento se convirtió en un ser tan “permisivo”. En este sentido, es interesante señalar que un sector de quienes alertan sobre un posible quiebre del sistema democrático si Humala llega al gobierno, son los mismos que apoyaban el gobierno dictatorial de Alberto Fujimori. En realidad lo que le importa a este sector no es el liberalismo como filosofía ni como principio, sino el modelo económico. Ahora bien, cuando creemos que Keiko es una garantía para el “modelo”, ¿a cuál nos estamos refiriendo? ¿A la mezcla de neoliberalismo con populismo que llevó a cabo Alberto Fujimori para mantener contentos a (casi) todos? Porque si es ese, el Perú no avanzará, el país como nación estará estancado, aunque las empresas y el sector de la sociedad que tiene voz a través de los canales formales (los demás lo hacen a través de las protestas sociales y cada cinco años en las elecciones) sigan sintiendo prosperidad. Y así estaremos gestando (y continuaremos tratando de ocultar) una crisis política que podría estallar en los siguientes años.
Pero, además, tenga cuidado. El tiro le puede salir por la culata. He escuchado a muchas personas de este sector del electorado bastante convencidas de que, sin ninguna duda, Keiko (o PPK) le gana a Ollanta en una segunda vuelta. Lo que no comprendo hasta hora es en qué se sustenta esa seguridad. ¿Será esperanza o la manifestación de un deseo? En realidad es el mismo sector que calculaba que Humala no llegaba hasta donde ha llegado y que ni siquiera pasaba a la segunda vuelta. Un sector que no quiere o no puede percibir los problemas estructurales que están detrás del voto antisistema. Ojo, no descarto que Keiko (o PPK) pueda ganarle a Humala, pero, en el mejor escenario, ambos tienen similares posibilidades, algo que reflejan las encuestas, en las que el electorado de PPK cree solo cuando se trata de demostrar que sigue subiendo pero no cuando se trata de ver que no le gana a Humala o que este sigue subiendo sostenidamente en todas sus eventuales segundas vueltas. Creo que el escenario base más probable es que, aunque apretadamente, el candidato de Gana Perú tiene las mayores posibilidades de hacerse de la segunda vuelta con PPK o con Keiko. Con el primero, la polarización del país sería algo que habríamos buscando casi de manera consciente, una situación en la que el candidato antisistema tendría las de ganar. Con Fujimori, la corrupción pasará a ser un tema central de la campaña, un aspecto que siendo de los que más le preocupa a los ciudadanos, en la primera vuelta no ha sido abordado con convencimiento por ningún candidato salvo por Humala.
¿Todos estos razonamientos servirán de algo? Para un sector del electorado probablemente no. Solo hay que recordarles que luego no vale quejarse. Pueden pasar a formar parte, o seguir siendo parte, de la “derecha” que siempre se ha encargado de que sus propios fantasmas se hagan realidad. ¿Estaremos aún a tiempo de evitarlo? Solo un voto reflexivo, que sepa distinguir las emociones que despiertan las campañas bien estructuradas de los escenarios más probables y las personas más acordes para estar al frente de cada uno de ellos, puede evitarlo
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viernes, 6 de mayo de 2011
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