¿Mejorará la seguridad ciudadana en el 2013?
El periodista Augusto Álvarez Rodrich alerta, en su columna de opinión titulada Sicarios Perú Inc., sobre la industria de los asesinos a sueldo que estaría creciendo en el país, lo que se ve reflejado en las recientes asesinatos de los alcaldes de Angasmarca y Casma.
A continuación compatimos la columna publicada hoy en el diario La República.
Sicarios Perú Inc.
Ojalá que mejore la seguridad en el año 2013.
El asesinato del alcalde de Angasmarca, Diógenes Geldres Velásquez, no debería ser visto como un hecho aislado sino como expresión de la profundización de una violencia delincuencial en el país que, si no es detenida pronto, va a empeorar hasta que sea muy difícil de erradicar.
La Policía informó que un representante de la empresa Chan Chan, que hasta hace poco ejecutaba una obra en Angasmarca –distrito de Santiago de Chuco, a cien kilómetros de Trujillo, pero a ocho horas de recorrido–, contrató a dos personas para que asesinen al alcalde Geldres.
Dicha empresa había estado realizando, hasta hace poco, una obra de pavimentación en Angasmarca, pero Geldres anuló la adjudicación de la obra por incumplimiento de los plazos del contrato y ordenó al área de cobranza coactiva el embargo de bienes de la compañía.
Entonces, la empresa contrató a dos sicarios a los que les entregó una motocicleta, armas y la promesa de pagarle cinco mil soles a cada uno luego de matar al alcalde.
Todo salió según lo planeado, pues el alcalde fue acribillado por los sicarios, salvo por el hecho de que estos fueron capturados, casi linchados por la población y luego entregados a la Policía, donde cantaron todo.
El asesinato del alcalde de Angasmarca no es un hecho aislado. Unos días antes, unos sicarios también mataron al alcalde de Casma, José Montalván Macedo. La Policía de Chimbote cree que el crimen fue encargado por una constructora que realizaba obras con el municipio.
La muerte de los alcaldes de Angasmarca y Casma se suma al de otros hechos similares ocurridos en distintas partes del país, como en la región Áncash, y son expresiones de que el asesinato por encargo se está volviendo un mecanismo de “solución (salvaje) de controversias” de distinta índole, desde económica, comercial o pasional.
La sensación extendida de que es posible “arreglar” problemas matando a la gente que “ocasiona” el problema podría ser explicada con diferentes perspectivas: desde ser una secuela de los tiempos de la violencia política en el país, la cual “acostumbró” a los peruanos a ver la muerte con indiferencia; hasta la falta de confianza en las entidades responsables de impartir justicia.
Pero, también, está la perspectiva policial, debido a que matar gente se vuelve un “buen negocio” cuando la posibilidad de que pesquen al asesino es muy baja.
Ojalá que el nuevo marco normativo para la Policía, los mejores sueldos a sus integrantes y el aumento del gasto en el equipamiento sea un combo exitoso que permita, en el año 2013, enfrentar mejor la inseguridad con la consecuencia –entre muchas otras– de desalentar a la industria de los sicarios
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