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viernes, 5 de abril de 2013

Entrevistas Además de emplazamiento por indulto y reelección, Alan García responde al gobierno con advertencias sobre manejo económico y militarización.

Punto de Quiebre

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Martes 2 en su despacho miraflorino. “Un país a la espera de algo no es conveniente”.
En esta templada mañana, el quiosco que queda frente a la oficina de Alan García Pérez exhibe siete primeras planas con su rostro.
Pero él no está enterado.Dice que no lee periódicos y que igual se abstenía cuando era jefe de Estado. “Cuando una noticia es lo suficientemente importante llega a los oídos del Presidente”, explica. “Si no, quieres responder a cuanto chisme hay. Y te puedes llegar a enfermar”.
Comprensible al ser un personaje que ha provocado polarización durante treinta años sin alejarse del centro de gravedad política del país.
Convertido en prolífico y vendedor autor, dedica la mayoría de su tiempo a preparar un próximo título sobre Confucio y la globalización, que traslada la idea weberiana de la ética protestante como motor del capitalismo anglosajón a los valores milenarios que hoy encienden la caldera de la locomotora china.
Pero aunque sobre su escritorio no haya un diario, tampoco ha perdido el olfato para saber cuándo y cómo dictar titulares.
La tarde anterior convocó a la prensa a este mismo lugar, el Instituto de Gobierno de la Universidad San Martín, y respondió a las informaciones filtradas sobre las investigaciones de la llamada “Megacomisión” en torno a las conmutaciones a sentenciados por narcotráfico durante su gobierno.
El expresidente no solo defendió su política de despenalización sino que respondió con dos disparos a Palacio y emplazó al presidente Ollanta Humala a tomar una decisión sobre el pedido de indulto a Alberto Fujimori y declarar públicamente que Nadine Heredia no será candidata presidencial en el 2016.
El miércoles 3, García asistió a una nueva sesión para responder a las preguntas de la Megacomisión.
Era de esperarse que el tono comience a subir tras casi dos años en ese interminable carrusel que acompaña con entusiasmo la prensa cercana al gobierno.
–¿Se ha pasado a la oposición?
–No. Hasta este momento se ha mantenido lo esencial del modelo económico, no hay estatismo exagerado, ni control de precios. Simplemente he respondido a algunas inquietudes sobre los indultos presidenciales, y aprovechando el tema, he recordado que el país está a la espera de una decisión sobre un tema parecido. Me he preguntado si este cargamontón obedece al deseo de encubrir esa decisión.
–Más del 50% en las encuestas piden el indulto de Fujimori. ¿No reconoce que es una decisión complicada para el Presidente?
–100% está a favor de que se tome una decisión, piden “señor, diga sí, o no”, eso para mí es importante. Un país a la espera de algo no es conveniente. El país se acomodará al camino que se elija.
–¿Usted no declaró que en su momento no procedió al indulto porque no era un asunto de extrema gravedad?
–En segundo lugar, porque nadie lo pidió. En tercer lugar porque se venía una elección y se podía obstaculizar de manera incorrecta a la persona que representaba (al fujimorismo) y en cuarto lugar, la sentencia se había producido apenas dos años antes. De manera que no era tan simple.
–También advertía del límite entre justicia y crueldad. ¿Cree que ahora nos acercamos a esa línea?
–Lo único que no debe ocurrir es que la muerte indulte al señor Fujimori. Gustamos de ejercer, debajo de la justicia, ciertos actos de venganza personalizada y cruel. Soy el peruano que más atacó y persiguió el señor Fujimori, pero cuando tenía que venir de Chile porque así lo dispuso la justicia, había gente que quería que lo traigan esposado, vestido de prisionero y que lo muestren tras una reja. Yo dije, ¿en qué siglo estamos? Lo que digo es que hay que analizar cuando las situaciones van cambiando. Pero no hacerlo desde un punto de vista político de cuánto gano dando y cuánto pierdo no dando. Eso es lo que hace pensar sobre el segundo tema del que advertí.
–¿Se refiere a lo que llama la reelección conyugal?
–Es que no se define claramente. ¿Vamos o no vamos a la reelección? No es un tema de último momento, de decir vamos ganando tiempo y tomamos la decisión al día anterior.
–La candidatura de Nadine Heredia no tendría que pasar por el Congreso. Se podría discutir en el JNE y luego el TC.
–Pero eso se llama interpretación auténtica y mire lo que pasó con la última. No es democrático. Lo ha expresado Mario Vargas Llosa, que reconoce todas las cualidades en la señora Heredia. No es deseable que se manejen todos los recursos del Estado hasta la elección. Por ejemplo, Hugo Chávez, que gobernaba en una economía “malagua” –abundante masa pero sin esqueleto ni músculo, que flota porque tiene un montón de petróleo– en la que regalaba a la gente esa cantidad de billete, ¿quién va a votar en contra? Primero, rompe el concepto democrático, y en segundo lugar se distrae todo el dinero que se necesita para hacer obra que es lo que requiere nuestro país. ¿Qué hubiera pasado, si en el gobierno 2006-2011, cuando la inversión total del gobierno central fue de S/. 86 mil millones en obras hubiera tomado S/. 15 mil millones anuales y los hubiera entregado a tres o cuatro millones de familias? La popularidad sería extraordinaria y me hubiera ido al procedimiento de reelección. Eso a mí me parece repugnante en la vida moderna. Que compita esta persona, la esposa del presidente, con quién quiera, pero en igualdad de condiciones. Yo no me pongo en esa competencia. Obvio, que no me prestaría a una farsa democrática. Y hace poco el señor Fritz Du Bois acuñó en una editorial otro término importante: “El Heredero”, que es diferente al piloto automático. Administra y consume lo que recibió, momentáneamente hay más construcción, un poco más de compras y el dólar barato permite importar más…
–Pero hay algunas señales de contracción económica.
–Un país puede recostarse en el consumo con recursos que el crecimiento le ha permitido obtener. Entonces aumenta usted el gasto público tradicional, un poco los salarios a veces sin mucho mérito, algunos subsidios. Y dice, el país está creciendo, sí, pero sin industria básica, sin inversión nueva. Es un crecimiento de mecha corta. Hay algunas señales preocupantes. El mundo está en crecimiento mediocre. Algunos mercados como España compran menos pero eso se puede subsanar con una industrialización mayor en otros sectores. El mundo crece a nivel de 3% anual y estoy seguro de que en dos años subirá a más de 4%. China sigue siendo enorme, Estados Unidos es grande. España apenas representa el 2% de todo el mundo. Chipre en problemas, es la diezmilésima parte de la población mundial. Este crecimiento continúa pero los capitales buscan a donde ir. Es la oportunidad inmensa de hacer crecer al Perú al 8% o 9%.
–Usted reconoce su exceso de voluntarismo en el primer gobierno, que sabemos cómo terminó, y asume en su segundo período que el papel de un presidente en los tiempos que corren para un país como el Perú es el de ser un gran animador de la economía y de las inversiones.
–Usted lo ha dicho con toda exactitud, aprovechando las debilidades de los otros.
–En ese sentido, ¿cree que el presidente Humala está atrapado en un prejuicio, un recelo que mantiene con los agentes económicos?
–No estoy en el corazón de las personas ni soy psiquiatra. Se mantiene lo sustantivo de la estructura del modelo, a veces, con señales contradictorias: se demoran los permisos de funcionamiento, de instalación, de inversión. El estudio de impacto ambiental se demora más. Algún importante funcionario dice: “La empresa petrolera tiene que dar el 20% al Estado, que debe participar”. Otros dicen ese gasoducto, no funciona, aunque fuera hecho con recursos privados, hagamos uno distinto y paralelo. Creo que se perdieron definitivamente los recursos brasileños que ya se destinaron a la función petrolera al noreste de ese país. A eso además se le añade cierto lenguaje agresivo: “Los empresarios son panzones que no se levantan a las 5 de la mañana como los trabajadores”. Felizmente la contradicción todavía no es sustantiva como en Venezuela, donde el señor Chávez, pasaba frente a una fábrica y decía “qué bonita, vamos a expropiarla”. Eso no ocurre en el Perú, a Dios, gracias. Tenemos un Parlamento elegido por el pueblo y un núcleo en el Poder Judicial con una convicción cada vez más sólida de hacerse respetar. Pero desconfiar de los civiles y defender los valores de los cuarteles me parece una ofensa muy grave contra las universidades y los institutos tecnológicos, además de las propias familias. El restablecimiento del servicio militar obligatorio, escondido detrás de la multa, eso ya me huele mal. No me parece bien.
–Se menciona permanentemente un acento militarista.
–Es natural por la formación de nuestro Presidente. Se piensa que los civiles siempre somos desordenados, no amamos lo suficiente a la patria ni tenemos los valores históricos necesarios. En segundo lugar preocupa el secretismo de las compras militares.
–Pero el ministro Pedro Cateriano ha defendido el decreto que lo permite.
–Es su problema. Pero cuando terminó el régimen de Fujimori se acabó con los decretos que permitían las compras secretas y se dijo que era una restitución democrática. Además hay que estar mal informado para creer que, cuando uno compra veinte aviones acá o cuarenta helicópteros allá, el adversario potencial no se entera. Vivimos en la era de la transparencia.
–¿Le preocupa la megacomisión?
–De verdad que no. He puesto en el Internet todos mis ingresos, contratos y estados de cuentas corrientes. Mis declaraciones tributarias demuestran que tenía más al entrar que cuando salí. Tenía la casa familiar que tengo desde el 85 más dos otras que compré con hipotecas. Al llegar a la presidencia vendí la oficina. Y la otra casa que compré en realidad por error en la playa de Pulpos, porque al final uno nunca va. En el curso del gobierno hice mi separación de bienes y salí sin ninguno de los tres inmuebles. Solo con mi cuenta bancaria. Para cólera de mis adversarios que me quisieran ver cobrando pensión o gastando lo que según ellos me robé, he ganado S/. 3.7millones en los últimos 20 meses.
–Pero van detrás de su amigo Hernán Garrido Lecca por el caso de la contratación de la empresa israelita GTS.
–Yo respondo por mí, nada más.
–Y en el caso de los indultos se irán detrás de Facundo Chinguel, de la comisión de gracias presidenciales.
–Es un personaje probo y si tuviera un defecto sería el de ser muy proactivo. Teníamos 43 mil presos en cárceles que no podían recibir más de 20 mil. Y en algunas como Lurigancho la superpoblación era atroz. Tiene más de 10 mil y puede albergar 3 mil. Se enviaron proyectos de ley para acelerar los juicios, hacer la detención provisional con grilletes electrónicos. He estudiado miles de horas el tema y por eso me ofende. Consideraba mi obligación cristiana, moral, que porqué un chico de 19 años se robó un lapicero le han metido 8 años de cárcel y van a destruir su vida. Me leí 7 mil expedientes completos.
–Porque esto sugiere que hubo pagos, coimas.
–Gente ladrona que toma el papel de críticos. Fariseos. Habrá quienes dicen, el que se robó un celular que cumpla sus 10 años de cárcel. Yo no lo creo, pues. Y esa es la facultad presidencial. El que pase 5 años de cárcel en el Perú vale por 15. Aquí no hay gimnasios y patios como en Francia. Hay violación, comida en lata, ratas. Presentan en un periódico al que le tengo afecto (El Comercio) que se libera a la “banda organizada” de Jiménez Foronda. Ese señor, por resolución 40-2010, fue trasladado a cumplir su condena a Colombia. Tampoco tenemos que estar alimentando a presos extranjeros. Y su famosa “banda” de una señora Aniceto Paulino Andrade y Janni Esminio Alegría no aparecen en ninguna resolución. ¿Cómo se publica eso? ¿Con qué derecho? ¿El medio no verifica antes de ofender a las personas? Yo soy un demócrata, recibí ofertas de varias universidades norteamericanas para irme y desde ahí hacer mis conferencias internacionales, pero consideré que lo justo, como en la colonia, era afrontar el juicio de residencia porque se suponía que una comisión iba a investigar mi gestión. Pero pasados 615 días digo, el juicio de residencia virreinal era de un año, cuando no había internet. ¿Es esto una especie de nuestro tradicional pollo a la brasa al que mantienen dorándose para distraer de algo? No nos engañemos, ¿una comisión mayoritaria del partido cuyo jefe entra y sale de Palacio de Gobierno? Que se lo digan los mozos del restaurante Cordano. ¿Cuál es el gusto de deslucir al gobierno anterior? ¿Lo hice yo con Fernando Belaunde?
–¿No es una paradoja que al mismo tiempo la Fiscalía hunda el caso de los Sánchez Paredes al que usted le dio prioridad?
–Hay muchas fortunas misteriosas, de miles de millones, y también profesionales que les sirven gustosamente y ganando mucho. Entonces dimos la ley de capturar los activos, que fue aplaudida en los EE.UU. Y me suponía ponerme en la mira de los facinerosos de cuello y corbata. Se presentaron varios casos, no solo al que usted se refiere. A mí me decían, oye, esta gente es muy peligrosa. ¿Y qué voy a hacer? El Presidente no ha sido elegido para ponerse de perfil. Terminó mi presidencia y los que siguen debían continuar ese trabajo. Parece que no es así.
–Luis Bedoya Reyes me decía a ver cómo García va a calificar al PPC como partido de los ricos cuando gana tan bien. ¿No es incómodo para un aprista tener su sueldo como conferencista?
–No. ¿Por qué? Es mi trabajo. ¿Usted le reprocha a Vargas Llosa que tenga recursos porque vende libros?
–Hablamos de un político como usted.
–Él hace política también. Yo no exploto a nadie, exploto mi cerebro.
–Se cuestiona que tenga un posible conflicto de intereses por dar conferencias para empresas que han ganado licitaciones en el Perú como la española Endesa. ¿Qué opina?
–Pero qué tontería. Es un caso entre 24 conferencias. Cuando me paga la universidad de Shin Hua, qué obra ha hecho acá. O la asociación de pequeños y medianos empresarios de textiles en Colombia para analizar el tema de los aranceles, que temen. O la unión de aseguradoras latinoamericanas en Chile.
–¿Admitiría responsabilidad por que el APRA se quede con cuatro congresistas y se tenga que unir a un exadversario para formar bancada y defender un gobierno que se suponía exitoso?
–Sí. Yo tenía dos enormes limitaciones. Uno es que te eligen para ser el Presidente de todos los peruanos. Lo creo firmemente. Con el dolor de mi corazón no he ido a Alfonso Ugarte, salvo algunos sepelios ni he hablado en los mítines, que eran mi cuna. Si los apristas tenemos una proporción electoral, los gabinetes debían expresar a toda la nación. Incluso con personas que estuvieron en mi contra antes. En segundo lugar, fui elegido secretario de organización por Haya de La Torre en 1977, en el 78 fui constituyente, en el 82 secretario general, Presidente en el 85 y reelecto en el 2006. Esto suena vacío para muchos pero soy un convencido de que el partido debe “des-alanizarse”. Soy hijo y nieto de apristas. Sobre el futuro del partido alguna vez dije, como una frase lírica, el APRA es como el arañazo de Dios, la superficie del Perú: “doloroso, pero imborrable”. Ya pasó Haya de la Torre, Prialé y Sánchez. Pasaré yo. Para ir más allá el partido no puede estar atado a una persona. En 1986 tenía 80% de popularidad. Me hubiera bastado con un dedo pedir que cambiáramos la Constitución. Pero no puedo, no es democrático. Soy un demócrata. Tampoco podía dirigir el partido. Mi única invocación era que no entren en conflictos.
–Y hubo muchos.
–Cuando un partido no los tiene es porque está moribundo.
–Si aterrizamos esa sofisticación para interpretar al APRA, ¿podríamos decir que el apoyo del partido a la revocación de Susana Villarán fue un nuevo intento por sacar a la izquierda del mercado electoral?
–Evidentemente hay una parte de eso. Pero el pueblo es más inteligente que todos los políticos juntos y en este caso entrega resultados de una sutileza que no habría tenido ni un pintor. “Te dejo la cabeza pero te quito el cuerpo”. Creo que lo que han logrado como vecinos los compañeros de los comités de Pueblo Libre o de San Martin de Porres es acercarse a algunos sectores populares de los que se habían ido alejando. Y no dude usted que la prédica o el discurso que la alcaldesa tenía iba para esas zonas, pero justo en ellas tenía un 60% o 70% en contra. Este no es un tema que va dividir la historia del Perú, no es mi pelea. Pero los compañeros tienen derecho a actuar en donde están y entrar en competencia por la atención de la gente.
–Volviendo a los conflictos apristas: ¿No hubo un punto de quiebre con el caso de Jorge del Castillo?
–Siempre he dicho que Jorge es un hombre con una constancia que no existe en el Perú. Y al mismo tiempo con un orden de agenda que me gustaría verlo en muchos más políticos. Venía haciendo una muy buena gestión como primer ministro y hubo un tropiezo.
–Que pagó caro.
–Uff. Creo que hubiera sido un buen candidato del partido. A renglón seguido siempre he dicho que Javier Velásquez es la expresión del pueblo aprista autodidacta.
–Usted lo ha impulsado mucho a Velásquez, ¿no?
–Le tengo una especial predilección, sin menoscabo de gente como Mauricio Mulder y otros. Pensé que podía ser el candidato pero no hubo acuerdo. Yo no podía ordenarlo. Mire lo que ocurrió cuando Fernando (Belaunde) dijo que quería que Mario (Vargas Llosa) fuera candidato. Javier Alva Orlandini y Acción Popular fueron corriendo a inscribir a Manuel Ulloa. Así son los partidos.
–¿Puede confirmar que, viendo esta situación complicada, se inclinaba por Lourdes Flores como presidenta?
–Lourdes Flores es muy capaz y dice lo que piensa. Una gran virtud. Y compartimos un criterio: un político necesita tener grandes objetivos articulados y organizados, que se llaman ideología. De alguna manera el APRA, mutatis mutandi con su sabor nacional, representa a la social democracia. El PPC, al social cristianismo. Eran las dos grandes vertientes de inspiración internacional. Siempre hemos dicho: vamos a un acuerdo histórico. No creo que el PPC sea el partido de la oligarquía peruana.
–De nuevo, ¿acaso no le regaló a Lourdes el sambenito de candidata de los ricos?
–Ciertamente, ese fue un tema electoral. Tampoco creo que haya una oligarquía consorciada como una pandilla para exprimir al Perú. Eso es siglo XX, XIX. Le recomiendo leer The End of Power de Moisés Naim. Hoy el poder es muy difícil de usar y muy fácil de perder. Hay mucho más tecnología, clase media y una gran movilidad en el mundo. Es mucho más complejo. Volviendo a lo central de la pregunta, creo que Lourdes hubiera sido un excelente gobernante. Es más: será un excelente gobernante. Entrevista: Enrique Chávez)

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