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lunes, 5 de septiembre de 2011


EL CIUDADANO "DEDO"
Por: Francisco Belaunde Matossian
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No es el que critica o se queja. Es el que vigila.
La crítica y la queja vienen cuando no se da lo que uno esperaba.
No se da lo que uno esperaba, porque no se hizo lo necesario para que se dé. La crítica y la queja entonces, llegan tarde. Es mejor entonces, vigilar para asegurarse que se haga lo necesario para que se dé lo que uno espera. Esto, que es puro sentido común, no es, sin embargo, lo más común. Ello, muy probablemente, porque implica más esfuerzo que esperar que las cosas no se den para llorar, cuando, efectivamente, no se dan.
Vigilar es estar atento a lo que se hace o no se hace, y dar la alerta, de ser necesario.
Hay mecanismos que nos ayudan a estar atentos. El más elemental es concentrar en un cuadro de seguimiento toda la información referente al objetivo que se quiere alcanzar: se registra el día en que la autoridad competente hizo la promesa de alcanzar ese objetivo así como, sucesivamente, las acciones que se van adoptando. Si, al cabo de un tiempo prudencial, éste último rubro está en blanco, saltará a la vista, sin necesidad de hacer ningún esfuerzo de concentración, que esa autoridad le ha tomado el pelo a la gente. Se le llama la atención, o, eventualmente, se pide su remoción. Es más difícil “mecer” a la población teniendo a la vista un cuadro que deja en evidencia que no se ha hecho nada o casi nada. La información dispersa, en cambio, es inútil.  
Las ONG especializadas en políticas públicas, deberían hacer esa tarea como un servicio al país. Es decir, por ejemplo, en materia de educación, no sólo se requiere cuadros en los que figuran los resultados PISA o los índices de fracaso escolar. Necesitamos cuadros y curvas en los que quede flagrantemente graficado lo que hacen y no hacen las autoridades. Para despertar conciencias, hay que utilizar todas las herramientas, no sólo en cuanto a las posibilidades que ofrecen los programas informáticos, sino también en materia de diseño gráfico, de marketing y de publicidad. En estos tiempos, lo  visual es fundamental y, para llamar la atención del público, se requiere poner el mismo empeño y la misma creatividad que la que se pone para promocionar un producto comercial. Se trata de una inversión del más alto interés nacional.
Hay algo más: así como ese esfuerzo contribuiría a poner en evidencia a las autoridades indolentes, también jugaría en sentido inverso: ayudaría a contrarrestar las muestras de impaciencia prematuras o las críticas malintencionadas y demagógicas. Es decir, se haría justicia a las autoridades que sí trabajan, pero que requieren de tiempo, por la naturaleza de los problemas que les toca resolver, para que sus acciones den frutos. Naturalmente, los especialistas tendrían que comentar las acciones a medida que se van dando, y dar las alertas que correspondan. Entre esas acciones, están, por cierto, los nombramientos de funcionarios. En otras palabras, más que fijar metas cifradas y plazos perentorios, lo que no siempre es pertinente ni posible, se trata de asegurarse que la autoridad esté trabajando adecuadamente, porque si es así, los resultados se darán forzosamente en su momento. Es una manera también de ayudar a que no se corten los esfuerzos valiosos que se emprenden, mediante el cambio o la remoción de funcionarios y, por lo tanto, a que se instale, por fin, una cultura de la continuidad, en el manejo de la cosa pública, algo que sólo parece haberse alcanzado en el terreno macroeconómico y comercial. Si de eficiencia en el gasto se trata, tenemos que cortar la tradición de los inventores de la pólvora que se suceden unos a otros en los cargos públicos y tiran por la borda lo ya hecho para comenzar de nuevo.
No sé hasta qué punto esta propuesta tendrá eco. Por eso es que hago un pedido especial a nuestros amigos especialistas en cuestiones de seguridad: que reserven en sus columnas y artículos periodísticos, como costumbre, un espacio, diferenciado visualmente y lo más llamativo posible, en el que nos digan qué medidas concretas se van tomando en ese terreno, y si, a su juicio, son buenas o no.  
Por último, lo señalado es, por supuesto, también aplicable al seguimiento de las investigaciones y de los juicios por corrupción. Demasiadas veces, tras los escándalos periodísticos, los casos son olvidados y se desvanecen en esa suerte de Triángulo de la Bermudas que, con frecuencia, constituyen la policía, la fiscalía y los tribunales, sin que nadie se entere. En ese sentido, hay que felicitar al Instituto  de Democracia y de Derechos Humanos de la Universidad Católica (IDEHPUCP), por haber iniciado el seguimiento de algunos procesos de corrupción, e informar de ello en su página web. Es un servicio al país que debe consolidarse y desarrollarse mucho más.
En conclusión: tenemos que instaurar una cultura de la vigilancia ciudadana. Es decir, y dejando de lado toda elegancia retórica: seamos ciudadanos “dedo” para que no nos metan el dedo.  

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