google42f3ca3d0a624984.html SIETE DIAS CASMA: KUCZYNSKI ABJURO DE CUALQUIER LEALTAD AL PERU: ES NORTEAMERICANO

sábado, 26 de marzo de 2011

KUCZYNSKI ABJURO DE CUALQUIER LEALTAD AL PERU: ES NORTEAMERICANO



Impostor Kuczynski Godard debe presentar Certificado de Naturalización que lo acredita como ciudadano USA.- ¿Por qué esconde este documento?

Muestra del Certificado de Naturalización estadounidense que Kuczynski persiste en no presentar ante la opinión pública peruana debido a que contiene la verdadera fecha de su nacionalización en Yanquilandia. Para obtener este documento, Kuczynski abjuró de cualquier lealtad al Perú. Por lo menos hace tres décadas Kuczynski no es ciudadano de nuestro país y legalmente no puede ser presidente.

En los EEUU no te presionan para hacerte ciudadano por llevar mucho tiempo viviendo allí, y eso pueden ratificarlo miles de peruanos que radican por esos lares. Esto puede ser un argumento a favor si uno quiere hacerse norteamericano, pero no es un motivo para que te pongan un cuchillo al cuello para obligarte a hacerte gringo.

Por otra parte, es requisito imprescindible –explícitamente señalado por la Guía para la Naturalización, el documento oficial del Servicio de Ciudadanía e Inmigración del Departamento de Homeland Security de EEUU– renunciar a toda nacionalidad previa: “usted no puede convertirse en ciudadano americano hasta que haga el Juramento de Lealtad… Cuando usted hace el juramento usted promete a hacer tres cosas: 1) Renunciar a lealtades extranjeras… 2) Apoyar a la Constitución (de los EEUU)… 3) Prestar servicio militar o civil a los EEUU”.


EL JURAMENTO DE LEALTAD

Por este medio, declaro bajo juramento que renuncio absolutamente y por completo y abjuro toda lealtad y fidelidad a cualquier príncipe, potentado, estado o soberanía extranjera, de quien o del cual haya sido sujeto o ciudadano antes de esto;

que apoyaré y defenderé a la Constitución y las leyes de los Estados Unidos de América contra todo enemigo, extranjero o nacional;

que profesaré fe y lealtad reales hacia el mismo;

que portaré armas bajo la bandera de Estados Unidos cuando lo exija la ley;

que prestaré servicio como combatiente en las Fuerzas Armadas de Estados Unidos cuando lo exija la ley;

que haré trabajo de importancia nacional bajo dirección civil cuando lo exija la ley;

y que asumo esta obligación libremente, sin ninguna reserva mental ni intención de evasión; lo juro ante Dios.


El texto tiene también versión en inglés, así que PPK no puede alegar que no entendió qué era lo que estaba jurando. Abjurar, según el DRAE, es: “Retractarse, renegar, a veces públicamente, de una creencia o compromiso que antes se ha profesado o asumido”.


El grave problema que plantea la renuncia de décadas hecha por Kuczynski a la nacionalidad peruana es que desde 1982 hasta 1992 rigió en el Perú la Constitución de 1979, la que acepta la pérdida de la ciudadanía peruana por renuncia expresa; no reconoce la doble nacionalidad con Estados Unidos; y establece un procedimiento para recuperar la nacionalidad peruana que Kuczynski nunca siguió.

Recuperar la nacionalidad peruana no es algo tan sencillo como devolver el pasaporte de Estados Unidos al cónsul USA en Lima, como Kuczynski pretende hacernos creer. Dicha acción podrá ser valedera para la legislación estadounidense pero no permite a Kuczynski recuperar la nacionalidad peruana, a la que, como queda dicho, abjuró hace décadas.

No puede aplicarse al caso de Kuczynski la disposición de la Constitución de 1993 en el sentido que “la nacionalidad peruana no se pierde, salvo por renuncia expresa ante autoridad peruana.” Como se ha indicado, la renuncia de Kuczynski a la nacionalidad peruana sucedió –por lo menos– una década antes de la fecha de entrada en vigencia de la constitución fujimorista.

El empeño de PPK en negar que ha renunciado voluntariamente a la ciudadanía peruana, “sin ninguna reserva mental ni intención de evasión”, recuerda la historia de la nacionalidad de Alberto Fujimori.

20 comentarios:

  1. PPK, la unica opcion...los demas ya fueron!!!!!

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  2. CLIENTELISMO POLITICO -PARTE I-

    Uno de los temas más recurrentes en la vida política y en la producción académica en la región latinoamericana y caribeña es el del clientelismo político. En las últimas décadas del siglo pasado y en la que va del presente, se han escrito miles de páginas tratando este asunto que sigue vigente en nuestras sociedades y que en algunos países y regiones ha sido y es una práctica que se ha constituido en hábito y actúa como una subcultura que deforma e instrumentaliza la vida política de un país a favor de intereses corporativos y egoístas, afectando a la sociedad en general y particularmente a los sectores más empobrecidos.

    Esta subcultura ha sido alimentada por décadas por sectores con grandes intereses económicos que se sirven de ella para sustentar sus privilegios obscenos y reproducir su poder político, manteniendo al margen a las grandes mayorías.

    Los breves comentarios que siguen han sido escritos con la intención de estimular nuevamente el debate sobre el tema, pero esta vez intentando hacerlo desde una perspectiva equilibrada, global, que ponga sobre el tapete sus características, sus causas principales, así como las vías para construir los ejes de un abordaje práctico que contribuya a la educación política de las sociedades lastradas por tales prácticas y con ello a encontrar los caminos para su superación, proceso que deberá ser a todas luces gradual.

    El problema es complejo y este breve texto obviamente no persigue el interés de agotarlo, tampoco será declarativo – propagandístico en contra del clientelismo político, un mal generalmente reconocido como tal, sino que intentará en breves trazos un abordaje objetivo que evidencie la naturaleza social de este fenómeno y aporte al debate sobre las vías para su comprensión, adecuado enfoque y labor dirigida a su superación.

    El hecho de que la práctica del clientelismo político sea algo generalmente cuestionado y visto como algo negativo no debe obnubilar el análisis con un reduccionismo que nos impida ver la realidad en todas sus aristas y complejidad, algo imprescindible precisamente para poder abordar con posibilidades de éxito la labor dirigida a su superación.

    De entrada diré algunos criterios básicos que comparto. En el clientelismo subyace siempre una relación socioeconómica asimétrica. Su práctica necesita siempre de dos polos: el de aquellos que tienen el poder y los recursos y el de quienes tienen necesidades insatisfechas. El clientelismo sustrae al ciudadano su derecho de participar libremente en la actividad política. Diré también que el clientelismo es de naturaleza piramidal, verticalista y por ende es típicamente contrario a la horizontalidad que distingue a la democracia verdadera. La pirámide clientelar se compone básicamente de tres estratos, en la cúspide están los que detentan el poder económico y político, en la base los clientes y en el estrato intermedio los gestores o eslabones mediadores a través de los cuales se produce la distribución de bienes, favores, servicios etc. desde la cúspide hacia la clientela.

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  3. CLIENTELISMO POLITICO – PARTE II-
    SIGNIFICADO
    Se emplean habitualmente los términos de clientelismo, clientela y cliente. Los significados otorgados por el diccionario de la Real Academia Española (vigesimosegunda edición) otorgan al término clientelismo el significado siguiente: “Sistema de protección y amparo con que los poderosos patrocinan a quienes se acogen a ellos a cambio de su sumisión y de sus servicios.”

    “Cliente”, en su tercera acepción tiene el significado de: “Persona que está bajo la protección o tutela de otra.”

    Prefiero empezar por aquí, porque una cosa es el concepto de clientelismo que se debate y construye en los espacios académicos y de análisis empleando tal término y otra el contenido del término que se construye por el manejo de la política y la actividad de los medios de comunicación social, donde el fenómeno raras veces se aprecia en su verdadera complejidad y en sus diversas interrelaciones.

    El origen romano de la palabra (“cliens”) remite a un momento que se sitúa en la época imperial de Roma y que se trasmite o pasa mutado a los inicios del régimen feudal.

    El término de “cliente” significa en primera acepción: “Persona que utiliza con asiduidad los servicios de un profesional o empresa”, y en segunda acepción: “Parroquiano, persona que acostumbra a ir a una misma tienda”. No habría, en rigor, por qué vincular el significado general que hoy tiene a la subordinación política, a la enajenación del derecho ciudadano a mantener posturas políticas propias libremente y hacer actividad política vinculada esencialmente a su conciencia. Sin embargo, las prácticas políticas clientelares que ha prohijado la democracia representativa, ausente de participación popular y de control social, han convertido en clientes del clientelismo político, no solo a mucha gente pobre carenciada, sino también, de la mano del individualismo, del egoísmo y del afán de lucro, a profesionales de los medios de comunicación, a publicistas, a empresarios, incluso a artistas, a prósperos comerciantes, a funcionarios de carrera, en fin, se ha diseminado, formando en muchas de nuestras sociedades redes extendidas de personas que responden a diferentes “patronos políticos”.

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  4. CLIENTELISMO POLITICO – PARTE III-

    ¿Cómo se expresa hoy el clientelismo?

    Las formas de expresarse o de darse el clientelismo político son innumerables, todas se distinguen por su esencia de intercambio de favores a cambio de una respuesta política, momentánea o dilatada en el tiempo. Otorgar favores, subsidios, recomendaciones y otras formas de capital simbólico, dinero, privilegios, servicios, ventajas, el empleo amañado del presupuesto de la nación, la provincia, el departamento o municipio en una u otra dirección, otorgamiento de puestos públicos o en empresas privadas o simplemente la inclusión en una nominilla de una entidad pública para cobrar sin trabajar, y un largo etcétera.

    Pueden reconocerse, eso sí, dos tipos de clientelismo, que son caras de la misma moneda o cabezas del mismo dragón. Uno es el clientelismo que podemos denominar burdo o grosero y otro que podemos denominar sutil.

    El clientelismo burdo suele producirse más en las sociedades donde ha crecido la anomia social, donde priman el desorden y la desestructuración sociopolítica, donde los partidos y organizaciones políticas están en su mayoría merced a la ideología mercantilista, carentes de ideología política, o que la enarbolan solo de modo fragmentario y demagógico, donde son mayores y más agudas las diferencias sociales, donde hay más injusticia. Aparece con fuerza sobre todo en las épocas electorales expresándose en la compra de votos.

    Es efectivamente clientelismo porque se está obteniendo un favor político a cambio de otro favor: dinero, una promesa de cargo público, un apoyo para viabilizar un trámite, una cama en un hospital, una receta, etc., pero en rigor no media una relación clientelar propiamente dicha, porque se produce en el marco del mercado de compra de votos sin que exista una relación dilatada, más estructurada, la que convierte al cliente no en un partner ocasional, sino en componente más orgánico de una clientela política.

    La obtención del voto a cambio de dádivas es sobre todo un acto de corrupción política, pero no necesariamente una relación clientelar sostenida entre un político o grupo político y quienes le siguen a cambio de prebendas y favores. En este sentido, si bien cumple con algunos rasgos del clientelismo político, es esencialmente un acto de compra-venta, una transacción claramente mercantil, en la que ni siquiera media el conocimiento mutuo de las partes contratantes. Puede ocurrir incluso que en medio del proceso electoral, el voto convertido en mercancía quede sujeto a la ley de oferta y demanda y se aprecie rápidamente en las breves horas de existencia del mercado electoral el día de ir a votar, al crecer vertiginosamente la demanda de votos y reducirse su oferta.

    Pero es preciso comprender que la subcultura clientelar no obedece única y exclusivamente al clientelismo que hemos denominado burdo o grosero.

    En las sociedades latinoamericanas y caribeñas y en las de otras latitudes, se ha abierto paso y arraigado también una concepción de naturaleza clientelar, pero que se comprende no como algo socialmente avieso, sino como una necesidad funcional, a veces incluso como un derecho político, para asegurarse las lealtades en el manejo de la cosa pública por parte de los adeptos, los correligionarios, los afiliados a unas u otras organizaciones políticas para llevar adelante sus propósitos políticos, es decir, como parte de las reglas del juego.

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  5. CLIENTELISMO POLITICO – PARTE V-
    CAUSAS
    Entre las múltiples causas que condicionan la persistencia y reproducción de la subcultura clientelar en las sociedades latinoamericanas y caribeñas pueden mencionarse las que siguen a continuación, que están estrechamente interrelacionadas, pero pueden ser diferenciadas para su análisis:

    •La persistencia de modelos económicos reproductores de la pobreza, el crecimiento de los sectores empobrecidos y de sus necesidades apremiantes no satisfechas.
    •La corrupción de los políticos y en general de la clases dominantes económica y políticamente y a las cuales conviene la persistencia de la subcultura clientelar y la función de control político que esta ejerce.
    •Las ambiciones políticas, los afanes reeleccionistas y la avidez de los políticos por permanecer en funciones públicas.
    •La ignorancia de muchos sectores pobres acerca de sus derechos, de los mecanismos de funcionamiento de la estructura política de sus respectivas sociedades, del vínculo entre esas prácticas y el sistema socioeconómico vigente, que resulta las más de las veces, asimétrico, excluyente de las grandes mayorías ciudadanas.
    •El individualismo y el “sálvese-quien-pueda” componentes típicos de la ideología dominante del capitalismo tardío, que este sistema ha impregnado en la sociedad.
    En las sociedades subdesarrolladas que han sido víctimas del neoliberalismo, la desvalorización del papel regulador del Estado, la desestructuración y fragmentación social, el clientelismo ha tendido a extenderse con mayor velocidad en las prácticas políticas, se ha vulgarizado más, perdiéndose sus rasgos más sutiles. Pero también a ello se añade que el propio clientelismo, si bien cohesiona a la clientela, desordena y desestructura la sociedad al trabajar favoreciendo unas personas por encima de otras, lo que además de ser injusto, conduce a la división de la ciudadanía, al roce y enfrentamiento, es por tanto contrario al desarrollo de una sana cultura ciudadana y la unidad y solidaridad entre la gente. En otras palabras, el clientelismo reproduce el individualismo y el egoísmo en la sociedad.

    De hecho, una organización política formada por ciudadanos de desigual posición social y económica tiende a establecer una relación de subordinación basada en la capacidad de unos para distribuir bienes escasos (recursos, dinero, favores, apoyos, ayudas, asistencias, puestos, etc.) y en la necesidad de otros de recibirlos, en la inmensa mayoría de los casos para su sobrevivencia, aunque también para satisfacer ambiciones personales.

    En consonancia está la inercia de los políticos que no adoptan una actitud en contra del secuestro del derecho político de los ciudadanos por las prácticas clientelares, lo que revela la voluntad de mantener la dependencia de estos y con ello la persistencia de los primeros en las posiciones del Estado y el Gobierno, con todos los privilegios para sus intereses individuales y corporativos.

    Esa realidad no necesariamente es así percibida por el ciudadano carenciado que no es responsable del estado de cosas y que está atrapado entre el rigor de necesidades básicas insatisfechas y las “puertas de escape” de la oferta clientelar. La disposición de luchar para superar el clientelismo político no tiene como contrario al ciudadano común, víctima de la conjugación de estos dos factores, sino a las causas de fondo del fenómeno.

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  6. CLIENTELISMO POLITICO – PARTE II-
    SIGNIFICADO
    Se emplean habitualmente los términos de clientelismo, clientela y cliente. Los significados otorgados por el diccionario de la Real Academia Española (vigesimosegunda edición) otorgan al término clientelismo el significado siguiente: “Sistema de protección y amparo con que los poderosos patrocinan a quienes se acogen a ellos a cambio de su sumisión y de sus servicios.”

    “Cliente”, en su tercera acepción tiene el significado de: “Persona que está bajo la protección o tutela de otra.”

    Prefiero empezar por aquí, porque una cosa es el concepto de clientelismo que se debate y construye en los espacios académicos y de análisis empleando tal término y otra el contenido del término que se construye por el manejo de la política y la actividad de los medios de comunicación social, donde el fenómeno raras veces se aprecia en su verdadera complejidad y en sus diversas interrelaciones.

    El origen romano de la palabra (“cliens”) remite a un momento que se sitúa en la época imperial de Roma y que se trasmite o pasa mutado a los inicios del régimen feudal.

    El término de “cliente” significa en primera acepción: “Persona que utiliza con asiduidad los servicios de un profesional o empresa”, y en segunda acepción: “Parroquiano, persona que acostumbra a ir a una misma tienda”. No habría, en rigor, por qué vincular el significado general que hoy tiene a la subordinación política, a la enajenación del derecho ciudadano a mantener posturas políticas propias libremente y hacer actividad política vinculada esencialmente a su conciencia. Sin embargo, las prácticas políticas clientelares que ha prohijado la democracia representativa, ausente de participación popular y de control social, han convertido en clientes del clientelismo político, no solo a mucha gente pobre carenciada, sino también, de la mano del individualismo, del egoísmo y del afán de lucro, a profesionales de los medios de comunicación, a publicistas, a empresarios, incluso a artistas, a prósperos comerciantes, a funcionarios de carrera, en fin, se ha diseminado, formando en muchas de nuestras sociedades redes extendidas de personas que responden a diferentes “patronos políticos”.

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  7. un nortamericano, millonario, lobista de grandes transnacionales,que renegó de la nacionalidad peruana no debe ser presidente .

    Peor aún cuando tiene años de estar sirviendo al gran capital y los inversionistas privados.

    Renunció a la peruanidad y nunca recuperó la ciidadanía peruana.Y ahora, sin ninguna verguenza, promete renunciar a ser norteamericano si gana las elecciones.

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  8. CLIENTELISMO POLITICO – PARTE II-
    SIGNIFICADO
    Se emplean habitualmente los términos de clientelismo, clientela y cliente. Los significados otorgados por el diccionario de la Real Academia Española (vigesimosegunda edición) otorgan al término clientelismo el significado siguiente: “Sistema de protección y amparo con que los poderosos patrocinan a quienes se acogen a ellos a cambio de su sumisión y de sus servicios.”

    “Cliente”, en su tercera acepción tiene el significado de: “Persona que está bajo la protección o tutela de otra.”

    Prefiero empezar por aquí, porque una cosa es el concepto de clientelismo que se debate y construye en los espacios académicos y de análisis empleando tal término y otra el contenido del término que se construye por el manejo de la política y la actividad de los medios de comunicación social, donde el fenómeno raras veces se aprecia en su verdadera complejidad y en sus diversas interrelaciones.

    El origen romano de la palabra (“cliens”) remite a un momento que se sitúa en la época imperial de Roma y que se trasmite o pasa mutado a los inicios del régimen feudal.

    El término de “cliente” significa en primera acepción: “Persona que utiliza con asiduidad los servicios de un profesional o empresa”, y en segunda acepción: “Parroquiano, persona que acostumbra a ir a una misma tienda”. No habría, en rigor, por qué vincular el significado general que hoy tiene a la subordinación política, a la enajenación del derecho ciudadano a mantener posturas políticas propias libremente y hacer actividad política vinculada esencialmente a su conciencia. Sin embargo, las prácticas políticas clientelares que ha prohijado la democracia representativa, ausente de participación popular y de control social, han convertido en clientes del clientelismo político, no solo a mucha gente pobre carenciada, sino también, de la mano del individualismo, del egoísmo y del afán de lucro, a profesionales de los medios de comunicación, a publicistas, a empresarios, incluso a artistas, a prósperos comerciantes, a funcionarios de carrera, en fin, se ha diseminado, formando en muchas de nuestras sociedades redes extendidas de personas que responden a diferentes “patronos políticos”.

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  9. TONTERIAS... PPK SERA UNAS DE LAS PERSONAS QUE SACARA ADELATE A NUESTRO PAIS....EL MAS CAPAZ, EL MAS PREPARADO.. EL NUEVO PRESIDENTE DEL PERU

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  10. PPK..lo puede hacer mejor que cualquier peruano sinverguenza y corrupto pro senderista, como los que apoya Coveñas.

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  11. De nuevo el Cuco....Apoyas a un norteamericano porque se disfraza de cuy y toda la derecha le da millones para la campaña , pues los negocios vendrán después.

    ¿Ollanta es senderista?.....Por favor.Amigo. seguro fumas de la mala...ehhh.

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  12. NO ME PARECE QUE UN PERUANO APOYE A UN PERSONAJE DE SANGRE EXTRANJERA EL SR. Kuczynski Godard (PADRE ALEMAN Y MADRE FRANCESA), USTEDES PIENSAN QUE ESTE INTERESADOS EN LOS PERUANOS NO SEÑORES ESTA INTERESADO EN SUS RIQUEZAS DE LOS PERUANOS COMO SIEMPRE A SIDO UN TRAFICANTE DE INFLUENCIAS CON LOS NORTEAMERICANOS, ELIJAMOS A CUALQUIER PERUANO QUE PUEDEN SER CASTAÑEDA, OLLANTA O TOLEDO

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  13. ¿Humala no se cree pituco?, miren lo relojazos y la buena ropa que usa, Toledo tiene la cara de indígena pero muy dentro de él se cree un gringo más, sino escuchénlo cuando habla y se pule, entonces por qué lo critícan a PPK?...No seamos mezquinos, PPK sabrá manejar él país. Mi voto es por PPK!!!!!

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  14. No es peruano...Es norteamericano

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  15. A los acomplejados que lo critican seguro que les gusta la marca Nike y sueñan con conocer Miami, o ir a Hollywood, dejense de tonterías y no perdamos la oportunidad de tener a un verdadero presidente y no un monigote, un borracho, o una hijita de papá..PPK Presidente!!!!

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  16. vOTEMOS POR UN PERUANO . o QUIEREN OTRO DE DOBLE NACIONALIDAD COMO FUJI Y MONTESINOS.

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  17. wHAT?, Montesinos de doble nacionalidad....plop!!!!

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  18. Señores aun estamos a tiempo, los extremos no son buenos, Ollanta muy a la izquierda dictador muy radical con doble discurso, PPK muy poegado a la derecha, Toledo solo dice que subira los sueldos pero hasta ahora no explica como, seamos realistas hay profesores q estan ganando como 3000 soles por la nueva carrera pública, creen ustedes que los doblara a 6000 soles, tampoco hay q ser muy cerrados para no poder darse cuenta de que ello no sera posible,Keiko es el regreso de todos aquellos que por mas q pacificaron el pais, fueron los que cometieron excesos y peor que españoles se levantaron todo lo que estuvo a su paso sino ¿porque esta presa tanta gente de ese regimen?, Señores pensemos un poco este 10 de abril Marquemos el sol de Solidaridad Nacional votemos por Lucho Castañeda

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  19. CASTAÑEDA A SIDO EL ALCALDE MAS CORRUPTO QUE TUVO LIMA, NO SOLO COMUNICORE ENTRE OTRAS COSAS, LAS OBRAS EN SU TOTALIDAD SOBRE VALORADAS EJEMPLOS CLAROS EL METROPOLITANO, TEATRO MUNICIPAL, PARQUE DE LA CULTURA (ABAJO DEL GRASS PISO ANTIGUO), BY PASS DE PUENTE PIEDRA, LOS SEMAFOROS INTELIGENTES DE LA AV. CANADA, Y POR NO SEGUIR ENUMERANDO TANTAS PERLAS Y TODOS LOS HECHOS DE CORRUPCION CON SU TESTAFERRO MARCO PARRA Y OTROS; PERO SI LOS EXTREMOS SON MALOS NI EL NORTEMARICANO DE PADRES ALEMAN Y FRANCES NI OLLANTA HUMALA

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  20. VOTA POR OLLANTA...YA ES LA HORA DE LOS OLVIDADOS DE SIEMPRE...OLLANTA PRESIDENTE.FUERA LOS CORRUPTOS

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