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lunes, 22 de diciembre de 2014

¿Sabe quién es Daniel Urresti?


Redes de la violencia y de cloacas en el Perú de hoy.
La violencia creciente que se siente en el Perú ocurre en espacios muy distintos que van desde los estadios hasta el Congreso, desde los medios hasta los mercados, desde los colegios hasta las pistas, y uno de ellos, que avanza con tremenda rapidez, sucede en las redes sociales.

Hace poco me enteré por los medios de lo que le ocurrió a la actriz peruana Anahí de Cárdenas luego de que en su cuenta de Twitter señalara que no conocía quién es uno de los personajes más populares del momento: Daniel Urresti.

“Lo siento, no leo periódicos. Pero ¿quién concha es Urresti y por qué lo mencionan tanto”, preguntó De Cárdenas en el Twitter.
La verdad es que hoy en día es difícil no saber quién es Urresti, quien aparece cada día en los medios y quien, por su estilo peculiar, se viene labrando una imagen que lleva a la especulación de que sea el ‘tapadito’ del gobierno para el 2016.

No hay duda de que toda persona tiene el derecho de vivir en la burbuja que prefiera y de aislarse del mundo si eso la hace más feliz. O, quizá, De Cárdenas estaba siendo, simplemente, provocadora –más de lo que naturalmente ella puede ser– para lo cual quizá agregó el comentario “¿Uds. creen que se moleste porque no sé quién es? ¿Siendo lo figureti que es? Me lo ponen al frente con un montón de gente y no lo manyo”.

Pero lo que ocurrió a continuación, como respuesta en las redes a la pregunta de De Cárdenas, fue una andanada de ataques e insultos de grueso calibre. “Hasta se han metido con mi madre”, señaló.
Algo parecido me ocurrió hace poco cuando, luego de que se conociera que, contra todo pronóstico, Alianza Lima iba a jugar la final del torneo con Cristal –la cual finalmente perdió–, escribí un tuit que pensé que podía ser divertido: “¡El miércoles es Nochebuena para los aliancistas! Tenemos cena navideña”, aludiendo al apelativo de ‘pavos’ con que se conoce al equipo cervecero.

Algunas respuestas fueron francamente divertidas, como las que aludían al puesto ‘segundón’ de mi equipo, pero otras, en cambio, fueron parte de una andanada de insultos que me obligó a bloquear en mi cuenta a no menos de 300 desadaptados, muchos de los cuales aparecían en sus páginas abrazando a sus hijos o esposas, lo cual no era impedimento para poner en ellas los agravios más fuertes que uno se pueda imaginar.

Las redes, como casi todo espacio en el país, se tiñe de violencia, y en ese ámbito se encuentra a personas de toda procedencia, desde hinchas desadaptados, hasta vocales de la corte suprema, o mariditos de congresista naranja con mucho tiempo libre. Así están las cosas.

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