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lunes, 22 de diciembre de 2014


Signos exteriores de riqueza


La sana envidia que produce el presidente José Mujica.

Cuando José Mujica está por dejar la presidencia de Uruguay, es imposible dejar de sentir sana envidia por un jefe de Estado que hizo del culto a la austeridad y a la honestidad un valor central de su mandato.

Al inaugurarse en Arequipa la biblioteca formada por la donación de sus propios libros, hace unos meses, Mario Vargas Llosa hizo un comentario que sigue siendo relevante cuando la corrupción no para de crecer en el Perú: “Sueño con un país de legalidad y de libertad, un país donde coexista la libertad de creencias, de oportunidades, de políticos que salgan del poder más pobres de lo que ingresaron”.

Lamentablemente, en el Perú abundan los ejemplos de los que llegaron a la política con una mano adelante y con la atrás, y que, apenas al final de un lustro político, habían logrado amasar alguna fortuna.
El ejemplo viene desde arriba. Alberto Fujimori está preso por corrupción. Por eso, el discurso reciente de su hija Keiko contra el presidente Ollanta Humala por la marcha de la investigación del caso Belaunde Lossio, sin que ella hubiera hecho un mea culpa por la megacorrupción del gobierno de su padre, es, por decir algo, desubicado.

Los signos exteriores de riqueza tampoco ayudan a los ex presidentes Alejandro Toledo y Alan García, cuya fascinación por las casas caras y bien ubicadas –desde Las Casuarinas hasta París– solo confirma la regla de que, en el Perú, una temporada por Palacio de Gobierno es como sacarse La Tinka, seguramente por eso de que ‘la plata llega sola’.

En este contexto, es valioso el ejemplo de austeridad y honestidad que el presidente Mujica deja en una región que ha hecho del asalto al erario un oficio de culto, desde la ‘Casa Blanca’ valorizada en US$7 millones que fue construida en México por contratistas del Estado para que el presidente Enrique Peña Nieto pudiera pensar su próxima movida, hasta los Kirchner en Argentina, quienes por su corrupción tan descarada contribuyen tanto al desarrollo del periodismo de investigación.

Como señala el presidente del Diálogo Interamericano, Michael Shifter, el gobierno de Mujica tuvo deficiencias en educación y seguridad, pero ha tenido posiciones de avanzada como la legalización del matrimonio homosexual y del aborto, o la legalización de la marihuana.

Por ello, The Economist eligió a Uruguay como ‘el país del año 2013’, lo cual es significativo por el pasado de Mujica, un ex guerrillero que pasó trece años en la cárcel, y por la orientación de esta publicación.

Un presidente honesto y austero como Mujica, en una región con tanto político corrupto, solo puede producir sana envidia a los peruanos.

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