Transporte ::::
Al Interior del Chatarreo
El
compromiso de chatarreo es un componente fundamental de las próximas
licitaciones de los cinco corredores principales que se harán en agosto.
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Un telar rojo intenso domina el salón del Club Apurímac: “Suchocop. Trabajadores Unidos Jamás Serán Vencidos”.
La vieja traza soviética se completa con lo que parece una hoz dentro de la primera O.
Pero una mirada más cuidadosa revela que es, en realidad, el timón del Sindicato Unitario de Choferes y Cobradores del Perú.
Abajo, todas las sillas son ocupadas por los propietarios de vehículos unidos en el Consorcio Lima Express, sus esposas y algunos niños cuyos llantos salpican los discursos. Daniel Velásquez, el presidente, es un hombre de cabeza cuadrada, facciones surcadas y corte de pelo militar.
“Las hermosas flores pierden su esperanza con la presencia de estas hermosas damas”, cirea en dirección a la alcaldesa Susana Villarán y la gerente de Transporte de la comuna, Ana Jara. Velásquez enlaza el cable del micrófono con la cancha de un congresista y promete que solo “hasta hoy día nos han pateado el trasero esos empresarios cascarones”.
Lima Express es el único consorcio que participará en la licitación de los cinco corredores principales. Como lo reitera Villarán, las rutas serán asignadas de acuerdo al cronograma, a más tardar en agosto, para que el 1 de enero Lima amanezca con el nuevo sistema (ver mapa).
El cambio también va sobre las pistas. El compromiso de chatarreo es un componente fundamental de las próximas licitaciones, con bonificación de puntaje para quienes cumplan con el proceso de modo anticipado. Se espera que este año sean “chatarreadas” unas cuatro mil unidades y dos mil por año a partir de 2013 hasta 2021.
Lima Express integra a 30 empresas, esperan afiliar hasta 50, y en diciembre pasado firmó un convenio con el fabricante chino Higer Bus para comprar 3,500 vehículos que cumplen con las nuevas especificaciones del Bus Patrón exigidas por la comuna.
Detrás del volante, mientras tanto, comenzará una revolución silenciosa. La más importante, probablemente. Desde el balcón del Club Apurímac, los dirigentes de los choferes observan la algarabía con alguna distancia.
CORRETEO INFERNAL
“Es sumamente estresante. Es para volverse loco”, asiente Lincoln Espinoza Sánchez del SINTRATTP (Sindicato de Trabajadores de Transporte Terrestre del Perú), que agrupa, en conjunto con Suchocop, a unos diez mil choferes y cobradores. “Muchos compañeros han fallecido de hemorragia cerebral y paros cardíacos”. Espinoza trabaja en la empresa Emmanuel, que cubre la ruta El Agustino-San Miguel. “Se sale de cinco de la madrugada y se termina a las 11 de la noche, seis días a la semana”, dice. “El trabajo es sumamente pesado y si dejas de trabajar un día la empresa no reconoce nada. No tienes vacaciones ni seguro social”.A Jacinto Rentería le sorprende la solicitud de entrevista. “La sociedad nos cataloga”, lamenta, “pero es porque vivimos sumamente estresados. Nuestra gran preocupación, nuestra lucha frontal, es que se exija la formalización de las empresas. No pueden serlo solo por tener tarjeta de circulación”.
Rentería echa números. Le alquila el vehículo al propietario por S/.60 diarios y aparte se paga entre S/.14 y S/.17 por uso de ruta a la empresa afiliadora. En combustible gasta S/.260 (“hago tres vueltas por necesidad”). Al final, después del mantenimiento, le queda entre S/.30 y S/.80 diarios. Muy difícilmente saca más de S/.1,200 al mes.
Félix Gómez, que hace la ruta Lima-Chosica, explica con naturalidad la brutal degradación de las pistas en Lima: “por eso tenemos que pelearnos por levantar pasajeros, meter cabeza al compañero, ganarle el pasajero y sacar nuestro pago”.
Uno de los pilares de la reforma es el de los choferes contratados por empresas que son a la vez titulares de ruta y propietarias de los vehículos (hoy entes separados), con sueldos fijos y beneficios sociales.
Como ejemplo, Gómez dice que “lo que el señor Julio Rau Rau está buscando es que esto se mantenga en la informalidad, porque no tiene carros, no tiene unidades y quiere que continúe como está. Incluso estuvo en la campaña de la señora Villarán porque pensó que le iban a dar su ruta por diez años más”.
Ese capitalismo literalmente salvaje estimula la competencia por pasajeros que determina los ingresos de choferes y co bradores. “Nos alquilan el vehículo y es lógico que veamos la forma de acumular ganancias”, resume Rentería para explicar el origen del infame correteo.
Como sus colegas, a Rentería le duele el bolsillo cuando menciona las nuevas multas contra esa práctica, que llegan ahora a los S/.3,600. “Lo que deben hacer es acelerar la formalización. A diario hay accidentes, a veces desgraciando la vida del pasajero y el peatón. Acá transportamos vidas”. Recuerda cómo días atrás vio a un usuario perder un brazo.
Gustavo Guerra García, asesor de la comuna en temas de Transporte, calcula que hay 39 mil unidades de transporte público en Lima, mientras que se requiere no más de 20 mil. El cálculo grueso arroja que, si los choferes tendrán horarios formales de no más de diez horas, la mayoría de los que hoy cumplen hasta 18 horas diarias detrás del volante podría ser absorbida por el nuevo sistema.
Estima que “con la línea 2 del Tren Eléctrico en proyección, el Metropolitano y los corredores pasaremos de una velocidad promedio de 14 kilómetros por hora a un rango entre 25 y 35. Con eso tendremos un cuantioso ahorro de tiempo para, por lo menos, 6 millones de viajes diarios”. Por lo pronto, Juan Tapia de Protransporte anunció la semana pasada que a partir de agosto se integrará el Tren Eléctrico con el Metropolitano a través de la ruta Comas-Villa El Salvador. La jungla de taxis tendrá además su propia reforma (CARETAS 2214).
Números aparte, choferes como Gómez encuentran la formalización “bastante beneficiosa”. Y sus razones son muy sencillas: “Lo más triste es dejar a tus hijos durmiendo y encontrarlos durmiendo”. (Enrique Chávez)
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