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viernes, 13 de julio de 2012

Corrupción ::::

El Muerto Bien Vivo de Rodolfo Orellana

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El terreno del Hospital Hermilio Valdizán fue transferido al abogado Rodolfo Orellana por un empleado suyo tras la “muerte” de Cabrejos.
Insólito. Mientras agonizaba de sida, sujeto traspasaba propiedades a favor de Rodolfo Orellana."No he muerto, sólo duermo, moriré el día que me hayas olvidado”, es el epitafio que se lee en la lápida de Hermógenes Clodomiro Cabrejos Sánchez (47) en el cementerio El Carmen de Chiclayo.
Su deceso está registrado el 19 de enero de 2010, pero su nombre salta como un fantasma en varias de las estafas millonarias atribuidas al abogado Rodolfo Orellana, quien es investigado por la Fiscalía y el Congreso.
La historia de Cabrejos es sorprendente: en 2009 pagó US$ 120 mil al contado por un terreno de 5,000 metros cuadrados donde opera el Hospital Hermilio Valdizán, en el kilómetro 3.5 de la Carretera Central en Santa Anita.
El predio les pertenecía a los esposos José Luis Escobar y Haydee Ruiz, quienes alegaron que la Beneficencia Pública se los donó, en 1997.
A fines de 2009, Cabrejos propuso al Ministerio de Salud un proceso de conciliación para entregarles el terreno, pero a cambio exigió un pago de US$ 5 millones, que es el valor actual de la propiedad, según expertos.
No obtuvo respuesta e interpuso una medida cautelar ante el 12º Juzgado Civil de Lima para tomar la propiedad. En esas estaba cuando, el 18 de enero a las 4 p.m., ingresó al Hospital Almanzor Aguinaga de Chiclayo presentando según los registros médicos un insólito cuadro de cirrosis hepática, anemia y sida. Horas después, a las 00:30, fue declarado muerto por el doctor Guillermo Valera. No hubo velorio y ese mismo día fue sepultado en el cementerio El Carmen.
Al día siguiente, el juez supranacional José Espinoza ordenó desalojar el terreno del Hermilio Valdizán. Recién entonces los médicos del nosocomio, que funciona allí desde 1961, se enteraron que un muerto había comprado el predio.

CAMBIO DE IDENTIDAD

Los tentáculos de Orellana aparecieron cuando se descubrió que, el 10 de enero de 2010, es decir, nueve días antes de su deceso y cuando supuestamente se encontraba agonizando, Cabrejos viajó a Llamellín (Ancash) y cedió el terreno a favor de Jerson Zapata, quien es empleado de Orellana. El trámite se realizó ante el notario Narciso Jara, quien aparece vinculado a otras transacciones millonarias que beneficiaron al oscuro abogado.
Zapata, a su vez, transfirió el predio a la Cooperativa de Ahorro y Crédito para Empresas Exportadoras (Coopex), de Orellana. Y así este personaje sumó otro inmueble del Estado a su larga red de propiedades (CARETAS 2137).
El congresista Víctor Andrés García Belaunde, sin embargo, ha llamado la atención sobre el difunto Cabrejos. Ocurre que el domicilio que aparece en su DNI (Cerro Negro 382, Surco) es la misma dirección consignada por Orellana, cuando supuestamente no debería haber vínculo alguno entre ambos.
Por otro lado, según García Belaunde, existen documentos que conectan a Cabrejos en otras estafas contra el Banco Interamericano de Finanzas (BIF) y el Scotiabank por US$ 3.5 millones, ambas atribuidas a Rodolfo Orellana.
Ya anteriormente, en 1996, Cabrejos suplantó la identidad de otra persona, según el Registro Nacional de Identificación y Estado Civil (RENIEC), por lo que el parlamentario se pregunta si es él quien está sepultado en Chiclayo. “Es un caso rarísimo. Estamos hablando de uno de los principales testaferros de Orellana. El fiscal de Chiclayo debe pedir la exhumación del cadáver para saber quién realmente está enterrado ahí”, sostuvo García Belaunde.
Para el congresista, como para los médicos del Hospital Hermilio Valdizán que temen ser desalojados en cualquier momento, Cabrejos no ha muerto. Porque, como reza su epitafio, mientras el caso permanezca abierto nadie lo va a olvidar. (AZ/EM)

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