Actualidad Habla el
psiquiatra Jorge Castro, cuyo dictamen fue determinante para negar el
indulto humanitario al expresidente Alberto Fujimori.
Fujimori Por Dentro
“Fujimori
padece de depresión, pero esta puede ser tratada y vigilada en
prisión”, concluyó el psiquiatra Jorge Castro Morales (72).
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Humala indicó que una de las razones por las que optó acoger las conclusiones de la Comisión fue que Fujimori no mostró arrepentimiento por los delitos de lesa humanidad por los que fue condenado a 25 años de prisión, en 2009.
“El primer paso para una resocialización es el reconocimiento de las actividades delictivas”, declaró el presidente de la Comisión, el abogado Óscar Ayzanoa (50).
Ayzanoa contó que el debate médico se centró en si la depresión que padece Fujimori era moderada o grave, y si esta podía degenerar en un trastorno mental que se vea agravado por las condiciones propias del encierro.
Tres médicos opinaban que su depresión era grave y dos que era moderada.
El psiquiatra Jorge Castro Morales (72) emitió el diagnóstico que zanjó la discusión.
Graduado en Medicina de la Universidad Central de Madrid, en España, Castro es miembro fundador de la Red Mundial de Suicidiología, profesor emérito de la Universidad Cayetano Heredia, expresidente de la Asociación de Psiquiatras del Perú y autor de cinco libros sobre la depresión y el suicidio.
Ayzanoa lo convocó en marzo pasado para que evaluara el trabajo de los cinco psiquiatras (Andrey Sindeev, María Lecussan, María Isabel Vásquez, Jesús Calizaya y Delforth Laguerre) que examinaron previamente a Fujimori y emitiera un dictamen final.
El trabajo de Castro fue ad honorem, pero su veredicto fue clave para que la Comisión decidiera rechazar el indulto a Fujimori. CARETAS lo entrevistó en su departamento de San Isidro
¿Cuáles fueron sus conclusiones, doctor?
–Hay que señalar que mis conclusiones se basaron primero en el análisis de los procedimientos utilizados. En un primer test que se le practicó a Fujimori se concluyó que había un desempeño cognitivo adecuado en el interno y eso llamó mi atención. Se trata del ‘Mini-Mental Test’, que el Instituto de Salud Mental lo utiliza usualmente para todas sus encuestas. Es un test para medir la depresión y no se presta a subjetividades. Entre otras cosas, se le pregunta al paciente en qué año estamos, en qué mes y en qué lugar nos encontramos. En otro punto se le pide que señale en cuál de estas variables se ubica: a) “no tengo pensamientos de dañarme”; b) “creo que estaría mejor muerto”; c) “tengo planes precisos para suicidarme” y d) “me mataría si tuviera ocasión”. Este es un tema importantísimo.
–¿Qué contestó el expresidente Fujimori?
–El resultado, sobre ese punto específico, es que el paciente mostraba intenciones suicidas y estaba en una depresión grave. Sin embargo, su puntaje total superaba los 24 puntos (de un total de 27), lo que indica que está funcionando cognitivamente a un nivel normal y por eso llamó mi atención. En el acta final señalé que era contradictorio que un paciente que presumiblemente está grave y con dirección suicida, tenga tan bien conservadas sus funciones cognitiva y motora, cuando se sabe que, aparte del hecho de estar triste, la depresión se asocia con la inhibición cognitiva, porque uno no piensa con claridad. Y también con la inhibición motora, que es cuando uno no quiere o no puede hacer las cosas por sus propios medios.
-¿Y ese no es el caso del paciente Fujimori?
–No lo es. Le pongo dos ejemplos: un paciente me dijo hace poco: “Doctor, usted no sabe lo que es la depresión. Usted no sabe lo que es estar leyendo un libro y no recordar la línea anterior que acabo de leer. No coordinar dos ideas”. Pues bien, esa es la inhibición cognitiva. Otro paciente me contó: “Yo tengo oficina, un frío bar y un asistente. Y lo peor es que ni siquiera esto tengo ganas de hacer por más de estar muerto de sed”. Esa es la inhibición motora. Para mí eso fue muy significativo en el caso del señor Fujimori.
–¿Considera que la depresión de Fujimori puede llevarlo al suicidio?
–Que él está deprimido y necesita tratamiento no me cabe duda. Todos estamos de acuerdo en eso. Y el tratamiento llevado a cabo no ha sido el mejor. Los 5 expertos y el que habla consideramos que efectivamente la medicación y la psicoterapia han sido insuficientes (A Fujimori se le recetó Alprazolam 0.5 miligramos y Ezentius 10mg). Pero los exámenes demuestran que su depresión es tratable. ¿Una depresión grave puede llevar al suicidio? Sí. Pero si hay un buen tratamiento, una vigilancia adecuada, se puede controlar. No todo paciente que llega a una emergencia, es internado. Imagínese: ¡todos los hospitales estarían atiborrados! Ha habido aquí un sesgo un poco fatalista de que esto no tiene solución. Y no es así.
–¿Se podría decir, entonces, que el señor Fujimori no tiene una depresión grave?
–Habría que hacer una nueva evaluación para llegar a esa conclusión. Sugerí que se le hagan más pruebas. El señor Fujimori aceptó. Se reunió a un equipo y luego se retractó. En todo caso, ya sea grave o severa, la depresión es tratable en el lugar donde está.
LAS VISITAS
–¿Llegaron ustedes a explorar los orígenes de la depresión de Fujimori?–La depresión tiene factores de tipo biológico, psicológico y social. Biológico podría ser el hecho de las interferencias de tipo somático que él padeció: el cáncer. Psicológico el hecho de que está aislado en prisión, disminuido, después de haber tenido situaciones de poder. Y está, como lo señaló un colega, el mayor sufrimiento del señor Fujimori: el hecho de que no recibe todas las visitas familiares que él desea. Entonces una sugerencia desde el punto de vista social era procurar que el paciente tenga mayor contacto con sus familiares. Esta es una de las recomendaciones del informe final.–¿Se le realizó alguna evaluación de personalidad?
–La solicité, pero Fujimori se negó. Y eso es importante también porque el deterioro puede haber sido originado, por ejemplo, en su autoimagen. Él, como lo ha dicho reiteradas veces, considera que no ha cometido ningún delito y se considera un preso político. Entonces, desde esa perspectiva -no estoy diciendo si sea cierto o no- a él le produce sufrimiento. Y si hay sufrimiento, hay depresión.
–¿Qué significa esa falta de arrepentimiento, doctor?
–Una falta de conciencia de sus propios actos. En una pintura o autorretrato, Fujimori escribió una frase que no recuerdo exactamente, pero si se analiza el mensaje es: “Me apeno por las cosas que no pude hacer, por aquellas que no se hicieron”. No hay el asumir directamente, el yo hice algo de lo cual me tengo que arrepentir.
–¿Una persona deprimida se vuelve manipulable?
–En este caso, uno diría: “esta persona está lúcida, coordina bien sus ideas. ¿Por qué se presta para esas situaciones?”. Hay un hecho que es clarísimo y que no hay que perder de vista. Hay un propósito y los seres humanos nos guiamos por propósitos. Si el propósito es salir yo haré todo lo que esté a mi alcance para obtener esa finalidad.
–¿Coincide plenamente con las conclusiones de la Comisión?
–Sí. Hasta donde conocemos, un cáncer bien tratado es sujeto de un seguimiento y de acuerdo a eso la evolución puede ser favorable. Igual con la depresión. Y creo que la comisión ha hecho un esfuerzo en ese sentido. Son personas bien intencionadas, rectas. Y, bueno, ¿de mí que puedo decir? Yo he actuado porque creí que era un asunto del que no podía rehuir. Más fácil hubiera sido decir no quiero meterme en líos. Pero era un tema importante. No quiero entrar en huachaferías patrióticas, pero creo que hay cosas que son así. (Entrevista: Américo Zambrano Y Eloy Marchán)
Visitas y Drama
Encuentros espaciados con sus familiares reflejan diferencias en el fujimorismo.
Keiko visitó 12 veces en 5 meses a su padre.
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El Registro de Visitas al Establecimiento Penal Barbadillo revela que Keiko Fujimori visitó a su padre 12 veces en 5 meses.Se trataron de “visitas especiales” que se realizaron mayormente los domingos y en un rango de uno cada 15 días, de acuerdo al documento al que CARETAS tuvo acceso.
A diferencia de la lideresa de Fuerza Popular, el congresista Kenji Fujimori vistió a su padre 58 veces en el mismo lapso.
Kenji es superado por la congresista María Cordero Jon Tay, quien acudió a Barbadillo en 61 ocasiones.
El congresista y médico de cabecera de Fujimori, Alejandro Aguinaga, lo vistió 15 veces en 5 meses. En total, las visitas de congresistas suman 174; las de amigos 424. La de familiares no llega a la centena, según los registros del Instituto Nacional Penitenciario (INPE).
Lo que es un indudable drama familiar tiene su traducción política. El 6 de abril, Keiko había criticado vía comunicado las “filtraciones de fotos e interferencias de esos entusiastas que dicen llamarse fujimoristas”.
Se hacía evidente que la ex candidata presidencial no aprobaba la campaña psicosocial –en la que jugaba un entusiasta papel el ex congresista Carlos Raffo– que buscaba presionar al gobierno para inclinar la balanza a favor del indulto.
Raffo respondió al comunicado pidiéndole a Keiko que “salga del closet del twitter”.
Las versiones sobre el desacuerdo de Keiko con la propia iniciativa de pedir el indulto fueron frecuentes a lo largo de todo el proceso. Según éstas, ella consideraba que se trataba de un esfuerzo inútil, que además desgastaría en el camino al fujimorismo.
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