¿Del instituto al cuartel?
Publicado: 10 junio, 2013
El principal horror del nuevo reglamento de servicio
militar es profundizar la brecha simbólica y real entre los jóvenes que
estudian en institutos y universidades. Si el 19 de junio un joven
universitario es sorteado no tendrá ningún problema. Pero si el joven
sorteado estudia alguna carrera técnica no-universitaria (son cerca de
500 mil), entonces marcha directamente del instituto al cuartel. La
mayoría de jóvenes que estudian carreras técnicas lo hacen con urgencia
de obtener empleo inmediato, y aquí hay un sesgo contra ellos.Vivimos una sobredosis de lo universitario. Jóvenes de las clases medias y populares emergentes buscan la universidad. Legítima expectativa, pero como producto de la desinformación, desorientación y prejuicios de un sostenido marketing hace que los padres, y luego los hijos, consideren que la vía del progreso es cualquier universidad, y solo una universidad. Muchas sin investigación; con carreras masivas y supuestamente baratas generan títulos sin valor real; con algunos rectores incomprensiblemente todopoderosos; sin acreditación y sin empleabilidad para sus egresados. Sólo a partir del 2010 han iniciado sus actividades 15 universidades privadas.
El país demanda técnicos y una formación hacia la competitividad; pero la oferta indiscriminada de carreras universitarias intensifica la sobredosis, y crece el prejuicio sobre lo técnico. En un estudio cualitativo que fue desarrollado en Lima Sur en el 2012 con jóvenes de sectores populares, fue notorio el desconocimiento y desdén por lo técnico: “los empresarios se inclinan por los universitarios”, “la carrera técnica es algo mediocre”, “una carrera corta es rentable ahora y una universitaria es para el largo plazo”, “el técnico obedece, no manda”.
La nueva Ley del Servicio Militar voluntario (ahora con obligatoriedad) refuerza esa nefasta mirada que la peor universidad es mejor que un buen instituto técnico. En los jóvenes reforzará la opción por la carrera en no importa qué universidad. En el imaginario juvenil se inducirá a razonar que a los que estudian carreras técnicas los pueden llevar al cuartel. (¿Desincentivos perversos?). ¿Los mandos militares consideran mejor soldado –más obediente– al joven de los institutos técnicos, en su mayoría de familias con menos recursos? Se dice que hay 800 mil jóvenes que no estudian ni trabajan y a ellos está dirigida la reforma del servicio militar. Entonces, ¿por qué no se exceptúa al servicio también a quienes estudian carreras técnicas? Si alguien cree que estudiar para técnico es lo mismo que usar pelo largo; que tener un micro negocio incipiente es ser riesgo social; que ser desempleado es potencial delincuente; entonces marchen a la “civilización castrense”. Esperamos aún una rectificación.
Publicado en Diario La República como carta en la columna de Mirko Lauer, el lunes 11 de Junio.
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