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jueves, 13 de junio de 2013

Actualidad Visita de Humala a Washington fue más allá del narcotráfico y se encuadra en el juego geopolítico de EE.UU. frente a China.

El Nuevo Consenso

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En el Salón Oval. “Perú es uno de nuestros más fuertes y confiables aliados en el hemisferio”, celebró Obama.
O-YAH-nta ooh-MA-la.Es la pronunciación del nombre del presidente peruano que el diario Washington Post facilitó a sus lectores.
Fue incluida en el despacho que se publicó apenas culminado el encuentro de poco más de una hora entre Barack Hussein Obama y Ollanta Humala, al mediodía del martes 11.
El nombre quechua del visitante sonaba tan exótico como en su momento lo fue el de raíz judaica, islámica y africana del ex senador por Illinois.
Los dos son además contemporáneos y, por las bromas que se gastaron sobre el partido Perú-Colombia, han debido hacer buenas migas a pesar de la traductora que acompañó al peruano.
El primer titular lo dio Obama, cuando anunció el incremento en US$20 millones en la ayuda antinarcóticos que su país le ofrece al Perú.
El “azote” del narcotráfico fue el término utilizado por los dos (scourge dijo Obama) y era tema obligado.
Aunque la colaboración se encuentre a años luz de lo que fue el Plan Colombia y lo que ocurre por ejemplo en México (donde Estados Unidos aportó US$1.9 billones en la materia el año pasado), el anuncio de Obama revierte al menos la tendencia decreciente de la cooperación antidrogas para el Perú, que en estos momentos no suma más de US$60 millones anuales.
La cocaína peruana ha tenido a Europa como su más importante destino tradicional. A su vez, la demanda de esa droga en Estados Unidos se redujo en los últimos años.
Resultó llamativo que, luego de destacar las estrategias de desarrollo alternativo en las cuencas cocaleras, se enfocaran en la colaboración para perseguir al crimen organizado y Obama comprometiera el apoyo de su administración para que la justicia peruana termine la transición al nuevo código de procedimientos penales.
También fue especialmente relevante que se anunciara el fortalecimiento en la cooperación de los delitos financieros y lavado de activos.
Pero lo más interesante fue que, siendo el Perú el primer productor mundial de cocaína, la conversación tuviera también un acento económico y social.

EXPANSIÓN E INCLUSIÓN

La diversidad de la agenda tratada quedó patente durante las animadas declaraciones a la salida del Salón Oval, que incluyeron anuncios sobre programas de intercambio educativo y capacitación de PYMES.“Perú es uno de nuestros más fuertes y confiables aliados en el hemisferio”, celebró Obama.
Su elección de palabras fue significativa:
“Quiero felicitar al presidente Humala por ser capaz de sostener las fuertes tasas de crecimiento en Perú, y su foco en políticas de ancha base que incluyen a todo el pueblo. Como consecuencia, Perú ha sido capaz no solo de incrementar el crecimiento, sino también de reducir la pobreza y dar pasos en la reducción de la desigualdad”.
Obama hizo hincapié en que ese crecimiento “depende de nuestra continua expansión en el mercado global” y celebró que los dos países impulsen las negociaciones del Acuerdo Transpacífico (TPP por sus siglas en inglés), “que ofrece la posibilidad de abrir mercados a través de la región Asia Pacífico, con altos estándares y protecciones laborales y ambientales”.
Una puntualización que tenía en cuenta al dragón chino que no estaba en el cuarto, aunque arrastre su cola por todos lados.

JUGADORES GLOBALES

Obama se acababa de encontrar el fin de semana con el presidente chino Xi Jinping en la residencia de Sunnyland en California.El incremento del comercio florece en medio de crecientes tensiones como la que se respira entre las dos Coreas. Los avances de políticas medioambientales y de protección a la propiedad intelectual, que le interesan tanto a los gringos, se estrellan hasta ahora con una indiferente y gran muralla china. La “cibercriminalidad” proveniente de allí pasa por su apogeo.
Los chinos no dicen ni pío sobre mejoras en derechos humanos y apertura política, a los que aludió Obama en Sunnyland.
A su vez, la visita de Humala fue la última pieza de un ajedrez geopolítico en el que Estados Unidos tiene puesto un ojo en América Latina y el otro en China.
Mientras que el presidente estadounidense cumplía con visitas oficiales a México y Costa Rica, a finales del mes pasado el vicepresidente Joe Biden hizo lo propio en Brasil, Colombia y Trinidad y Tobago.
Luego Obama recibió a dos mandatarios en semanas sucesivas: el chileno Sebastián Piñera y Humala.
La expectativa por la proximidad del fallo en La Haya le dio eco a teorías conspirativas (CARETAS 2286). Pero aunque es lógico que preocupe el futuro bilateral de vecinos codependientes y afines a Washington, también es cierto que las visitas se encuadran en un escenario mucho más amplio.
La Casa Blanca mostró mucho menos interés por esta región durante el primer gobierno de Obama
El propio Biden ha reconocido que este es “el más activo período de entendimiento de alto nivel con América Latina en mucho, mucho tiempo”.
La revista Time acaba de subrayar que “después de una década, de boom latinoamericano, la Administración se ha dado finalmente cuenta de que muchas de las economías de la región son jugadores globales lo suficientemente fuertes para serles útiles a los Estados Unidos como aliados de bloque en su carrera por superar el ascendente poder financiero y comercial de China”.
Agrega que “al incorporar dínamos como Chile, Perú y México (países con los que EEUU ya tiene TLC) en nuevas y mayores iniciativas de libre comercio como el Acuerdo Transpacífico (TPP por sus siglas en inglés), Washington espera flexionar más músculo cuando comprometa a una región formidable como Asia”.
Con los países mencionados, Colombia completa el cuarteto que integra la Alianza del Pacífico, de iniciativa peruana, y que a su vez expresa el entusiasmo de esos jugadores con el libre comercio y constituye el reverso de la moneda del ALBA.
Y así como Obama utilizó términos que sonaron a música en los oídos de Humala, el peruano confirmó su lejanía del chavismo y habló con guiños a los empresarios de aquí y allá:
“Estuvimos de acuerdo en la importancia de construir democracia con respeto a los derechos humanos, mejorar la apertura económica, en trabajar en el comercio, porque esto nos permite hacer crecer nuestras economías y desarrollarnos más. Además, hemos destacado que el Perú es un importante socio comercial de Estados Unidos. Proveemos crecimiento económico. Brindamos confianza económica. También proveemos estabilidad jurídica”.
Estados Unidos ha pasado al segundo lugar en la tabla de exportaciones peruanas con US$ 6033 millones y un poco más del 13% de la torta en el 2012.
Perú importó a China US$ 7712 millones el año pasado, lo que representa un aumento de casi 11% frente al 2011. Ese país se ha convertido en el principal destino individual de las exportaciones peruanas, con el 17% de participación.
Pero el dragón devora sobre todo mineral. Las exportaciones no tradicionales con valor agregado a China no representan más del 4.5% del total de envíos a ese país, mientras que en el caso de Estados Unidos supera el 42%.
En esa línea es que Obama vuelve a mirar a América Latina. Ya no como el “patio trasero” (el backyard al que se refirió Kerry hace poco y que fue considerado un gaffe desfasado) sino en la búsqueda de socios viables para navegar en el huaico asiático.

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